Líneas cruzadas.

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Días pasaron antes de que Amy pudiera soltar de su mente los horribles recuerdos de Tommy, todo era un maldito rompecabezas que no la dejaba descansar, las ojeras bajo sus ojos se pronunciaron mucho más que antes y los baños de burbujas ya no le proporcionaban ningún efecto. Entonces entre tanto movimiento cerebral despertó un día con un sonido que hace poco había escuchado. El teléfono diario y a todas horas sonaba tres veces, no era necesario contestar para imaginarse quien estaba tras de la bocina, Logan no estaba contento con que su esposa estuviera lejos, pero tampoco estaba dispuesto a dejarla perder por su orgullo. Ella era lo único que él sentía que tenía, ni sus hijos, ni sus amigos se comparaban con su esposa. La adoraba, la adoraba de verdad; era tanto su fanatismo hacia ella, que era posible que incluso una infidelidad le perdonara. Nunca nadie amaría tanto a Amy como el señor Freedom y ella lo sabía.

− ¿Hola? –contestó Amy detrás del teléfono.

−Hola mi amor ¿cómo estás? Los niños y yo queríamos saber cuando vuelves, en verdad te extrañamos muchísimo. Sin ti, nunca estaremos completos.

−Logan, ya te había dicho que no quiero que me molestes ¿por qué sigues insistiendo? Probablemente no vuelva ni si quiera. Y los niños, ¡qué pretexto más estúpido! Son adultos Logan y me odian, ninguno quiere volver a verme en su vida, porque las volvimos miserables, tú, yo y nuestros líos. De verdad, apenas puedo creerlo ¡por qué no vives ni dejas vivir Logan!

−No te molestes cariño, te quiero a mi lado porque te amo. Porque sin ti no soy nada, te das cuenta. Nada importa, nada vale, la casa se vuelve vacía, no hay alegría. Te llevaste hasta los colores y...

−Basta ya Logan Freedom... –interrumpió Amy molesta. Te dije que quiero estar sola, además ya va siendo tiempo de que te comportes como un adulto, deja ya la cursilería porque quiero el divorcio.

El señor Freedom estaba devastado ante el abrupto final de la conversación con su esposa, se había quedado helado. Amy quiere el divorcio, no podía ser posible. Estaba viendo como su mundo entero se derrumbaba ante sus ojos, si ella se iba entonces ya nada le quedaba.

El monólogo interno de Freedom se había convertido en una pesadilla para Henri y aún más para Wanda, la mucama.

−Abuelo tranquilízate quieres. Las cosas están poniéndose muy fáciles, caray no es para tanto. Mira es muy simple ¿por qué no vas a Perú a visitar a la abuela?

−Henri, ella quiere el divorcio. ¿Es acaso qué no lo entiendes?

−Y ¿por qué no dárselo? Al final, lo único que siempre has deseado es su felicidad ¿no es así?

En cuanto a Amy se refería también había quedado devastada, claro que no sabía que pensar acababa de decirle a su esposo que ya no quería estar a su lado. Una pequeña célula dentro de ella estaba feliz, porque por fin había podido soltar la cuerda, por fin había dicho que no a algo que definitivamente no la hacía feliz.

El teléfono volvió a sonar incesante ¡qué calamidad! Ni si quiera devastado Logan podía entender que no quería oír sus suplicas, pensaba Amy. Lo que Amy no sabía era que probablemente estaba equivocada.

− ¡Logan, te he dicho que quiero el divorcio! –contestó petulante Amy.

−Ah...Buenos días señorita, llamamos del hospital Carolina Kief. Tenemos un paciente desde hace algún tiempo del que tenemos como única referencia su nombre. Verá no nos atreveríamos a llamarle si de verdad no fuera necesario, pero es que de verdad él está muy grave, demasiado grave y necesitamos saber si podríamos obtener de usted la autorización para realizar los procedimientos quirúrgicos necesarios es por ello que hemos sido tan insistentes.

− ¡Ay! Discúlpeme señorita, apostaba porque usted era otra persona, perdóneme. Mire la verdad no sé qué decirle, resulta que no tengo hermanos y difícilmente pienso en alguien más que esté en peligro. ¿De dónde dice que me llaman?

−Del hospital Carolina Kief, en Israel. Mire sabemos que es difícil porque quizás no lo conozca pero ahora mismo de ser posible le mandaremos un fax con una fotografía del paciente para ver si lo identifica ¿qué le parece?

−Ah, sí estupendo mándemela por favor.

− ¡Esplendido! En unos momentos le volvemos a marcar para que nos confirme, gracias.

Ay por Dios, quién rayos podría ponerme como referencia a mí, esto es tan extraño, quién rayos es tan estúpido. A mí no me importa la gente extraña y mi gente está a salvo que yo sepa −pensaba Amy con su nueva actitud egoísta.

Un sonido extraño hacía eco a los pensamientos de Amy, era el nuevo fax que había comprado hace una semana, estos artefactos estaban en todo su apogeo justo en ese momento y por lo que al paciente concernía hasta ahora había sido demasiado útil para salvarle el pellejo.

Amy estaba a punto de acercarse al fax para asumir su responsabilidad acerca del paciente era el momento de la verdad Amy lo sabría todo entonces, se aproximó y lo supo. Supo que la verdadera historia, después de tantas suplicas llegaría a sus oídos.

− ¡Pero si es Thomas! Tengo que llamarles.

Amy se apresuró a marcar el número, no había tiempo que perder ni preguntas que hacer, Thomas estaba ahí tendido en la camilla y hacía falta no ser ella para pensar que ese no era su mejor amigo.

−Hola, señorita sí conozco a ese hombre por favor haga el procedimiento necesario para que sobreviva, ahora mismo tomaré un vuelo para allá, estoy un poco lejos pero cárguelo todo a mi cuenta también si es necesario es 4143133911 es del banco universal.

Loving Amy | Amar a AmyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora