Planeando no volver.

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Después de la casual llamada del hospital en Israel, tomé el vuelo más rápido que me llevará a mi destino. Con todo el dinero que mi trabajo había reunido podía darme el completo lujo de contratarme un Jet privado que me llevará directo y sin escalas.

Jamás en toda mi vida había sentido tantos nervios y placer al mismo tiempo apretándome la columna vertebral. Me sentía como una de esas adolescentes llenas de júbilo cuando van a encontrarse a su chico en el cine. Me importaba mucho el sentido que este viaje podía traerle a mi vida. Estaba segura, completamente segura de dos cosas...

1. Si el hombre que estaba en esa camilla era Robert y solamente Robert, me alejaría por completo, pagaría su estadía en ese hospital y volvería con mi familia y mi aún esposo Logan a enmendar mis errores.

2. Si ese hombre era Robert y como lo sospechaba también era Thomas. Le esperaría hasta que estuviera sano, así me llevara el resto de mi vida en ello, jamás lo dejaría ir porque ambos complementaban una parte de mi vida que jamás había entendido hasta que busqué en mis adentros. Robert T. y Thomas Trish eran una sola persona. Eran el amor de mi vida, mi primer amor.

Baje del jet con rapidez, estaba dispuesta a no permitirme perder ni un solo minuto más en esta ciudad que el necesario, reservé una habitación en un hotel, dejé mi maleta y tomé un taxi hasta el hospital.

Abrí las puertas del hospital, todo era luz blanca y resplandeciente. Nada de ruido, un alivio total después del tráfico de las ciudades. Me volví para buscar la recepción y pregunté por el paciente, una enfermera morena me llevó hasta donde estaba Robert. El camino se me hizo eterno, fueron uno, dos, tres, cuatro, quizá diez cuartos enormes llenos de pacientes enfermos y nada agradables. Por fin llegamos al área de los pacientes en estado de... ¿COMA?

−Disculpe, creí que el paciente sólo necesitaba un procedimiento quirúrgico, no que se encontrara en este estado.

−No señorita, esta es el área donde se encuentran los pacientes sin familia en estado de coma.

La habitación por supuesto no era para nada agradable, el hospital parecía ser público y Robert se encontraba en un estado totalmente inmóvil. La enfermera me explico que si él seguía vivo era gracias a una máquina que le suministraba oxigeno a su cerebro y pulmones y sin ella él estaría muerto. Los riesgos eran como siempre los mismos que en cualquier paciente en estado de coma, podría despertar mañana, la próxima semana, en algunos años, o quizás nunca.

Le pedí a la enfermera que me proporcionara toda la información que ella tenía respecto a Robert, y en efecto, este lado de la historia contaba que el muchacho había estado aquí internado por lo que ha supuesto un largo tiempo. Su fondo de seguro médico había cubierto todos los años que llevaba aquí sin despertar, pero ahora no había quien pagara. Por esa razón me habían llamado.

Pero el conflicto seguía siendo el mismo, ¿Robert era sólo Robert o también era Thomas Trish? No tenía otra opción, tenía que esperar a que un milagro ocurriera.

Decidí quedarme a pasar la noche al lado de Robert, una noche completamente definitiva.

A la mañana siguiente, desperté con dolor de cabeza por haberme quedado a dormir en el sillón del hospital. Cuando rodeé los ojos para buscar la cara pálida de Robert él ya no estaba allí.

Corrí a buscar a un doctor o a la enfermera, no podía ser posible lo que estaba imaginándome, no podían haberlo desconectado sin preguntármelo si quiera. Estaba a punto de llorar y darme de topes contra la pared, recordando una y otra y otra vez la sonrisa sin dientes de Thomas cuando era un niño, su cabello agitado y loco cuando íbamos al parque a jugar en los columpios, todo de él era tan dulce, tan lindo, mi mejor amigo me pasaba por la mente toda la noche aunque no sabía si eran la misma persona... Entonces ocurrió lo inimaginable, una mano fría me tomó por el hombro.

Loving Amy | Amar a AmyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora