Capitulo 3

203 14 3
                                    

Siento como alguien me toca la mejilla, era un toque relajante no quería que terminara, se sentía bien. Cálido y suave. Era reconfortante.

- Amy...

Quería seguir  durmiendo pero la tonta alarma no dejaba de sonar, maldita sea ¿porque no la quite anoche? Me levante con un nido de pájaros en mi cabeza, mi cabello estaba tan enredado que solo rogaba que lograra desenredarse. Fui al baño a tomar una bien merecida ducha tibia. 

Luego de salir envuelta en la toalla me pare frente al espejo del tocador, me la quite y mire mi cuerpo, era como una rutina que hacia desde que tenia quince años, un fetichismo o algo así. Miraba mis pechos, mi abdomen, mis caderas y mis piernas. Era hermosa, a mi manera era hermosa. 

Escuche unos golpes en la puerta, alguien tocaba, imagine que era Eriol. Ya que era el único que podría ser. Me envolví de nuevo en la toalla para permitir el paso a quien quiera que tocara.

- Adelante.

- Buenos días Amy, espero que ayas descan...sa...do...

Eriol perdió el habla, me miraba raro como si hubiera visto un fantasma. No tenia idea de que le pasaba. Venia vestido con un pantalón de chándal blanco y una camisa blanca de manga corta, se veía muy bien. Esa camisa enmarcaba muy bien sus músculos, me encantaba. 

- Buenos días Eriol, he dormido bien¿Qué pasa? 

- Lo siento, estas en toalla. Te dejare vestir, solo venia a decirte que el desayuno ya esta servido. Desayunaremos en el comedor, que esta en cubierta debajo de la cabina de mando.

- De acuerdo, subiré en unos minutos.

Eriol salio de la habitación cerrando la puerta después de darme sus indicaciones. Fui al armario a sacar ropa de mi maleta, aun no la acomodaba. Empece a buscar y saque un traje de baño completo color negro y un vestido azul que había comprado para este viaje, era corto hasta las rodillas y tenia un pequeño escote en uve, era de tirantes con pequeñas flores en la falda. Me maquille un poquito algo de rimel y brillo para labios. Me puse unas sandalias con pequeñas piedritas color dorado. 

Subí a cubierta y ahí estaba Eriol leyendo el periódico, llegue y me senté a su lado había fruta picada, jugo y huevos con tocino, todo se veía delicioso. No me había dado cuenta del hambre que tenia hasta que mi estomago gruño. Eriol sonrió al escuchar el sonido de mi estomago.

- Vaya, escucho que alguien se muere de hambre.

- Lo siento, la costumbre de comer tan temprano. Ya sabes, mi madre nos obliga a desayunar a las ocho mas tarda a las 9. Así que ya es tarde y... bueno tu sabes.

- No tienes por qué darme tantas explicaciones Amy, solo come. No quiero que se enfrié el desayuno. Espero te guste lo que pedí, no sabia que te gustaba. Pero si quieres otra cosa puedo pedir que te lo preparen.

- No, todo esta bien se ve rico. Gracias.

Seguimos comiendo todo estaba delicioso, la fruta estaba muy jugosa y los huevos, ni se diga. Mientras degustaba mi comida pude notar que Eriol no me quitaba la vista de encima. Miraba cada movimiento que hacia y eso me alegraba, eso quería decir que no pasaba de mi. 

- ¿Cuando zarparemos?

- Ya hemos zarpado querida, es solo que no lo sientes por lo calmado del mar. Espero que disfrutes este viaje, tanto como yo planeo hacerlo.

- ¿Qué tal dormiste? Imagino que no estas acostumbrado a dormir en otra cama. Si quieres podemos cambiar habitaciones. Yo dormiré donde sea.

- No dejare que mi esposa este incomoda, al menos en el tiempo que estemos juntos dormirás cómoda. Te daré todo lo que pidas, excepto amor nena, eso nunca pasara.

Di que me amasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora