De vuelta a casa.

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Amy se sentía petrificada al momento en que leyó la respuesta de la pregunta número ocho. Recordó básicamente que ese fin de semana recibió una llamada peculiar mientras realizaba sus tareas de la universidad.

—¿Hola? —cuestionó Amy con voz minúscula.

—Hola Amy, me alegra oír tu voz, soy yo, Robbie. ¿Cómo estás? —preguntó una voz levemente áspera detrás de la bocina. A Amy se le habían congelado los músculos no sabía si iba a ser capaz de articular una pequeña sílaba si quiera. No podía creerlo su voz era mejor de lo que pensaba. En ese mismo momento no paraba de imaginar cómo se vería su rostro quizás igual de hermoso que su voz.

—Hola Robbie, creí que no llamarías. Linda voz, ¿qué tal va tu día? —dijo Amy con una voz entrecortada.

—Fenomenal ahora que te escucho, creo que podría acostumbrarme a esto, tu voz es, tan relajante que si no fuera porque mis compañeros también desean utilizar el teléfono no me despegaría de aquí ni un instante. Aún cuando perdiera mi fortuna —dijo Robbie con tono burlón. No sabía porque pero la voz de Amy le parecía mucho muy familiar. Al parecer ambos ya se conocían.

Esa tarde Amy y Robbie se quedaron colgados del teléfono por no menos de tres horas, el eco de las voces demandando el teléfono fue lo único que logró retirar al soldado del auricular. Amy tampoco quería irse las historias de Robbie eran particularmente extraordinarias. Jamás había escuchado historias más impresionantes acerca de cómo pudo haber muerto en medio del océano, o de cómo fue la primera vez que le disparó a alguien y que por cierto gracias a Dios le había dado justo en la pantorrilla y no en el pecho. Esa noche Amy aunque sin terminar sus tareas era completamente feliz, Robbie le daba alma a sus días y así, justamente así fue durante dos años, dos años en los que Amy no se arrepintió ni un segundo de haberlo conocido. Dentro de ella se había estado acumulando un gran afecto hacía el chico y viceversa, Robbie estaba totalmente enamorado de Amy le recordaba mucho a alguien de quien siempre estuvo enamorado cuando era niño.

—Si lo hubiera notado antes, si tan sólo hubiera visto lo evidente que era, entonces no hubiera parado, jamás hubiera dejado la idea de buscarlo y dar con él hasta el último de mis días —se repetía Amy con pesimismo, si ella y Robbie jamás se hubieran separado en algunos años cumplirían casi media vida de ser unos locos enamorados.

Ese día Amy terminó de leer hasta la última carta, siempre gastándose bromas el uno al otro, pero nada acerca de sus familias. Ese era un hecho que a ninguno de los dos les importaba, tenía también algunos cartuchos de grabación que el mismo Robbie había hecho para Amy cuando cumpliera sus dieciséis. Jamás pudieron festejar su cumpleaños diecisiete; días antes de que los cumpliera, Amy estaba arriba de un avión viajando a su destino, aquel que había sido planeado desde antes de nacer. Robbie se había visto obligado a dejar de enviar cartas a Amy por una razón que ella obviamente no sabía. Nunca se despidieron como era debido, nunca se conocieron en persona, el nuevo mejor amigo de Amy se había esfumado de la faz de la tierra.

Cuando Amy volvió a casa ella esperaba tener una fiesta como de costumbre. Sin embargo al cruzar el umbral Amy notó una felicidad muy peculiar en los ojos de su madre y una dureza que sin embargo era desconocida para ella, ésta al menos aparentaba un poco de empatía hacía Amy.

—¿Qué pasó? —Preguntaba Amy, su padre se acercó lentamente hacía ella y le susurró al oído...

