- Pit ¿Dónde has estado? Palutena estaba muy preocupada por ti- dijo Viridi, mientras regañaba al ángel.Acababa de llegar al templo de la naturaleza, y allí solo se encontraban la diosa y Pit Oscuro, que no habían tardado mucho menos que él.
- Perdón, estaba algo... perdido- dijo, sonriendo.
Decidió no decir nada sobre las ruinas a las que le había conducido la esfera, poniendo una excusa algo más contundente.
Viridi parecía estar algo nerviosa, con un enfado extraño encima, y Pit Oscuro, mientras, descansaba en un sillón, revisando su Aetherion. Al ver esto, Pit abrió mucho los ojos.
Sacó él su esfera, y Pit Oscuro también se jactó sobre ello al instante.
-¿¡De donde has sacado eso!?- dijeron ambos a la vez, algo confusos.
El ver que el otro poseía una esfera como la suya les había dejado casi sin aliento.
- Me lo dio la diosa Palutena hace unos días, y me dijo que lo llevase encima. ¿Y el tuyo?- explicó Pit.
Viridi pareció interesarse en la conversación, pues ella sabía poco de eso también.
- Yo encontré esta en el jardín de Palutena, entre unas flores quemadas- dijo él, indiferente.
- Espera, ¿el día que pensamos que Palutena había muerto?- dijo Viridi, sorprendida.
Parecía ser que ambos, por extrañas circunstancias, poseían una muestra del Aetherion, sin saber la existencia de la otra.
- Exacto - dijo él, mirándola por varios lados- Me pareció bonita, y decidí cogerla.
En ese momento, apareció Palutena, jadeando. Le habían dado un gran susto para ir así, que se le fue al ver al ángel.
- ¡Pit!- gritó ella, alegre- ¡Lo hemos conseguido!
Se podía ver una bonita sonrisa en su rostro. Tras unos largos pasos, se abrazó a él, con una cálida risa.
Parecía estar contenta de volver a verlo.
- ¡Yo también me alegro de verte, diosa Palutena! De pronto, esa esfera me comió y...
Ella se apartó de él, y le miró a los ojos, de color celeste.
- ¿A donde te llevó la esfera, ahora que lo dices?- preguntó, curiosa.
Pit no sabía si decirle la verdad, pues podría herirla. Ícaro llevaba mucho tiempo muerto, y tal vez eso le afectara, pero peor era guardárselo.
- Bueno... La esfera me llevó al... Al templo de Ícaro- dijo él, algo entrecortado.
Ella se mantuvo callada, y dio un pequeño bote al escucharlo. No parecía haber sido lo más acertado.
- Entonces... Ya conoces tus raíces, ¿no?- preguntó ella, seria.
Él asintió, y sacó la carta que le había entregado aquella figura tan extraña en el templo.
- Y alguien allí me dio esto- añadió él, ofreciéndosela.
Parecía tener un tono verduzco, del tiempo que tenía.
Viridi interceptó la carta, cogiéndola ella, y guardándola en su bolsillo.
No quería hacer muy larga la conversación.
- Palutena, ¿de donde has sacado ese Aetherion?- preguntó, señalando a la esfera que tenía Pit en su mano izquierda.
- Ah, ¿"el amanecer"?- preguntó ella, sonriendo.
Viridi y Pit se quedaron algo extrañados.
- Ya es por la tarde, diosa Palutena- dijo él, mirando por la ventana.
La diosa rió.
- Me refería al Aetherion- dijo, manteniendo la compostura- Solo se vio un solo mineral de Aetherion en el mundo, y de él se pudieron observar poderes que obedecían a aquellos que lo llevaban. De este mineral, se produjo una división, pues varias personas estaban interesados en él, y se partió en tres trozos. El amanecer, el atardecer y la noche. Cada uno de ellos aportaba poderes diferentes, aunque provenían del mismo mineral. Hoy en día, solo se conoce el paradero de dos de ellas. Una de ellas..
Antes de acabar, se escuchó una explosión en los alrededores.
- ¿¡Qué ha sido eso!?- exclamó Pit Oscuro, sobresaltado.
Las hordas de la oscuridad no parecían descansar ni en este tiempo de paz provisional.
- Se suponía que no atacarían hoy- murmuró Viridi, yendo a la salida del templo.
Al llegar al exterior, vio a lo lejos un gran numero de monstruos, volando hacia ellos. Eran parte del ejército del inframundo, y con ellos estaba Hades.
Por tierra, varios monstruos de muchos metros de altitud, se acercaban lentamente a ellos, con grandes pisadas, destrozándolo todo a su paso.
- ¡Nos atacan!- gritó Viridi, alterada.
Hades se acercaba a ellos a lo lejos, dando órdenes a su ejército, de miles de monstruos, sonriente.
-¡Oh no!- dijo Pit, preocupado.
- ¡Debemos proteger el templo! ¡Defended, queridos míos!- ordenó Viridi a las hordas de la naturaleza. Incluso Petrodius se lanzó al combate, junto con Ámbar.
-¡Pit!¡La esfera, tras absorberte...!- dijo Palutena, pero tras eso, una piedra impactó en la zona inferior del árbol, en el que estaba situado el templo de la naturaleza.
- ¡Diosa Viridi, detendré esas rocas!- gritó decidido Pit Oscuro, corriendo hacia el borde del templo.
Ella asintió con la cabeza, y con un movimiento de bastón, le brindó con el don del vuelo.
- Debemos crear una barrera alrededor del templo, o lo destruirán- dijo Palutena, ante tanto temblor que se producía al choque con las rocas.
- ¡Tienes razón!- tras esto, Viridi corrió hacia las escaleras que se encontraban en un lateral de la sala, para subir a la punta más alta del templo.
Palutena se redirigió a Pit.
- La esfera te engulló, y tras eso, dejó esto- ella le dio un medallón, de color blanco, que tenía una forma triangular, con un signo extraño, de unas pequeñas ondulaciones azules.
- ¿Esto qué es, diosa Palutena?- preguntó él, algo extrañado.
- Es la piedra de creación de la montaña de Seyser. Apareció en el suelo después de que desaparecieras.
Cuando Pit alcanzó el medallón, sintió un escalofrío por todo el cuerpo, que le dio fuerzas. Se sentía mejor que nunca.
-¡Gracias, diosa Palutena, te lo agradezco!- le dijo este, sonriente.
Ella le devolvió la sonrisa, y fue a las escaleras por las que había ido Viridi, seguramente para ayudarla.
De pronto, vio como sus alas adquirían un color azulado, signo de que Palutena le había concedido el don del vuelo.
La guerra solo acababa de empezar, y la oscuridad no se iría ilesa de allí.
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Kid Icarus y el retorno de los Dioses.
Fanfic¿Qué ocurrió tras la caída de Hades y la victoria de la luz? ¿La luz perdurará para siempre, o la oscuridad volverá a la carga? Dos ángeles, dos diosas, dispuestos a salvar al mundo de la oscuridad.