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"Hazme saber si hay algo que pueda hacer por ti, ¿sí? Llámame y allí estaré." Te inclinas para besar la mejilla de tu novio, con las cejas ligeramente fruncidas mientras echas un rápido vistazo al cabestrillo en su antebrazo. "Terminaré en media hora o por ahí."
Taki pone los ojos en blanco ante tus palabras, y te da un leve empujón con su cabeza. "Ok, intentaré no morir mientras te duchas, mamá."
Le das a tu novio una sonrisa burlona, ganándote una risita de él. Desde que se rompió el brazo la semana pasada, te has estado preocupando mucho por cada cosa que él hacía.
Le revuelves el pelo, que aún estaba mojado de cuando se lo lavó hace algunos minutos, y le diriges una última mirada acusadora antes de ir al baño.
No quieres dejar a Taki solo más tiempo del necesario, te aplicas rápidamente tus productos capilares y empiezas a secarte el pelo. Decidida a abandonar tu rutina habitual de secado, te sacudes el pelo con la cabeza inclinada hacia un lado optando por la vía más rápida.
Justo cuando estás a punto de terminar, dos brazos te envuelven y te estremeces ligeramente al sentir el frío del cabestrillo sobre tu piel. Miras a través del espejo cómo Taki se acerca por detrás y te abraza por la cintura. Te acurruca la cara en el cuello y te da pequeños besos en la piel caliente.
Sueltas una risita ante su repentina muestra de afecto y terminas de secarte el pelo con un par de movimientos más. Cuando tu mano se mueve para desconectar el aparato del enchufe, Taki te detiene rápidamente.
"Seca el mío también." Murmura en tu piel.
"Vaya, ¿Ya ni siquiera me dan un por favor?" Te burlas, mirándole en el reflejo con una mirada suave. "Sabía que te había consentido demasiado."
Taki resopla ante tus palabras, presionando con un pequeño besito justo debajo de tu oreja. "¿Por favor?"
Chasquear la lengua. "Bien. Ven aquí."
Saltas encima del lavabo del baño y le haces un gesto para que se acerque. Tirando de su brazo sano, lo colocas justo entre tus piernas. El aire caliente golpea la cara de Taki mientras empiezas a peinar con los dedos sus mechones húmedos y a apartarlos de su rostro.
Realizas con calma la misma rutina de antes con tu novio, disfrutando de tenerlo tan cerca. Su mano descansa sobre tu muslo, acariciando suavemente tu piel con su pulgar.
Cuando le pides que se dé la vuelta para poder secarle la nuca, se inclina hacia tu cuerpo y se echa sobre ti, hundiendo de nuevo la cara en tu cuello. Sueltas una risita tranquila y le das un suave beso en la nuca antes de pasar los dedos por su espeso pelo y sacudirlo bajo el chorro de aire caliente.
No tardas mucho en terminar con su pelo corto, así que cuando por fin apagas el secador, le cepillas los mechones con tu cepillo antes de soltarle.
"Gracias," dice, separándose de ti con una sonrisa perezosa en los labios.
"No pasa nada, ya sabes que me encanta cuidarte." Te inclinas y le besas la nariz rápidamente, riéndote al ver cómo se encoge bajo tus labios húmedos. Te bajas del lavabo y lo tomas de la mano. "Ahora vamos, déjame calentar un poco de sopa. Tu madre no ha manejado hasta aquí para dárnosla para no probarla."