¿Novios?
Esa era una palabra muy comprometedora y fuerte para ella.
—¿No lo quieres? —preguntó Max levantando una ceja.
—Claro que lo quiero, no seas imbécil.
Lo quería muchísimo y si no fuese por su partida a Inglaterra, todo seria tan fácil, ellos podrían ser algo más.
—Ese es tu problema, Kay. Siempre lo ha sido, piensas demasiado. Sé que tienes que irte a Londres, ¿Qué importa? Faltan más de tres meses, tienes tiempo.
—No quiero que me rompan el corazón, tampoco quiero rompérselo a el.
Max parecía triste, pero Kaya sabia que no estaba listo para darse por vencido.
—¿Y pretendes rompérselo diciéndole que no? Créeme que será peor. El te quiere Kay. Tampoco voy a lavarte el cerebro, eres lo bastante mayor para saber lo que haces.
—Max, ¡No te enojes conmigo!
—Soy tu mejor amigo y me molesta que no quieras ser feliz.
Se sentía culpable, quería ser feliz, el corazón lo pedía a gritos, sonaba estúpido, pero la razón siempre había mandando en su vida. Tenía prioridades como lo era la universidad. Pero ahora estaba Grayson y puso su mundo patas arriba. Abrazó a Max, era reconfortante para ambos. Le gustaba saber que el siempre estaría ahí para ella y le emocionaba aún más saber que se iría con ella a Inglaterra.
—Tengo que pensarlo.
—Nunca imagine decirle esto a alguien pero... ¡Tienes que dejar de pensar!
Ella río. Tenía razón.
***
El profesor de física parpadeó rápidamente, era un tic nervioso que tenía cada que un supervisor de sentaba al final de la clase para evaluarlo. Pobre hombre, no quisiera ser el.
—Señorita Humphrey, por favor, pase y díganos quien es el señor Max Planck.
Max era su amigo, pero no tenía jodida idea de quién podía ser ese tal Max Planta.
—¿Max Planta? —preguntó en voz baja a su mejor amigo.
—Planck.
Tragó en seco. ¿Cómo se libraría de aquello? En ningún recóndito lugar de su mente había nada con ese puto nombre. Frederick la miraba con desespero. No quería dejarlo mal frente al supervisor, era un buen profesor y en clases normales, no importaría si no sabia un rábano. Ahora, importaba. Y mucho.
Tecleo rápido en su móvil y jaló el audífono que llevaba por debajo de la chaqueta, lo colocó sobre la oreja izquierda y lo cubrió con su cabello.
—¡Señorita Humphrey! —La reprendió.
—Que ya voy... —murmuró—, fue premiado con el Nobel y considerado el creador de la teoría cuántica. —decía y agradecía a Wikipedia al igual que a su memoria fotográfica—. Albert Einstein dijo: "Era un hombre a quien le fue dado aportar al mundo una gran idea creadora". De esa idea creadora nació la física moderna.
El profesor sonrío aliviado.
Después de ello, tres más pasaron al frente y la clase termino. Max corrió hacia el auto al igual que ello.
—Casa de los Dolan.
Tocó la puerta, la sonrisa se borró al ver a Grayson con los ojos rojos. Quiso preguntarle que sucedía, pero sus brazos la rodearon y la estrecharon. Caminaron hacia su habitación, se sentaron en la cama y cuando se separaron, la mirada de Grayson, perdida y rojiza la destrozó.
Le acarició el cabello y lo pego a su pecho, trazaba círculos sobre su omoplato. Quería reconfortarlo y por desgracia no sabia como.
—Gray, ¿Qué sucede?
—Mi madre, mi madre regreso con papá. Es frustrante, la ha lastimado tanto, no entiendo porque lo ha hecho.
Le beso la cabeza, el levantó la mirada, parecía un niño pequeño de grandes ojos. Qué guapo que era.
—Cometemos errores. Siempre lo hacemos. Deja que ella se de cuenta del error que ha cometido.
—Eso me ha sonado a trabalenguas.
Que bromeara era un avance. El Grayson feliz era mucho mejor que el triste. Lo entendía, el proceso entre los padres a punto de divorciarse era difícil, pero no imposible de sobre llevar. Quería ayudarlo e iba a hacerlo. Era su amiga y algo más.
—¿A qué has venido? —La miraba ansioso, tal vez lo suponía.
Sus mejillas ardieron y se sintió estúpida, pero sonreía porque lo quería. La boca seca, la respiración agitada, todo en un mismo segundo antes de decirle:
—Quiero ser tu novia.
El abrió la boca, parecía sorprendido.
Los ojos se le llenaron de felicidad, le beso la sien, la nariz, la frente, las mejillas y por último, los labios.
—No sabes cuanto imagine este momento —chilló, la inocencia en aquella frase la hizo quererlo aún más. Sentirse más segura de que era el chico indicado, al que ella quería—, te quiero. No puedo esperar a que el mundo se entere.
Se levantó y dio brincos por todo el cuarto. La felicidad que derrochaba contagio a Kaya. Que extraña sonaba la palabra «novios».
—Mujer de hierro, te quiero.
Quiso golpearlo pero ahora, besarlo parecía más importante. Después de un corto beso, sonrío juguetona mente, Kaya frunció el entrecejo divertida.
—A ver, señorito, dígame que le pasa.
—No sé si quiero ahora que seas mi novia.
Ella río, sabia que bromeaba, el comenzó a hacerle cosquillas y ambos terminaron en el piso. Kaya se defendía con otro ataque de cosquillas, la risa cantarina de su novio resonaba por todo la habitación. «Detente», murmuraba pero no dejaba de hacerle cosquillas. Terminó sobre el, lo observó detenidamente. Se acercó a su rostro, sostenida por sus brazos en el piso y le dio un beso en la nariz. Las risas de pronto cesaron y ahora se miraban fijamente. No hacían nada, pero era un momento tan intenso que cuando Grayson le acaricio la barbilla, un toque ligero, la desarmó, cerró los ojos y la atrajo hacia el. Besarlo era mil veces mejor ahora que sabia, que era completamente suyo. Sus hermosos ojos avellana la observaban, transmitían una calidez que le abrazaba el alma, se sentía querida, se sentía amada y ese era el mejor sentimiento que había experimentando en mucho tiempo.
Le quería, seria un crimen negarlo.
N/A: Sé que es algo corto, pero quería subir aunque sea un poquito. Ya que la maldita, si, ¡Maldita universidad me tiene comiéndome las uñas! En fin, espero que les guste, voten, comenten. Abrazos, sayonara! ❤️
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Midnight City » Grayson Dolan.
Fanfiction«Incluso a medianoche, no puedo dejar de pensar en ti... » «Te quiero, te amo... Aún así, ¿Qué importa? Mi amor no es correspondido de la misma manera.» Más allá de la medianoche.