Un estorbo.

29 3 0
                                    

—¿Hola? Sí, soy yo. No puedo hablar muy alto. Conseguiste lo que te pedí, quiero que me hagas un favor con eso —la madre de Amy parecía toda una delincuente hablando así por el teléfono, a media noche, a hurtadillas y con susurros. Una delincuente y nunca mejor dicho—. Hay un chico que necesito que, —giró hacia un lado y por poco y se da cuenta de la presencia de Amy que se ocultaba tras el árbol de Navidad del vestíbulo. Con tanto silencio por la noche, no era difícil escuchar los ruidos del estudio que se encontraba a unos pasos— necesito que me quiten del camino —tras una pausa para escuchar la voz que venía de la bocina, Grettel continuó su llamada—. No me importa qué hagan, asústenlo, denle un tiro, arrójenlo por un barranco, mándenlo a Japón por paquetería. Como sea. No quiero volver a verlo cerca de mi hija. Es un estorbo. Se elimina.

Amy apenas y pudo dormir intentando hacer un plan para poder librar a Thomas de su destino. Si no iba a verlo ese día, su madre pensaría que aún eran amigos. Si iba, tendría que presenciar como a Tom se le escapaba la vida entre sus brazos. Si llamaba a la policía, su padre y su hermana jamás se lo perdonarían. No sabía qué hacer.

Por fin por la mañana se decidió muy temprano a ir a ver a Tom, esperaría hasta ver cerca a los matones o a su madre y le dejaría bien en claro frente a ella que no quería volver a verlo nunca en su vida. Con mucha suerte eso podía salvarle el pellejo.

Llegó el momento y Amy se ocultaba detrás de un árbol, observando todos los puntos posibles por donde podía llegar un hombre con un cuchillo, una cuerda o un arma. Tom la esperaba ansioso.

A las tres en punto, Amy pudo ver a su madre sentarse en una banca cercana con unas gafas de sol, un sombrero y diario para despistar a las personas que pasaban por el parque. Amy decidió que era momento de ir cuando vio a dos tipos fornidos dar vuelta por la esquina de la vereda.

—Tom, aquí estoy —dijo Amy con expresión dura.

—¡Amy, ya te extrañaba! —estaba a punto de abrazarla, extendió los brazos y cuando se aproximaba Amy se negó.

—¿Qué tienes?¿Es por tu madre otra vez, nos está observando? —Tom estaba confundido, Amy nunca se había portado así.

—No, hueles mal. Debe ser tu ropa. Ya la has usado mucho —Amy seguía distante, sólo preocupada por mirar a su madre, esperando que se diera cuenta.

—Me bañé hoy, mi ropa la lavé ayer Amy.

—No importa, sólo vine a decirte que no voy a verte más. No puedo seguir mezclándome contigo. Después van a pensar que soy un vago como tú. Sin oficio ni beneficio. No estoy dispuesta a terminar sirviendo a otras personas todo el día, como tu madre a cambio de unos centavos. No me busques más, sólo esfúmate de mi vida. No me gustas y nunca me has gustado, tampoco te quiero ni podría llegar a hacerlo algún día —Amy pensó en no hacerlo, pero al ver la actitud necia de Thomas ante el hecho de irse sabía que había algo que él jamás le iba a soportar. Tomó un impulso grande y con todo el dolor de su corazón lo abofeteó.

—¿Qué, Amy? —Él estaba aún más confundido ahora, sus ojos brillaban de impotencia pero aun así no parecía reaccionar a la bofetada si quiera. Los ojos de Amy aún estaban perdidos, parecía un robot.

—Que te vayas te digo, ¿no entiendes? Creí que para esto no se estudiaba, como nunca lo has hecho —Tom no aguanto ni una grosería más, se dio la vuelta y se fue evitando a los hombres que lo perseguían. La madre de Amy notó el alboroto, asintió ante la mirada de Amy y confrontando a los hombres los abrazó por el hombro y parecieron perderse hacia el lado contrario del parque. Parecía que había funcionado.

Amy se dio la vuelta y caminó unos pasos hasta el tronco del árbol donde siempre veían el cielo. Ahí se dejó caer y lloró todo lo que pudo antes de volver a casa donde no podría hacerlo. Se había acabado, Thomas y ella nunca más volverían a ser los mismos. 


Loving Amy | Amar a AmyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora