Al cerrar los ojos, le ardieron como fuego, irritados y rojizos por tantas lágrimas que había derramado, las cortinas estaban cerradas, creando una atmosfera lúgubre. El día anterior, había dejado a Grayson tomarla entre brazos y reconfortarla, cuando el tuvo que marcharse —obligado por su madre, Suzanne—, se desplomó aún más. Se echo sobre la cama y su madre la abrazo sin decir ni una sola palabra, Kaya sabía que la comprendía, pero en aquellos momentos lo único que deseaba era sumirse en la soledad y tal vez... desaparecer.
No salió de su habitación la mañana siguiente, ni siquiera en la tarde para almorzar, el estómago gruñía por comida, pero no importaba porque su corazón estaba roto. Sus pensamientos la volvían loca, su madre extrañamente había entrado solo para dejar un sándwich frente a ella, sin embargo Kaya no se atrevió a tocarlo. Era como una especie de castigo consigo misma, después de todo, había sido su culpa ser tan descuidada, si tan solo hubiese cerrado ese cuarto con llave, las cosas serían distintas.
Miró su móvil sorbiendo por la nariz, su visión borrosa por el llanto sumada a la luz enceguecedora, hicieron que le diese jaqueca. Tenía demasiadas llamadas perdidas, mensajes y buzones de voz, no los revisó, su ánimo estaba por los suelos y lo que menos necesitaba era un regaño por parte de sus amigos. Además, estaba siendo débil, tan débil... Tenía derecho a serlo, pero no quería que nadie la viese así. Desecha, frágil y sufriendo.
Se había roto la cabeza, pensando en quien podía odiarle con tal magnitud para hacer trizas todo aquello. Pero nada llegaba, no encontraba al culpable de su desgracia. Su madre irrumpió de pronto en la habitación, abriendo las cortinas, se llevo las manos tapando sus ojos y se quejo exclamando maldiciones.
—Te he dejado llorar, pero esto no puede seguir así. —La reprendió y el enojo de Kaya no hizo más que incrementar.
—Mamá, no tengo ganas de escucharte.
Yarah le advirtió con la mirada que tuviese cuidado con sus palabras. Se arrepintió y se sentó en la orilla de la cama abrazando una almohada, su madre la imitó.
—Te comprendo, mi vida —musitó dándole un abrazo—, créeme que si no lo hiciera, no te hubiese dado tiempo para pensar, aunque puedo asegurarte que lo único que hiciste fue llorar.
Ella asintió avergonzada.
—Ahora es tiempo de dar vuelta a la página.
Aquello sonaba tan fácil.
—¿Cómo? —No sabía como podría salir adelante después de aquello. Perder las pinturas fue terrible.
—Pinta de nuevo.
—¿Qué? —preguntó incrédula, quiso reír, no porque fuese gracioso, sino porque aquello era inverosímil. No podía hacerlo, jamás dudaría de su capacidad, pero el tiempo había acabado, en tres días vencía el plazo para enviar las pinturas.
—Sabes que puedes hacerlo. Siempre has sido tenaz, hija. Nunca te has dado por vencida y ahora, ¿Vas a hacerlo? —su voz comenzó a subir de tono—, ¿Es eso lo que te he enseñado? Yo creo, yo confió en ti, como también lo hace tu padre. La vida es dura, pero es demasiado hermosa como para dejarla ir, como para renunciar a los sueños, a tus sueños.
—Lo sé, mamá.
—¿Crees que cuando me separe de tu padre no tuve miedo? Claro que tenía una carrera, he trabajado muchísimo, pero cuando cumpliste ocho, me dedique solo a la familia, lo hice por amor a ustedes y no me arrepiento. Tu padre me engaño, estaba aterrada, es un buen hombre, pero estaba desesperado —inquirió—, y dijo que no me daría manutención para ti.
—Y al final, retomaste tu trabajo, saliste adelante y ahora no necesitamos del dinero de papá, aún si dejase de mandar mi pensión, podríamos vivir.
Dejo que su madre la abrazase de nuevo, estaba triste y como una niña pequeña, se sintió segura entre los brazos de su madre. Tenía que hacer algo, no podía dejar sus sueños morir de esa manera.
—Tus amigos han venido a verte, pero les he dicho que regresen en otro momento.
Asintió reteniendo las lágrimas, no quería ver sus ojos llenos de pena mirándola fijamente.
—Grayson también, paso toda la mañana aquí. Se fue hace una hora, dijo que regresaría a las cinco.
Yarah le beso la frente, la tristeza seguía ahí, instalada en ella, las palabras de aliento de su madre luchaban contra la amarga marea de recuerdos y desilusión. Su madre se acostó junto a ella y se sumieron en un profundo sueño.
El problema seguía ahí, pero tenuemente podía ver la luz al final del túnel.
***
No había palabras que pudiesen describir lo doloroso que resultaba ver a la persona que amas en ese estado. Grayson se sentía inútil, así que cuando fue la mañana siguiente y descubrió que Kaya no había querido salir de su habitación, el miedo que experimento fue aún peor. Tenía que hacer algo, no solo para subirle el ánimo, necesitaba algo más. Así que cuando la madre de su novia lo dejo entrar al cuarto en donde aún se encontraban desperdigados los trozos de pinturas, tuvo una brillante idea.
Hizo unas cuantas llamadas, recogió todo y salió de ahí. Necesitaba ayuda. Horas después, decidió era tiempo de regresar con Kaya. Eran las seis, una hora después de lo que había dicho regresaría, Yarah lo dejo pasar.
—Pasa —escuchó decir a la chica, su voz sonaba irritada, por el llanto o porque había pasado horas sin hablar.
Se veía pálida, con los labios resecos y los cabellos desordenados. La impotencia recorrió su ser como un veneno abrasador, apretó los puños, sintió la sangre acumularse en ellos, quería lanzar puñetazos a la pared, que sus nudillos sangraran imaginando que golpeaba al bastardo que hizo girones las pinturas, pero ahora el tenía que ser fuerte, ella lo miraba con los ojos vidriosos, se acercó con cautela, el enojo seguía ahí, pero no pudo evitar abrazarla. Le beso la sien, quería asegurarle que se encontraba ahí. Que todo estaría bien.
—¿Qué te sucedió? —la preocupación era latente, la mano derecha de Kaya tenía un corte enorme.
—Estaba molesta, tire todo y el espejo se rompió.
Había hablado con la madre de Kaya, sabía de su estado, que había perdido el control, notó a Yarah molesta por ello, la entendía, a nadie le agradaba la idea de su hijo sufriendo y cometiendo locuras. Pero ella nunca mencionó aquello, tal vez no se percato... o tal vez su novia mentía.
—Kay...
—Fue en el baño, después de hablar con mi madre, me descargue en silencio una vez más. La última, porque he decido parar de llorar.
—Me duele tanto verte así...
Y ahí, juro por su vida, que encontraría a la persona que le había hecho daño a la mujer que amaba.
N/A: Capítulo corto, pero espero que les guste. ¿Quién creen haya roto los cuadros de Kaya? Chan chaaaaaan. Las dejo con la intriga, muajajaja. Sayonara!
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Midnight City » Grayson Dolan.
Fiksi Penggemar«Incluso a medianoche, no puedo dejar de pensar en ti... » «Te quiero, te amo... Aún así, ¿Qué importa? Mi amor no es correspondido de la misma manera.» Más allá de la medianoche.