Ruptura.

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Después de ese trágico día en el parque Amy estuvo sin dormir cuatro días, esperando oír piedritas golpear en su ventana o alguna señal de que Thomas no podía resignarse a no estar con ella. Sabía de sobra lo dura y mala que había sido, pero saber a Thomas vivo era una buena manera de compensarlo todo.

Al quinto día  Amy decidió que tenía que arreglar las cosas, tenía que recuperar lo que mejor toque le daba a su vida así que escribió una nota. Pensaba entonces, que si Thomas la quería como ella a él, entendería y ambos podrían ser felices.

"Querido Tom...

Sé que mi histeria el otro día parecía ridícula e inexplicable, pero mi madre había contratado a unas personas para hacerte daño si no me alejaba. Sabía que tú no lo harías aun cuando tu vida dependiera de ello, así que tomé la decisión de alejarte yo. Todo lo que te dije es una mentira, sí me gustas, sí te quiero y jamás has olido mal. Haría cualquier cosa por ti, incluso servir como lo hace tu madre, un trabajo tan honrado y normal como cualquier otro. Espero que un día puedas entenderlo y sobre todo perdonarme. He estado esperando suficiente tiempo como para saber que tu orgullo te impide venir a buscarme. Así que después de esta nota espero que estés dispuesto a arriesgarte una vez más conmigo. Sé que tu vida correrá peligro, así que entenderé si no apareces. Como también entenderé si simplemente no apareces porque no puedes perdonar mi estupidez. Debí ser clara contigo e intentar planear algo mejor, por eso ahora lo hago.

Creo que aún estamos a tiempo antes de que mi madre me mande a un internado, eso escuché que le dijo ayer a mi padre cuando discutían. Mi madre enloqueció cuando se dio cuenta de que le había contado todo lo de los matones a mi padre. Él se enfadó mucho con ella, se desilusionó por completo. Mi madre se enfermó de los nervios. Así que he aquí nuestra oportunidad, nadie me vigila.

Te espero bajo el árbol este sábado a las 7:00 A.M. nos iremos para siempre. Te quiero."

Dejé la nota justo en el árbol, dentro de una bolsa plástica, colgada de una rama, así solía dejarle los sándwiches a Tom cuando no podía quedarme a esperarle. Sabía que en algún momento iría al árbol y miraría hacia el cielo. Lo que no sabía era sí por saber que la nota era mía la querría leer.

—Amy, tu madre quiere verte ¿a dónde has ido? —preguntó el padre de Amy muy intrigado.

—Eh, salí a despejarme un rato. Con tantas enfermeras y personas que vienen a visitar a mi madre me abrumé un poco —contestó Amy nerviosa.

—Está bien. Recuerda que salvo la familia, nadie debe saber de este trágico incidente. Tu madre como cualquier humano comete errores. Ahora ve a verla que lleva toda la mañana pidiendo verte. Te acompaño —Amy asintió con la cabeza y se dirigieron hacia el cuarto de su madre.

El cuarto tenía un aspecto lúgubre, los techos altos de la casa hacían que el ambiente fuera frío aún en los cálidos días de verano. Todo era grisáceo y azul, incluso el rostro de su madre. Sus cabellos estaban sueltos alrededor de su almohada y le daban un verdadero toque tenebroso. Nunca había parecido más una bruja. Amy aún le tenía resentimiento.

—Hola mamá, ¿cómo te sientes? —Amy pregunto intentando hacer su mejor papel posible de hija arrepentida.

—Estoy mejor Amy, recuperándome. ¿Dónde estabas? Espero que no con Tom. No quisiera ni si quiera imaginarlo —era increíble la facilidad con la que Grettel podía alterarse, aun cuando estaba tan enferma y descompensada. Llena de tubos y máquinas que medían sus ritmos cardíacos, de verdad su madre no podía verse más terrorífica.

—No te preocupes madre. Sólo fui a tomar un poco de aire.

—Amy, quiero hacerte con todo mi corazón una petición importante... —Amy interrumpió.

—Mamá por favor no hagas esfuerzos, no podemos discutir cosas importantes ahora. Lo único en que deberías de pensar es en recuperarte y salir de esto —ella sabía hacia dónde es que iba el asunto y no planeaba dejar que sucediera.