—Tu madre quería que no te lo dijera pero creo que mereces saber. Esta mañana mi secretaria recibió una llamada del presidente, le ha mencionado que un chico fue asesinado mientras realizaba su servicio médico. Él dice que su nombre era Thomas Trish —Amy no podía dar crédito a lo que sus oídos habían escuchado, Thomas Trish, su amigo de la infancia estaba muerto. Su corazón se desplomó, Tommy era no sólo su mejor amigo si no que, hasta su partida a los trece años, él había sido el hombre del que ella se había enamorado. Thomas era una verdadera gran pérdida, si tan sólo se hubiera despedido de él, si alguna vez le hubiera confesado que ella le amaba. Entonces quizás Tommy también estaría feliz. Pero en cambio la última vez que se vieron ella solamente pudo decirle que no podían ser más amigos. Su madre por supuesto había sido la culpable de todo aquel embrollo. Una vez más Amy se fue corriendo escaleras arriba, se vistió de negro y agregó otro crimen más a la lista de Grettel su madre, éste sería llamado ''obstrucción de lazos importantes'' algún día vengaría todo el dolor, sufrimiento y sobre todo el poderío que su madre tenía sobre ella.

Amy quedó en una especie de estado de shock durante medio año, no salía con sus padres, no hablaba con Wanda, ni si quiera ingería alimentos. Sin embargo su delgadez instantánea llamó mucho la atención de los jóvenes en particular, pero en aquellos momentos Amy ya había sido elegida para ser la novia y futura esposa de Logan Freedom. El heredero del imperio Freedom, ¿cómo iba su madre dejar escapar tal oportunidad? Amy podía ser todo lo infeliz que quisiera, pero Grettel se saldría con la suya y gozaría del dinero de los Freedom después de ingeniárselas para juntarlos.

—¡Amy, hija! ¿Puedes venir? Por favor —Amy bajó las escaleras con expresión perdida, Grettel la observó distante, le pidió al joven Freedom que no se acercara a ella aún y subió inmediatamente a Amy que se tambaleaba sobre el primer descanso— El joven Freedom vino a verte y tú ¡no puedes lucir con un mejor aspecto!

—Mamá no tengo humor para tus visitas, dile a Logan que se largue de cualquier forma ambas sabemos que terminaré casada con él para mi desdicha.

—¡Qué tonterías dices Amanda Marie! Es acaso que no puedes ver lo evidente que es, quiere llevarte con sus padres. Está verdaderamente emocionado por conocerte.

—Pero si ya lo conozco, nos conocimos hace tres años en la fiesta de los Presto ¿no vas a dejarme ir, verdad?

—Con esta pinta, a esa fiesta obviamente que no. Te arreglaré un poco primero. De cualquier manera tienes la belleza natural que yo nunca tuve, te pareces mucho a tu tía Marcela. Espero que no elijas sin embargo el mismo camino de perdición que ella. Mira que desafiar a mi madre e irse a estudiar diseño antes que pensar en nuestro futuro.

—Tal vez debiste haber seguido su camino, ella parece mucho más feliz que tú en Navidad, incluso nos tiene mejores regalos. Y ni para qué decir algo de su exitosa marca de ropa en París. Ojala tuviera sus agallas y te desafiara, como nunca lo he hecho.

Grettel estaba al borde del infarto, pero decidió tragarse el ácido que le quemaba la lengua porque había un invitado importante esperando en el vestíbulo, consiguió el mejor atuendo para Amy, un vestido color azul celeste y unos zapatos pequeños con piedras color azul marino. Cepillo su cabello café y le hizo unos cuantos rizos, por último le agregó un poco de corrector a sus ojeras y colorete naranja a las jugosas mejillas de su primogénita; su obra de arte estaba lista. Nunca habría podido ser más bella. Le ordenó que bajara las escaleras y así lo hizo. Grettel le dirigió una sonrisa falsa al joven Logan y ambos se marcharon. Esa noche sería la decisiva para sus próximas recaudaciones monetarias. Su vida jamás había sido más esplendida sin el estorbo Trish. Como ella le llamaba.



Loving Amy | Amar a AmyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora