Cap 1: Paz efímera (Palutena)

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El sol brillaba, bañando todo el mundo con sus rayos de luz, signo de que sería un día agraciado, sin rastro de Hades ni sus súbditos. En el templo de Palutena, todo era paz y tranquilidad. Los Icarios volaban de aquí para allá, ya que todos tenían asignado un trabajo. Unos se encargaban de podar en el jardín, otros de hacer el desayuno, y los demás hacían tareas diversas, como limpiar o transportar cartas. Se podía decir que en el templo se brindaba de una comodidad exquisita. Palutena estaba situada en su altar, admirando la belleza del día que se mostraba ante sus ojos. De un ágil salto, descendió al suelo que estaba situado a unos metros, y se dirigió a su caldero mágico. Desde él, podía ver todas aquellas tierras que estaban brindadas con el poder de la luz. Fue revisando uno a uno los pueblos y reinos humanos, y vio en ellos alegría y determinación. Las guerras entre dioses siempre les afectaban, y solían tener pérdidas importantes. Las batallas entre los humanos habían cesado desde la caída de Hades, el dios del Inframundo, y eso debería de ser algo bueno, pero Palutena sabía que la oscuridad nunca descansa, y que tarde o temprano, contraatacarían. Alejando esos pensamientos de su cabeza, esbozó una sonrisa ante la felicidad que desprendían, y se dirigió de vuelta a su altar. Todo parecía ir bien. En ese instante, llegó un Icario mensajero volando hacia ella, y le entregó dos cartas. Una de ellas provenía del templo de Viridi, y estaba firmada por Pit oscuro. La otra en cambio, tenía una letra más basta, y provenía de un pueblo humano: Era de Magno. Ante su sorpresa, sendas cartas iban dirigidas a Pit.


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