Faithfully [actbh #2]

Capítulo 35

You and I walk a fragile line
I have known it all this time
But I never thought I'd live to see it break
It's getting dark and its all too quiet
And I can't trust anything now
And its comin' over you like its all a big mistake

Holding my breath, won't lose you again
Something's made your eyes go cold

Come on, come on don't leave me like this
I thought I had you figured out
Something's gone terribly wrong, you're all I wanted
Come on, come on don't leave me like this
I thought I had you figured out
Can't breathe whenever you're gone
Can't turn back, now I'm haunted

Stood there and watched you walk away
From everything we had
But I still mean every word I said to you
He will try to take away my pain
And he just might make me smile
But the whole time I'm wishin' he was you instead
Oh, oh, holding my breath, won't see you again
Something keeps me holding on to nothing

[ Haunted – Taylor Swift ]

Julia.

Normalmente, todo adolescente que se precie se siente emocionado y lleno de ilusión en un día tal como su graduación del instituto. Es uno de los días más importantes para gran parte de las personas: No solo significa que te den un apretón de manos por tu esfuerzo durante todos estos años y después asistas a un baile cutre con personas a las que probablemente no vuelvas a ver en tu vida. También simboliza el cierre de uno de los capítulos más difíciles de la vida de una persona: La adolescencia.

Tras esta etapa, la del instituto (más inolvidable y feliz para unos que para otros), comienza la universidad: Eres mayor de edad y ya te consideran un adulto (uno joven, al menos). Comienzas a tener responsabilidades y preocupaciones de verdad, dejas tu hogar para marcharte fuera y comienzas a ver la vida de otra forma.

No obstante, a mí todo esto de la graduación me parece una completa absurdez, una pantomima creada para que se regocijen incluso más una panda de adolescentes egocéntricos y les hagan creer que han conseguido el mayor logro de su vida, cuando está claro que esto no es más que el comienzo de la verdadera vida.

Una persona (normalmente alguien popular) con la que probablemente nunca has hablado da un discurso sobre no olvidar jamás a esos maravillosos compañeros y amigos que hemos hecho en el instituto (insertar un fiero tono sarcástico de mi cosecha), sobre cómo el instituto ha influido en nuestras vidas y lo inolvidable que será esta gran etapa de nuestra vida.

Todo esto es muy bonito para aquellas personas que hacen del instituto su reino, lo engrandecen e incluso lo divinizan. Pero para aquellos que, como yo, siempre hemos pasado desapercibidos y completamente invisibles, no es más que un episodio incluso traumático de nuestras vidas que no queremos más que cerrar de una vez por todas, esconderlo en un rincón de nuestra mente donde no podamos encontrarlo y dejar que se llene de polvo.

Por eso, la perspectiva de este día no se me antoja precisamente emocionante.

Desde que me he despertado, he andado de un lado para otro como un zombi, escuchando las exclamaciones emocionadas de mi padre y Jenna sobre esta tarde y sobre lo orgullosos que están tanto de Will como de mí.

Estoy segura de que si supiesen la existencia de esa carta procedente de Cambridge que escondo en mi cuarto, probablemente no se mostrarían tan ilusionados.

Mantengo la mirada fija en la carta en cuestión, que sostengo entre mis manos sobre mi regazo, con la vaporosa falda de mi vestido púrpura extendida a mi alrededor, sobre la butaca frente a mi tocador. Le he dado tantas vueltas y he manoseado tanto el sobre de color crema que ha empezado a perder parte del brillo que lo caracterizaba cuando llegó a mis manos. Lo giro y me quedo mirando el borde del sobre, justo donde se pliega sobre sí mismo, cerrado con pegamento. Tanto tiempo con esta carta en mi poder... y aún no me he atrevido a abrirla.