Se dirigió hacia el jardín, absorta en sus pensamientos. Aquel era el lugar favorito de Pit en todo el templo, y se pasaba allí horas, admirando las bellas flores que relucían y brillaban ante los rayos del sol. Era un jardín enorme, que haría llorar hasta a Viridi, diosa de la naturaleza.
En el centro se encontraba una gran fuente de un niño con un carcaj de flechas a la espalda y un arco entre las manos, apuntando al cielo. Alrededor de ella, ocupando todo el jardín, las flores lo invadían todo, con sus colores vivos y brillantes. Pit se encontraba postrado debajo de el único Roble que se veía en todo el recinto, el cual estaba apartado de la fuente y la voluminosa vegetación, en un pequeño prado donde solo se alcanzaba a ver hierba. Amaba ese roble. Se acercó a él, y vio que se encontraba dormido, babeando. Le había comentado infinidad de veces el dormir en el templo, pero él siempre repetía con una sonrisa, que prefería dormir allí. Palutena lo zarandeó, repitiendo su nombre. Al ver que este no despertaba, se alejó de él unos pasos, y elevó su bastón, con una pícara sonrisa, y con un rápido movimiento, de él brotó un brillo azul, y Pit empezó a flotar. Empezó a marchar alegremente hacia la fuente, cetro en mano. Cuando llegó a ella, lo dejó flotando encima, y lo mantuvo allí unos instantes. Pit bostezó, ante el sonido del agua, y abrió un ojo, intentando vislumbrar lo que estaba ocurriendo. Palutena bajó con un movimiento rápido su bastón, y le arrojó a la fuente. Él se quedó perplejo unos segundos, empapado por el agua de la fuente, y esbozó una amplia sonrisa. Se puso a jugar con el agua, riendo y mojando todo lo que veía.
-No hay nada como un buen baño para despertarse- decía Pit, sonriendo.
Palutena sonrió, y le tendió la mano.
-Te vas a resfriar ahí dentro. Sal, tengo que decirte algo- dijo ella, alegremente.
Él no rechazó su mano, y salió de la fuente como pudo, calado hasta la nariz. Se acercaron a la sombra del roble, y Palutena le tendió las cartas que iban a su nombre.
-¿Son para mí?- dijo alegre, por haber recibido cartas, y se aclaró la garganta- Me habrá salido algún admirador de tanto salvar el mundo.Ella rió.
- La fama se te tendría que subir a la cabeza, Pit... Pero solo si fueras famoso.
- ¿Qué insinúas diciendo eso, diosa Palutena?- dijo, arqueando las cejas y cruzando los brazos.
- Solo bromeaba. Son de Pit Oscuro y Magno- informó mientras sonreía.
Abrió primero la carta de Magno. Era un sobre algo soso, y con una letra algo basta. La carta contenía un mensaje corto, pero con una ortografía más delicada y bonita.
Querido Pit
Te agradecemos todo lo que hiciste por nosotros hace unos meses, y queríamos agradecértelo de alguna manera. Pásate algún día a visitarnos.
Un saludo
Magno y GaolSe alegró al leerlo. Al parecer, Gaol y Magno eran más íntimos de lo que parecía, e iría a visitarles encantado.
Después, agarró la de Pit Oscuro. El sobre estaba decorado con adornos dignos de los dioses. La letra era lujosa y peculiar.Eh ¿cómo te va? ¿Aún sigues con tu querida diosa? Me preguntaba si querías venir al templo de Viridi a batirte en duelo conmigo. Seguro que cuando llegue esta carta, estarás durmiendo, ya que es típico de ti. Es lo mismo, ven esta tarde.
Si tienes agallas
Pit OscuroAl leer esto, a Pit se le iluminaron los ojos. Claro que quería batirse en duelo contra Pit Oscuro, y no podía esperar un segundo más. Atravesó el jardín como un rayo, y se dirigió al interior del templo. Agarró su arco, se echó la esfera que Palutena le había entregado días antes, y se dirigió a la puerta principal, rumbo al templo de Viridi. La euforia que sentía era asombrosa. La voz de la diosa le hizo pararse en seco.
-Pit, ¿llevas la esfera? Es muy importante- dijo Palutena, arqueando una ceja.
-Sí, la llevo en el bolsillo- dijo sin darle más importancia- Diosa Palutena, por favor, por favor, te lo suplico, necesito el don del vuelo ahora- dijo Pit, sin dejarle responder, ilusionado.
Tras pensárselo unos momentos, esbozó una sonrisa, y dio unos golpecitos al aire con su cetro.Las alas de Pit se volvieron de un brillo azul. Se despidió con la mano y una sonrisa, y se fue volando por el cielo. Las puertas del templo se cerraron. Palutena sonrió, y volvió a su altar, canturreando una marchosa sinfonía.
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Kid Icarus y el retorno de los Dioses.
Fanfiction¿Qué ocurrió tras la caída de Hades y la victoria de la luz? ¿La luz perdurará para siempre, o la oscuridad volverá a la carga? Dos ángeles, dos diosas, dispuestos a salvar al mundo de la oscuridad.