—Grettel, tienes que relajarte y olvidarte de todo, el doctor recomendó... —decía el padre de Amy cuando Grettel interrumpió exaltada.

—¡No! Ya basta. No quiero que me traten así, como a una lisiada que comienza una vida nueva. Voy a estar bien, me recuperaré y todo será normal. Como antes. Pero tú Amy, tienes que prometerme que no aprovecharás esta situación para volver con Tom, no quiero que termines viviendo en una vecindad o Dios sabrá donde. Quiero que estudies en un internado de niñas, donde puedan cuidarte y enseñarte a ser una buena mujer. Una perfecta mujer, para un perfecto esposo —los ritmos cardiacos comenzaron a volverse locos mientras que Grettel hablaba, su voz se entrecortaba y todo parecía un caos, sus ojos estaban irritados por todos lados y sus pupilas dilatadas. Parecía que su madre había consumido una de esas drogas de moda que hacían que la gente se exaltara y diera cabezazos a medio mundo sin sentido. Una enfermera corrió a buscar al médico, mientras que otra preparaba una jeringa enorme con un líquido espeso y tranquilizante, la probaba al aire mientras que alguien venía y les pedía a Amy y a su padre que salieran de la habitación, todo en cuestión de segundos. Su padre tenía la mirada perdida, abrazaba a Amy por los hombros y retrocedía hacía el vestíbulo del segundo piso.

Cuando Amy intentó soltarse del abrazo de su padre él gritó...

—¡No! Nosotros hemos hecho esto —su padre lloraba, la tomaba por los hombros mientras la colocaba frente a él, era mucho más alto que ella así que tuvo que inclinarse para tomar la estatura de Amy y poder mirarle fijamente a los ojos—. Quizás ella no va a pedirte eso de nuevo, pero yo sí. Por respeto a tu madre Amy y para evitar estas situaciones, tienes que dejar ir a Tom. Tu madre está sufriendo imaginando tu vida con él y la verdad es que no tiene ningún sentido. Voy a tomar las riendas de esta casa. Tú y tu hermana irán al internado que tu madre dispuso mañana mismo. Y nada de esto se volverá a repetir —su padre la miraba a los ojos, imposible negarse a esos ojos llenos de dolor y tristeza. Por culpa de sus decisiones su familia se estaba desmoronando, Amy no era capaz de ser tan egoísta. Nunca lo fue.

—Está bien papá, lo haré. No te preocupes, todo estará bien —Amy abrazó a su padre mientras miraba por la ventana el último atardecer de su vida en esa casa. El mismo que seguramente Tom estaría viendo bajo el árbol, donde con afán abría la nota de Amy y la presionaba feliz contra su rostro.

No más lágrimas sin Amy, no más frío por las noches viendo la Luna sin ella a mi lado. No más soledad en mi vida, este sábado por fin estaremos juntos por siempre —pensaba Tom tal y como Amy lo había imaginado.

El viernes por la mañana, Amy tomaba sus maletas, sin ganas de partir. Estaba a punto de abandonar a Tom por el resto de su vida. Si lo otro había podido perdonárselo, esto seguramente no lo haría. Se subió al auto y dejo que el camino desvaneciera sus preocupaciones por completo, no había nada más que hacer.

Tom por su lado, espero desde las 6:45 A.M. del sábado ansioso porque Amy llegara. Esperaba verla correr hacia él y sonreír como lo hacía antes de que su madre se metiera en sus vidas. Pero dieron las 9 A.M. y ella nunca llegó. Durante meses estuvo buscándola en su casa, tirando como siempre piedritas a su ventana, pero nadie jamás salió. Un buen día decidió tocar el timbre de la casa, pero se percató de que no había nadie, los muebles estaban cubiertos con sábanas blancas y de Amy no había rastro. Ella definitivamente lo había dejado. Miró una última vez la nota que ella le había escrito y la rompió en mil pedazos. Nunca jamás Amy iba a volver a hacerlo sentir que la necesitaba. Él nunca más iba a buscarla, jamás volvería a seguirla.




Loving Amy | Amar a AmyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora