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Tokio.

Desde el aire podía admirar las luces fluorescentes de las calles mojadas. Dedujo que llovió recientemente por la humedad en el aire. Se preguntaba cómo sería caminar entre tanta gente sin ser vista o tomada en cuenta por su aspecto como en un pasado. Explorar por ahí, quizás ir al salón infantil que Tails tanto le había contado, ya que era muy popular entre los niños.

Gracias a los anillos de Sonic, llegaron en menos de un parpadeo a la gran ciudad turística de Tokio. Rememoró lo que Maddie les gritó cuando ya estaban despegando: «tomen buenas decisiones». Aquello sería bastante difícil considerando que un erizo rebelde estaba suelto, haciendo estragos en las calles que desde el aire, se veían tan pacíficas.

Tails estaba de copiloto, apoyando al piloto humano que los acompañaba, Sonic sacándole plática, y Knuckles practicando lanzando golpes al aire activamente. ¿Ella? Preparándose para lo peor. No había nada de bueno en que hubiera más de ellos en la Tierra, y peor, que se mostrara agresivo.

—¡Por fin un poco de acción!

—¿Cuándo habré escuchado eso? — cuestionó, esbozando una sonrisa apenas perceptible.

Tal vez desde que habían castigado a Knuckles por armar una arena de combate en la sala.

—¡A equiparse se ha dicho! — Tails se les acercó junto a Sonic. Se descolgó su pequeña mochila de la espalda, sacando unas esposas de color amarillo con marcas grises. — Esposas de titanio, totalmente indestructibles.

—No necesito tus aparatejos, zorro. ¿Y sabes por qué? Porque soy...

—«Un millón por ciento músculo».

Repitieron los tres con aburrimiento. No necesitaba cuestionarse cuántas veces lo había dicho Knuckles, pues seguro unas mil.

—¡Sí, eso! Pusieron atención. — manifestó, hinchando su pecho de orgullo.

Una alarma sonó de repente, interrumpiendo su conversación. A la par, una luz roja se encendió arriba de ellos.

—¡Zona de lanzamiento! — avisó el piloto.

—¿Ok, listos? ¡A darle, amigos! — Sonic deslizó la puerta, abriéndola. Al inclinarse para ver, las luces amarillas de la ciudad fueron mucho más visibles y nítidas, apenas dejando de ser puntitos en la nada. El viento la golpeó en pleno rostro, como si aquello fuera una ida de vuelta a la realidad que estaba a punto de enfrentar. Retrocedió un paso, inhalando y exhalando con nervios. Tal vez no debió mirar. — A ver, no sabemos si es Godzilla o Hello Kitty o lo que hay abajo, pero siempre y cuando estemos unidos, no hay nada que pueda ganarnos. ¡Equipo Sonic a las tres!

Unieron sus puños entre sí. Aunque estaba indecisa, no lo dejó mostrar.

—Una, dos, tres... ¡Equipo Sonic!

—¡...Knuckles!

Ay, Knuckles.

Unos pasos a sus espaldas la sacaron de su ensoñación. La Directora Rockwell se acercó a ellos, agarrándose de un asidero del techo para mantener el equilibrio. Endureció la mandíbula mientras entrecerraba los ojos, como si los examinara a fondo. No podía evitar sentirse incómoda con su presencia.

No la conocía, pero había oído de ella en las noticias. Las veía cuando se aburría de ver su teléfono o de jugar con sus hermanos. La pantalla reflejaba lo que veía en sus ojos en ese preciso momento: desconfianza. Ella realmente no quería colaborar con ellos, pero tuvo que hacerlo por las circunstancias que se presentaron. No era difícil deducirlo, si los contemplaba como si fueran alguien de tener que cuidarse.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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MASTER EMERALD, knuckles the echidna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora