Capitulo 12.

1K 89 54
                                    

Tini's POV

Ahora me estaba preparando para la cena, quería y tenía que ver a mis hijos. Ya no soportaba un minuto más sin ellos.

―Perdóname. ―habló Diego suplicante.

Desde hace más de media hora me había estado pidiendo perdón.

―¿Qué me vas a decir? ¡Tú sabias todo y no me dijiste! ―le reproche, pero ya no lloraría.

―Quería protegerte. ―trato de abrazarme.

Sí, claro. Este imbécil planea algo y planeo descubrirlo. Así que por ahora le seguiré el juego.

―Está bien, solo no me vuelvas a mentir nunca más. ―nos abrazamos. ―Ve y prepárate, necesito que me acompañes.

―Estaré listo para entonces. ―salió de mi habitación.

Cuando él se fue, comencé a buscar a mí alrededor para ver si no había dejado algún micrófono y también revise mi ropa, incluso la que llevaba puesta. Al que no había nada, marque a mi supervisor.

¿Martina? Justo estaba por llamarte. ―me habló mi jefe.

―Tengo una gran sospecha de que Diego esconde algo. ―hable sin más rodeos.

―De hecho te llamaba para saber porque él había ido a una residencia al norte. ―¿Qué?

―¿Te refieres a la antigua residencia de Antonia Guerra?

―Esa misma. ―se hizo un silencio tenebroso. ―Es posible que nos esté traicionando, yo nunca di ninguna orden para ir a esa residencia.

―Necesito autorización de eliminarlo si es necesario. ―pedí con mi corazón latiendo a mil.

―Autorización aceptada. Si esta operación sale bien y logramos atrapar a Antonia, serás libre. ―sonreí. ―Suerte.

―Gracias, señor. ―colgué la llamada.

Después de alistarme, lo cual me tomo horas, ya estaba lista para la cena y al ver el reloj vi que solo faltaban 10 minutos para la hora acordada.

Escuché que llamaban a mi puerta. Diego.

―Adelante. ―el entro.

―Venia para ver si ya estabas lista.

Yo solo asentí y nos fuimos. No pensaba ponerme un vestido elegante, cuando iríamos a un lugar para los niños, pero cada mujer se tarda por algo, ¿no?

Durante un incómodo silencio Diego decidió hablar.

―¿Estas nerviosa? ―me preguntó pero había algo raro en su voz.

―Algo, tengo miedo a que me rechacen. ―baje la mirada.

―Solo respira, ¿sí? Todo saldrá bien.

Después de esa pequeña conversación decidí subirle a la música. Pero al parecer ya habíamos llegado ya que el carro ya estaba estacionado. Bajamos del auto y decidimos entrar al lugar buscando con la mirada a Jorge, pero no lo veía por ningún lado.

―Hola. ―me susurraron en mi oído derecho y sentí un montón de elefantes pisoteando en mi estómago.

―Jorge―estaba feliz, pero gire y vi quien iba a su lado. ―Hola Violetta. ―ella solo sonrió hipócritamente. Vi a un lado ellos y estaban mis hijos, ambos me miraban indescriptiblemente.

―Señorita, ¿Qué le parece si los dejamos solos con sus hijos? ―dijo Diego extendiéndole la mano a Violetta y se lanzaron miradas extrañas.

Se conocen. No me cabía la menor duda.

―De acuerdo. ―habló ella y se fueron a una mesa apartada.

―Vamos a sentarnos. ―habló Martinita tomando de la mano a Jorgito.

Nos dirigimos a una mesa cerca de los juegos para niños.

Al llegar nos sentamos Jorge y Martina y al frente de ellos Jorgito frente a Jorge y yo frente Martinita.

―Yo... yo quería pedirles perdón, me fui para protegerlos, aunque no lo crean. ―comencé y ellos tenían los ojos puestos en mí. ―A mí me dolió mucho dejarlos y si no fuera porque no puedo dejar todo lo que hago desde hace mucho habría tratado de recuperarlos.

―Nos dolió mucho cuando te fuiste... cuando moris... tú me entiendes. ―habló Martinita bajando la mirada.

―Te quiero, mamá. ―Jorgito me abrazo.

―Yo... yo también te quiero. ―dijo Martinita mientras me miraba tiernamente. ―Solo dame tiempo para asimilar las cosas. Sabes que aunque soy hija de Irene, te quiero a ti como mi madre.

―Los amor con todo mi corazón. ―dije y no pude evitar mirar a Jorge.

―Martina, sabes que mi amor por ti siempre será el mismo desde el día en que te conocí. ―me dijo Jorge y tomó mi mano sobre la mesa.

―Jorge, yo también... ―le iba a responder, pero un disparo sonó por todo el restaurante.

Dos hombres armados entraron al lugar con dos escopetas de corto alcance apuntando a dos señoras.

Jorge, Diego, Violetta y yo sacamos un arma y apuntamos a los señores.

Pero... ¿De dónde sacaron un arma? ¿Qué demonios está pasando?

―Martinita, Jorgito, pónganse detrás de nosotros. ―les susurré a los niños.

―Ustedes cuatro, bajen sus armas. ―nos dijeron los hombres apuntándoles a la cabeza a las señoras.

―Somos de la DEA amigo, no creo que te convenga meterte con nosotros. ―habló Diego.

―¿Los cuatro? ―preguntó uno de ellos.

―Nosotros somos de FBI. ―habló Violetta.

¿¡QUÉ!? Pero Jorge es empresario. ¿Cómo es posible?

―Bajes sus malditas armas. ―grité. Ya estaba algo confundida.

―Pues de aquí, solo salimos vivos nosotros o ustedes. ―habló el otro hombre.

―Pues veremos quién es el que gana. ―los retó Jorge.

Tengo que averiguar qué es lo que está pasando.

Hola amores. ¿Qué les pareció el capítulo?

¿Inesperado?

¿Me extrañaron? Yo sé que no :-(

Me gustaría saber más de ustedes ¿De dónde son, cuantos años tienen y como se llaman?

Voten y comenten.

Las amo.

Peligro Infernal®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora