No recuerdo cuantos días pasaron, esos meses de cautiverio parecían eternos.
La ira, la frustración, el odio por lo que me hizo estaban muy presentes, pero con el tiempo, la soledad en la isla y la intensidad de sus emociones hicieron que esas emociones se transformaran.
Al principio sonreírle, tocarle con dulzura, susurrarle que lo entendía, era solo una estrategia de supervivencia, pero poco a poco me quebré y sucumbí ante él.
Fingí volver a enamorarme de él, jugar al papel de una persona obediente, diciéndole todo lo que quería escuchar y él lo creyó todo.
El mar estaba en calma esa noche, como si esperara que alguien más lo perturbara. Solo recuerdo fragmentos, al menos cumplió su palabra, me saco de aquella isla.
Este despacho es un reflejo de su dueño: impotente, calculado, sin lugar para el caos. La habitación es enorme, estanterías llenas de libros antiguos y documentos meticulosamente organizados.
El aroma de tabaco impregnado en la madera es intenso.
Al despertar en un lugar nuevo solo fui en busca de mi supuesto salvador, estoy aquí de pie junto al sillón de cuero oscuro, no puedo sentarme, mi cuerpo esta tenso intento controlar el temblor de mis manos.
La puerta se abre con un chasquido preciso.
El entra con la calma de un hombre que nunca ha sido sorprendido, ni alterado, alto de porte impotente, su mirada se posa en mi por un segundo.
—Creo que tenemos una conversación pendiente —su voz profunda, esa voz que se repetía tantas veces en mi cabeza que creo que ahora que lo escucho me parece nostálgico y cercano.
Se sienta en su escritorio de caoba, luego me observa con sus ojos calculadores.
—¿Cómo te sientes? —pregunta con voz es grave pero pausada casi con desinterés.
—Libre. —mi voz sale firme, pero el peso de todo lo que he vivido se acumula en mi tono. —¿Cuantos meses fueron?
—Seis meses —Se inclina ligeramente sobre el escritorio, sus dedos entrelazados en gesto de reflexión. —Sé que Jungkook se excedió —su tono calmado de cierta manera me molesta. —Debo decir que me tomo por sorpresa, bueno es mi hijo de todos modos, supo esconderse sin dejar rastros si no fuera por la llamada quizá no estaríamos hablando ahora.
Una ligera sonrisa apareció en su rostro como si se sintiera orgulloso, su mirada calculadora es igual que la de su hijo, pero con un matiz diferente, no hay obsesión ni deseo de control, solo pragmatismo.
Un hombre acostumbrado a manejar problemas... y yo soy una de ellas.
Fue por él, cuando se acercó a mi diciendo que deje a su hijo, que de igual manera Jungkook solo pasaba el tiempo jugando conmigo y de cierta forma las acciones de Jungkook lo confirmaban.
Y cuando mis sentimientos por el cambiaron y empezaban a desvanecerse decidí aceptar la oferta de su padre.
Que podría salir mal me dije y vaya que salió mal.
—¿Dónde está el?
—Por ahora no necesitas preocuparte por él.
El hombre entrelaza los dedos sobre el escritorio, antes de volver a hablar.
—Sabes que mi hijo no es alguien que acepte la derrota. No fue criado para eso.
El latido de mi pecho se acelera, pero mi expresión no cambia, me había vuelto buena ocultando mi miedo.
Demasiado buena.
Mi mandíbula se tensa, mi pecho sube y baja con la respiración contenida. Lo sabía bien, sabia como era Jungkook.
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¿𝓐 𝓺𝓾𝓲𝓮𝓷 𝓹𝓻𝓮𝓯𝓲𝓮𝓻𝓮𝓼? -𝓙𝓚 ☯︎ [TERMINADO]
Diversos𝑇𝑒 𝑑𝑖 𝑙𝑜 𝑚𝑒𝑗𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑚𝑖, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑐𝑟𝑒𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑓𝑖𝑒𝑟𝑒𝑠 𝑙𝑜 𝑝𝑒𝑜𝑟 𝑚𝑖. 𝐸𝑟𝑎𝑠 𝑚𝑖 𝑡𝑜𝑑𝑜, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑛𝑜 𝑡𝑒 𝑏𝑎𝑠𝑡𝑜... 𝑃𝑟𝑒𝑓𝑒𝑟𝑖𝑠𝑡𝑒 𝑏𝑢𝑠𝑐𝑎𝑟 𝑎 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑚𝑎𝑠. 𝐴ℎ𝑜𝑟𝑎 𝑐𝑎𝑟𝑖𝑛̃𝑜 𝑑𝑖𝑚...
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