Cambio de rutina.

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Marshall llegó un poco tarde a casa. Ya que durante el camino de regreso del castillo se ensimismó en sus pensamientos, por lo que voló más lento de lo normal.

Por fin llegó a la pequeña vivienda. Era de ladrillo, con pintura blanca ya raspada por los años y falta de mantenimiento, techo de loza rojizo con manchas cafés también por falta de mantenimiento, de un piso y ventanas, algunas con rayones o estrelladas por golpes de pelotas.

-Ya llegué, papá.- proclamó cerrando la puerta.

-Hey, ¿cómo le fue a mi pequeño chupa-sangre hoy?- preguntó.

Su padre estaba en un viejo sillón rojo aún en buenas condiciones, leyendo un periódico de hace como cinco años.

Marshall se tensó. Su padre aún creía que él se iba a atacar a alguien, cuando la verdad estaba jugando en una pista de carreras.

-Muy bien, p-papá. Todo estuvo delicioso. Aunque encontrar a la víctima fue difícil, por eso tardé. No tuve más problemas.- mintió Marshall.

Su padre cerró el periódico y se revolvió en su asiento. Tragó saliva y habló.

-Mira, Marshall necesito hablar contigo sobre ti. ¿Qué te parece si te sientas?- ordenó y su hijo se sentó en el sillón que quedaba enfrente, miraba a su padre extrañado. -Últimamente...- dijo aclarándose la garganta -Te veo muy distraído, hijo. ¿Hay algo que te incomode?.- Marshall negó -Bueno, entonces, no sé qué suceda. Andas medio perdido, ¿sabes? También, sé que debería enorgullecerme, pero más bien me preocupa que, a mi parecer, hayas cambiado tan rápido de parecer acerca de la sangre. Era evidente que lo detestabas, pero desde que visitaste el castillito ese, parece que te encanta ir allí por sangre. Y eso me alarma, ¿sabes? ¿Qué tal que pones en peligro a toda la raza vampira por ser tan constante con tus ataques al lugar? Si quieres ser un vampiro experimentado, debes probar nuevas cosas. No solo conformarte con el primer lugar. Debes probar nuevas cosas- se pausó por un momento, un intenso momento en que sólo se quedaron viendo -A lo que voy, Marshall, es que debes de dejar de hacer visitas tan frecuentes al Dulce Castillo. Necesitas nuevas experiencias. Por lo que parece que tendré que llevarte en una nueva rutina para descubrir nuevos sabores, ¿va?.

El padre notó la cara de confusión en su pequeño, por lo que decidió agregar algo más.

-E-eso es todo, Marshall. Probablemente ya no vayas al castillo tanto como lo has hecho antes. Ahora... Ve a la cama. Ya es tarde. Yo también me iré a acostar ,¿sí? Hasta mañana, pequeño.

El hombre se puso de pie, se acercó a su hijo y le revolvió el cabello sonriendo, para luego irse hacia uno de los dos cuartos y cerrar la puerta.

-¡Apaga las velas antes dormir!- ordenó desde adentro.

•••

Ya era otro día. Un día en que Marshall vería a su querido amigo de pelo rosado.

El pequeño salió de su cuarto, temprano por la mañana, y se dirigió a la cocina. Su padre aún no se despertaba. Marshall tomó una manzana y sorbió el color rojo. Luego se sirvió un poco de cereal, le puso leche y se sentó en la mesa a comerlo.

Su padre salió del cuarto bostezando. Marshall le sonrió y se dieron los buenos días. El pequeño ya había terminado su desayuno y ahora estaba apoltronado en el sillón leyendo el mismo periódico de anoche.

-¿Qué materias tocan hoy, Marshall?- preguntó su padre desde el comedor.

-Voy a ver.

El vampirito saltó del sillón y corrió hacia un cofre de madera que estaba en el piso cerca del baño. Abrió la tapa y sacó un papel. Cerró el cofre y se volvió donde su padre comía.

Marcas de amor ✧ GumshallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora