Capitulo dieciocho

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Atención, este capítulo tendrá contenido explícito (dentro de lo que cabe). Si no gustas de ello, en vez de leerlo y luego dejar algún comentario fuera de lugar, simplemente no lo leas.

Samuel se encontraba boca arriba, y yo tenía una de mis piernas sobre las suyas, y mi mano izquierda agarraba su camisa fuertemente. A través de la ventana abierta se escuchaban a los grillos y algún que otro coche que pasaba por la calle. Mamá había llamando diciendo que llegaría tarde, y Sandra me había enviado un mensaje diciéndome que se quedaría a dormir en casa de una amiga. Escondí mi cabeza entre el hombro de Samuel y la almohada después de que una ráfaga de aire entrara por la ventana y provocase en mi un escalofrío.

-¿Puedo preguntarte algo? - dije en voz baja, aun sabiendo que no iba a molestar a nadie.

-Claro.

-¿Porque estas caliente? - tras un corto silencio, en el que mi mente se dio cuenta de que podría haber malinterpretado mis palabras, mis mejillas tomaron un intenso color carmín y me apresuré a aclararme. - Me refiero a que como es que tu cuerpo está tan caliente, si se supone que los vampiros estáis fríos.

-Pues veras - dijo sonriendo -, hay varias maneras de calentar nuestro cuerpo.

-¿Como cual? - dije curioso.

Pero en vez de contestar a mi entusiasmo, la atmósfera de la habitación se fue volviendo más asfixiante pero lejana a la vez entre nosotros. No se si suspire porque había estado conteniendo la respiración durante unos segundos, o si lo hice porque Samuel se había acercado demasiado a mi. Paso sus dedos sobre el borde de mi pantalón, y luego introdujo su mano bajo mi camiseta, acariciando mi abdomen.

-¿Quieres que te muestre cual es mi favorita? - susurró en mi oído, después de haber mordido el lóbulo de mi oreja.

Asentí demasiado enérgicamente en mi opinión, y tragué pesadamente. A pesar de haber tenido frío hacía a penas dos minutos, ahora sentía que la calor se estaba volviendo casi insoportable. Más aún cuando Samuel paso una pierna sobre mi y quedó a cuatro sobre mi cuerpo, pero sin dejar que todo su peso callera sobre mi.

Lamió lentamente mi labio superior, para después hacer lo mismo con el inferior y morder este último, provocando otro suspiro por mi parte. A pesar de haberme encontrado en situaciones "similares" a esta, era sin duda la vez que más nervioso estaba. Y es que sentía que si se quitaba de encima mía iba a salir corriendo y me iba a esconder debajo de la cama. Sentía como mi corazón golpeaba mi pecho casi tan fuerte que creía que iba a fracturarme alguna costilla.

-Nadie va a morderte pequeño, relájate. - dijo, acariciando mi mejilla.

Lo que me hizo recordar que cosas como estas, más el sentimiento que tenía hacia él, era lo que me hacía permanecer a su lado. Pasé un brazo alrededor de su cuello, atrayéndolo hacia mi, mientras que mi otra mano se enredaba con su pelo, suave como siempre. Hubo un pequeño momento en el que pensé que iba a regañarme por despeinarle, sabiendo la obsesión que tenía con su pelo. Y casi sonreí cuando le besé, cortando su queja, y haciendo que se olvidase de ello.

Esta victoria es para mi.

Noté como sus manos se pusieron en mis caderas, y lentamente fue subiendo mi camisa mientras que nos besábamos. Sus dedos provocaban que mi piel se erizars, y le escuché reír cuando al pasar sus dedos por una zona intermedia entre mi cintura y mi espalda provocaron que arqueara la espalda debido a las exageradas cosquillas que tenía en esa zona.

Atrévete a dominarme {Wigetta} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora