¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
A Maki le encanta burlarse de ti llamándote por apodos cariñosos en diferentes idiomas. Ya sea alemán, francés, japonés, coreano, inglés o cualquier otro, nunca pareció agotarse a pesar de salir contigo durante meses. Él nunca dejaba de darte mariposas cada vez que te llamaba tan dulcemente con su voz melosa.
Hoy querías vengarte. Él había sido capaz de provocarte un desastre muchas veces antes, pero nunca habías obtenido la misma reacción de él. Por supuesto que se sonrojó cuando se te confesó y en algunas citas, pero hacía tiempo que no veías el lindo color rojo en sus mejillas.
Estaba murmurando algo sobre sus planes para la próxima semana mientras escribía una lista en su teléfono, todavía un poco somnoliento por haberse despertado recientemente. No estabas segura de cómo alguien podía verse tan bonito tan temprano por la mañana, pero no había otras formas de describir a Maki además de hermoso. Estabas notando cada vez más lo bien que sus rasgos habían crecido en los últimos meses. Te perdiste lo lindo que solía ser, pero sus rasgos más nítidos y cincelados definitivamente le sentaban mejor.
"Solías tener mejillas."
Maki levantó la vista de su teléfono ante tu comentario y te mostró una sonrisa curiosa, "Todavía tengo mejillas, babe."
Sacudiste la cabeza. "Pero tus mejillas solían ser lindas y regordetas", te inclinaste y le pusiste un dedo en la mejilla, justo donde solía aparecer su hoyuelo, aunque no era visible en ese momento.
Él sonrió de nuevo, su hoyuelo se formó justo debajo de tu dedo, "Aunque te gustan mis pómulos."
"Me gustan." Suspiraste, girando tu mano para acariciar su rostro y pasando un dedo por su pómulo. "Mein prinz..." murmuraste reprimiendo una sonrisa.
Maki se giró hacia ti, el color subiendo por sus mejillas por la sorpresa. Rara vez habías dicho algo en alemán sin su ayuda y, desde luego, nunca habías usado un apodo tan cariñoso. Mi príncipe.
Maki siempre había sido el más romántico de ustedes dos: planificar citas, iniciar el contacto físico y soñar con el futuro. Cada vez que le correspondías ese cariño, era una sorpresa para él. No pudo evitar ponerse nervioso.
"¿Dónde... aprendiste eso?" Él preguntó, "Nunca te enseñé eso."
Te encogiste de hombros. "Investigué un poco en mi tiempo libre, süßer."
"¡Basta!" Él se rió y escondió su rostro detrás de sus manos mientras tu sonrisa solo crecía por su reacción.
"¿Te estás sonrojando?" Bromeaste, tratando de mirar su rostro quitando sus manos. Pero se encogió aun más, evadiendo tus manos acurrucándose en forma de bolita para ocultar lo rojo que se había puesto. El enjambre de mariposas en su estómago y la sensación de burbujeo en el pecho acompañado por su corazón acelerado parecían demasiado excesivos para solo dos apodos. Pero ese fue el efecto que tuviste en él.
"Ahora sabes cómo me sentía antes." Sonreíste victoriosa.