Capítulo once

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Golpeaban y golpeaban la puerta una y otra vez insistiendo, ¿No podían esperar un poco? Salí de la cama y entre las maletas busqué unos boxers puesto que la noche anterior me había lanzado en la cama como dios me trajo al mundo después de ducharme. Ahora tocaban el timbre sin cesar y el maldito pitido estaba apunto de romperme los tímpanos.

-¡Ya voy! - grité molesto.

Bajé las escaleras lo más rápido que pude, pero aún así sin correr. Ya me había roto un tobillo, y no deseaba romperme el otro también. Cuando abrí la puerta, dispuesto a reclamar de manera muy poco agradable la excesiva insistencia, las palabras simplemente quedaron atascadas en mi garganta. Carlos me miraba con el ceño fruncido y los brazos cruzados, y sin que yo le diera el permiso fue él el que entro en mi casa como si de la suya se tratara.

-Se que apenas hace una semana desde que ambos sabemos que somos padre e hijo, pero tengo su hacerlo. - dijo, quedándose de pié imponente mente en medio de mi salón.

-¿Hacer el que? - pregunté quedándome tras el respaldo del sillón, pues no se muy bien por qué pero me resultaba incomodo estar en boxers delante de mi padre.

-¡Regañarte! - gritó como si fuera lo más obvio, y debo reconocer que un temblor me recorrió el cuerpo, igual o peor que como lo hacia cuando mi madre me regañaba.

-¿Pero porque..?

-¡Expulsado tres días!¿En que estabas pensando?¿Que clase de comportamiento es ese? Uno no va por ahí rompiéndole la nariz al primero que se cruza por su camino, y mucho menos si lleva el apellido De Luque a sus espaldas. Ser de esta familia es más que tener una cara bonita... - creo que lo de engreído lo heredó de Samuel -, también es un buen comportamiento y una buena imagen, Guillermo. Y puede que no hubiera sido tan grave si hubiera sido con cualquier otro chico del pueblo, pero ¿Enserio? ¿El hijo del alcalde?

-¡No fue mi culpa! - intenté defenderme -, yo...

-¡No me interrumpas! - dijo molesto, y en su rostro había varias expresiones entremezcladas. - No me vengas con que no fue tu culpa, Guillermo, fueron tus manos las que golpearon su rostro, y permíteme dudar que estas actúen por si solas. Debes aprender a controlarte y no dejar que nadie pase por encima de ti.

-Pero fue por eso mismo - dije levantando las manos como si fuera algo obvio. - No iba a dejar que me pegara de nuevo.

-¿De nuevo? - esta vez ya no gritaba, si no que sus cejas estaban alzando, abriendo casi al máximo sus rasgados ojos. - ¿Cuantas veces ha puesto sus manos encima de ti?

-Bueno... yo...

-¿Cuantas veces se a atrevido a golpearte ese hijo de puta? - me sorprendió bastante ese vocabulario, puesto que no encajaba para nada con su imagen.

-Bu-bueno, yo...

-Guillermo... no soy un hombre muy paciente.

-Un par de veces - respondí encogiéndome de hombros.

Fui tras el casi corriendo y intentando detenerlo antes de que montara en su coche. Si, estaba en boxers, pero me importaba más lo que fuera que Carlos quería hacer.

-¿Que haces?¡Espera!

-Regresa dentro Guille, estas casi desnudo.

-¡Para! - grité parándome delante de la puerta de su coche para que no subiera - ¿Se puede saber que tienes intenciones de hacer?

-Ir a hablar con el alcalde y decirle que como no le ponga una correa al animal que tiene por hijo dejare de hacer tan altas donaciones al ayuntamiento. - dijo él, intentando apartarme.

Atrévete a dominarme {Wigetta} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora