Capítulo catorce

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-¿Enserio? - pregunté riendo.

-Enserio. Estuvo tras de mi por semanas consolándome, y luego resultó que lo que quería era llevarme a la cama. - me contó mientras con mi mano entre las suyas jugaba con mis dedos.

-Por mucho que lo intente nunca entenderé a Martín. A saber que es lo que pasa por su cabeza. - dije sentándome nuevamente.

No se muy bien que fue lo que paso por nuestra cabeza, pero habíamos terminado en el patio trasero sentados en el césped porque ninguno de los dos tenia ganas de volver a clase. Y es que lo que menos me apetecía ahora era una larga clase observando como Mangel y Rubén coqueteaban entre trazo y trazo. Y Susana por lo visto tampoco tenía intención de entrar a la clase de gimnasia. Susana se levantó para tirarse sobre mi, haciendo que volviese a quedar tumbados, y ella en una clara posición de koala. Aún me acuerdo de cuanto le pueden llegar a gustar esos feos bichos. Un carraspeo fue suficiente como para que ambos nos levantáramos de un salto.

-¿Creían que no íbamos a darnos cuenta de su falta a clase? - dijo, cruzando los brazos muy molesto.

Me dieron ganas de golpearme con algo bastante duro y con pinchos si podía ser. Me sentía más tonto por el hecho de no haberme dado cuenta antes de que apenas tardarían unos minutos en enterarse de nuestra falta de asistencia que por el que nos hubieran pillado. Susana miraba el suelo realmente apenada, y se podía apreciar que se veía muy arrepentida y angustiada, y no me extrañaba. Con la madre que tenía cualquiera se sentiría así si acabaran de pillarle haciendo novillos.

-Samuel, no...

-Director. Debes dirigirte a mi como Director o Director Samuel. - creo que en mi vida había tenido los ojos tan abiertos.

-Susana - dije tocándola el hombro,-. ¿Podrías dejarme un minuto con el Director De Luque?

Susana se alejó lentamente y se acercó donde habíamos dejado anteriormente las mochilas. ¿Que es lo que le sucedía a este hombre? Estaba cansado de tales reacciones como las suyas. Podía intentar entenderle siempre y cuando hubiera una razón lógica de por medio, pero ¿porque había sido tan grosero ahora?

-¿Que es lo que te pasa? - pregunté enfadado.

-¿Que qué es lo que me pasa? ¿A mi? ¿Acaso crees que es normal estar así con alguien aún teniendo pareja?

-¡No tengo pareja!

Posiblemente todos o gran parte de los alumnos habían escuchado ese grito, pero me daba igual en ese momento. ¿Quería hacerme sentir mal? Pues quizás fuera él el que debería sentirse culpable, porque yo no había hecho nada malo de lo que arrepentirme. Lentamente Samuel se acercaba hasta mi, y yo intenté apartarme hasta que estiró uno de sus brazos y me agarró de la sudadera, tirando de mi cuerpo hasta que apenas nos separaban unos cuantos centímetros. ¿Que estaba haciendo? Se agachó hasta quedar casi a mi altura, aun mirándome desde arriba, y me miró tan fijamente a los ojos que creí marearme. ¿Que me estaba sucediendo?

Me encontraba flotando en una nube. No había un solo ruido a mi alrededor, no había aire, no había nada. Yo me sentía en la nada. Samuel seguía mirándome fijamente hasta que vi como sus ojos tomaron ese característico color negro que antaño me había parecido hermoso, aunque en ese momento, en esa circunstancias, y teniéndole tan cerca, más que hermosos me parecían amenazantes.

-Coge tus cosas y espérame en el coche. - dijo, para seguido soltarme.

Y no se porqué, pero lo hice. Deseaba quedarme ahí y gritarle que por gustarme él ya no tenía el derecho para andar mandándome como a un niño pequeño. ¡Yo era libre! Podía entender que se pusiera celoso, todo el mundo se pone celoso, incluso yo me puse celoso la otra noche cuando él habló con la hermana mayor de Martín, pero a fin de cuentas por muchas inseguridades que yo tuviera, él me había elegido a mi, y se supone que me quería a mi, ¿no? Pues ya esta.

Atrévete a dominarme {Wigetta} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora