Capítulo IX

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— ¡Pero que imbécil! ¡Sí eso es lo que es, un completo imbécil!—exclamé mirando el techo de mi cuarto y pasando las manos en mi cabello.

—Creo que exageras Lau—respondió Raini soplando el barniz de uñas que se acababa de aplicar—. Solo ha pasado... ¿veinte minutos? ...Es hombre...ya sabes cómo son...

—Han pasado dos horas, Rai. Eso es demasiado.

Esto era demasiado. ¿Qué podía hacer? ¿Hacer el trabajo yo sola? Ni hablar, seguro ese había sido el plan de Ross desde el principio. ¿Llamarlo? Sería raro y además no tenía su número. ¿Ir a su casa? Más raro aún, y ni siquiera sabía dónde vivía.

— ¿Por qué no te tranquilizas y le llamas al móvil?

—No tengo su...

—Calum ¿recuerdas?—interrumpió.

Asentí y saqué mi móvil. Calum era hijo del director; a veces me agradaba mucho ser su amiga, pero nunca lo había sido por conveniencia y él lo sabía. Marqué su número; respondió al primer tono.

—Laura—saludó.

Le expliqué a Calum lo que quería, al principio sonó confuso pero accedió; me pasó el número y dirección de Ross.

—Te deberé una, eres lo máximo Calum—mi tono había cambiado un poco y se notaba—. Adiós—corte.

—Bueno...hoy habrá diversión, entonces ¿eh?—guiñó un ojo Raini. Yo me reí y le lancé la almohada—. Que te diviertas con tu chico, yo me voy con el mío—se levantó y se marchó mientras yo protestaba un «Ross no es nada mío».

Afortunadamente, mi madre y George habían salido. Tenían una cena benéfica, y yo me excusé a ir debido al proyecto del Sr. Halden.

Cogí las llaves de mi auto, llegué al garaje, entré en el auto, lo encendí y lo saqué en la carretera.




Ya había marcado al móvil de Ross tres veces y no respondía. Según Calum vivía a unos kilómetros después del bosque.

Miré hacia todos los señalamientos que cruzaban por mi vista y no hallaba la casa. Recosté los brazos en el volante y me incliné más para ver bien hacia fuera. ¡Maldito el Sr. Halden y su jodido proyecto!

Detuve el auto un momento, saqué mi móvil y no había respuesta de Ross. Marqué de nuevo el número y para mi mala suerte no había señal. Salí del auto.




Decidí caminar en busca de señal, moviendo mi teléfono en el aire. La luna alumbraba la penumbra, estar aquí sola era escalofriante. Se escuchaba el crujido de los árboles, pero algo me sobresaltó...un sonido tenebroso que me hizo la piel chinita.

— ¿Hay alguien ahí?—hablé hacia un arbusto dónde había escuchado ese extraño aullido. Seguramente había sido un perro pero sí que daba miedo.

— ¡Laura!—alguien gritó mi nombre saltando de entre las hierbas y derribándome.

Ross...—dije cuando lo reconocí. Ross me tenía envuelto con sus brazos. Wow, este chico iba frecuentemente al gimnasio. No dijo nada, sólo me miró y admiré aquellos ojos miel.

Frené mis pensamientos.

— ¿Qué demonios te pasa?—lo empujé.

Me senté y sacudí la suciedad de mi blusa... ¡Ouch! Miré hacia mi brazo derecho. Estaba sangrando por el golpe de la fría y dura autopista— ¿Pero que pasa contigo?—reclamé.

FULL MOON {Raura/Rydellington}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora