T2 - 14 장 🌓

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El auto negro esperaba en la entrada cuando salíamos de la casa. Él se adelantó abriendo la puerta trasera esperando que subiera.

Pase de largo, me subí antes de que el intentara algo más, me senté delante, al lado del chofer. No iba a estar con el más tiempo del necesario.

Lo sentí resoplar detrás de mí, pero al final se subió atrás sin más que un comentario resignado.

—Desde aquí no puedo escuchar la agenda—dijo con calma desde el asiento trasero.

—No tiene que escucharla ya lo tiene por escrito.

—Pero prefiero que me la digas tú.

No había excusas válidas para negarme. Respire hondo conté hasta tres y baje del auto.

—Así está mejor —musitó, inclinándose ligeramente hacia mí.

No me moví, no quiera reaccionar no quería darle la satisfacción de saber que su cercanía me afecta. Pero él lo sabe.

Esto era un juego. Un juego en el que él siempre tenía ventaja.

—¿Estas cómodas? —pregunta como si de verdad le importara la respuesta.

—Perfectamente.

Su perfume era discreto pero embriagador y cuando giro un poco la cabeza para hablarme, su aliento rozó mi piel.

—¿Sabes? Me gusta cuando eres obediente.

No respondí.

Apretando mi mandíbula, abro mi libreta y comienzo a hablar de su agende para hoy. Una vez terminado miro por la ventana fingiendo concentración. Pero él no se detiene.

—Tienes un poco de polvo en la mejilla —susurra.

Antes de que pudiera alejarme, su mano rozo mi rostro, apartándolo con lentitud. Su roce fue intencional, un recordatorio de que siempre encontraba la forma de cruzar mis límites.

Me tensé.

—¿Lista para el trabajo? —pregunto como si nada.

—Por supuesto.

Sonrió con cierta diversión, ante mi respuesta.

Se recarga ligeramente hacia atrás, con la confianza de alguien que sabe que ya ha ganado.

Cuando llegamos a la empresa, nada cambia, en la oficina la situación se repetía. Era mi jefe debía obedecer y él aprovechaba cada oportunidad para recordármelo.
Sus órdenes venían acompañadas de susurros cerca de mi oído, de miradas prolongadas, de toques accidentales que eran totalmente intencionados.

Al final del día, su padre me mandó llamar a su oficina.
Me recibió con la misma clama calculadora de siempre.

—¿Cómo fue su día? —preguntó.

—Bien él se está adaptando rápido —respondí con la neutralidad más pulida posible.

—Me alegra escuchar eso —hizo una pausa como si evaluara la veracidad de mis palabras. —¿Ha intentado acercarse a ti?

No tenía sentido mentirle.

—Sí —admití con cautela.

—¿Sientes algo por él?

—No.

Mi respuesta fue inmediata. El padre sonrió, satisfecho.

—Es bueno oírlo, sigue haciendo tu trabajo, poco a poco se cansará.

Ambos sabíamos que eso podía ser mentira.

Al salir de la oficina, me esperaba en el pasillo. Me crucé de brazos y le dirigí una mirada firme.

¿𝓐 𝓺𝓾𝓲𝓮𝓷 𝓹𝓻𝓮𝓯𝓲𝓮𝓻𝓮𝓼? -𝓙𝓚  ☯︎ [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora