Capítulo venticuatro.

3.7K 382 63
                                    

Rodeé lentamente la mesa de madera y lentamente me senté en mi silla, sin despegar ni un solo segundo la mirada del desconocido hombre que se había presentado en mi despacho sin aviso alguno. Durante un momento pensé que quizás se trataría de algún padre que venía a preguntar por el rendimiento de su hijo, o para inscribirle al nuevo curso. Pero la manera tan suave y ligera en la que había abierto la puerta de mi despacho, que le resultaba pesada a la mayoría de personas normales, había dejado en claro que se trataba de un ser sobrenatural.

El hombre de pelo rubio, recogido en una pequeña coleta hacia atrás me observaba con una sonrisa socarrona en el rostro, y yo cansado de esta situación un tanto estúpida, apoyé mis codos sobre la enorme mesa y me incliné ligeramente hacia delante.

-¿Y bien? - pregunté observándole.

-¿Y bien, que?

-Dime ya quien eres y que quieres, no tengo el mínimo interés de perder mi tiempo con un desconocido que sinceramente no me interesa en lo más mínimo.

Su risa inundó durante unos instantes el despacho, pero ante mi rostro, serio y con una ceja arqueada, pareció darse cuenta de que ni todos los modales del mundo, ni todas las palabras amables me iban a hacer cambiar de opinión.

-Que serio eres, barbitas.

-¿Como me has llamado? - dije, levantándome amenazante, y el sólo levantó sus manos en señal de paz.

-Ni siquiera se como te llamas, de alguna manera tenía que llamarte.

-Si es así llámeme director, que es lo que soy. - dije, sentándome nuevamente en la silla. - Digame que es lo que quiere y márchese de una vez.

Algo frustrado -por diversos motivos que en este momento no me apetecía enumerar-, y cansado me froté las sienes.

-Llevo un par de días dando vueltas por el pueblo. Soy muy observador, y me he podido dar cuenta de muchos de tus movimientos. - aquel comentario captó completamente mi atención. - No me importa en lo más mínimo que andes asaltando casas o follándote con ese niño a altas horas de la mañana. Por cierto, muy conmovedora la historia de tu asesinato, si.

-Basta - dije golpeando la mesa a la vez que me levantaba-. Fuera de mi instalación.

-Venga, no te pongas así, que ahora viene la mejor parte.

-He dicho que...

-Bla, bla, bla. No te voy a rogar, así que calla y escucha. Se perfectamente que quieres matar a Michael. Debo admitir que yo también he querido hacerlo muchas veces a lo largo de varios siglos. Pero la realidad es la siguiente, tu sólo no podrás matarle, y yo no quiero matarle, pero no puedo dejarle K.O yo sólo, y quiero tu ayuda y la de tus amiguitos.

-No necesitamos tu ayuda, yo mismo me encargaré de que Michael muera lenta y dolorosamente, al igual que todas las personas a las que el a matado.

-Mis principios me prohíben permitir que hagas tal cosa. Pero estoy siendo sincero cuando digo que quiero dejarle en un largo y profundo sueño. He estado durante años visitando a esas brujas molestas en decenas de países y no voy a dejar que un inútil como tu desbarate mis planes.

-Dime ya quien demonios eres y a que tanta insistencia, estas acabando con mi paciencia.

-Pero que aburridos sois - dijo levantándose lentamente y tendiéndome su mano -. Mi nombre es Mártin, y soy el hermano de Michael.

-Largo - pronuncie, sin siquiera haber estrechado su mano.

-Puedes confiar en mi, a mi Michael también me ha hecho daño. - argumentó.

Atrévete a dominarme {Wigetta} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora