Prólogo

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-Podría independizarme. A fin de cuentas, ya soy mayor de edad. - este era quizás mi vigésimo séptimo intento.

-No podemos permitirnos pagarte un apartamento Guille, por algo regresamos al pueblo. - dice mi madre metiendo su colección de figuritas de búhos de madera en una caja.

-No importa. Buscaré un trabajo de cinco a diez y me pagaré yo el apartamento. - digo, creyendo que por un momento la había convencido.

-Ni tu terminas de creerte que te dejaré estudiar y trabajar a la vez. Además, ¿porqué te niegas tanto a regresar, Guille? - me responde, haciéndome resoplar de indignación.

-Los adolescentes de ese pueblo son un asco, mamá. - digo, señalándola acusadóramente.

-Con Gorka te llevabas muy bien - dice, señalándome ahora a mi.

-Esa es la excepción. - gruño.

-No puede ser tan malo. Además, la culpa es tuya. Si el año pasado te hubieses aplicado lo suficiente durante el curso no hubieses repetido, y podrías quedarte aquí trabajando o venir al pueblo sin necesidad de regresar al instituto. ¡Ay! - grita, cuando se corta con un trozo de cristal que cuelga de una de sus figuritas, y después se lo lleva a la boca. -No hay más que hablar, Guillermo. Vendrás al pueblo conmigo y con tu hermana.

-¿Donde dejo esta caja, mamá? - mi hermana hace presencia en la habitación de mi madre.

Salgo de la habitación golpeándome el hombro con mi hermana, aún sabiendo que ella no tiene la culpa de nada. Quizás a ella si le valla bien allá, o por lo menos eso espero, pero yo no.

Estúpido Woken Hils, ¿Qué tienes que tanto atrae a mamá?

Atrévete a dominarme {Wigetta} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora