Marcas de amor ✧ Gumshall

Malinterpretaciones.

Baia, ¡Feliz día de las madres! En México es hoy, ahr. 🌹💕
Un saludo a todas sus mamás bc han hecho un buen trabajo *pulgar en alto* :D
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Marshall ha decidido que es hora de ver a su amigo. Se ha cambiado la ropa, por algo que él calificaba como "más bonito". Aunque no dejaban de ser bermudas y una camisa, pero para él era totalmente diferente si Gumball no lo había visto así vestido.

Se aseguró de meter el dibujo bien doblado en su bolsillo, con mucha delicadeza. Iba a dárselo esta noche.

Aunque Marshall era quien se supone estaba molesto inicialmente con el príncipe, no podía molestarse con ese niño. No podía estar sin hablarle o simplemente estar a su alrededor.

Fue donde su padre, quién estaba tranquilo tomando de su café y leyendo algún artículo en una revista mensual.

—Hey— murmuró Marshall al verlo —¿Qué hay de cenar?

—Depende qué quieras.— respondió sin dirigirle la mirada.

—Quiero pan— mintió. Él realmente no quería eso. Le gustaba el pan, pero ahora lo usó de excusa.

—Pues no tengo eso, pero puedo darte carne con vegetales.— dijo su padre mirándolo.

—¿Eso se relaciona con el pan?— su papá negó con el ceño fruncido —Ah.

—Ve y compra pan.— respondió el señor con simpleza encogiéndose de hombros.

—¡Bien!— exclamó alegre y corrió a abrazar a su papá —Te traeré una pieza, ¿sí?.

Su papá asintió y sacó unas monedas de su bolsillo y las entregó a su hijo, quien las recibió con alegría.

—No te lo gastes todo— dijo antes de volver a su lectura. Marshall asintió y caminó a la puerta para salir de casa —Oye— lo llamó y el menor volteó —Con cuidado, ¿vale?.

—Soy grande y fuerte, estaré bien— sonrió y salió de casa —Te quiero— dijo antes de cerrar la puerta.

Caminó fuera de casa el camino correcto a la panadería, ya que de todas formas no quedaba tan lejos del castillo, pues ésta estaba en el centro.

Pasó frente a la panadería sin siquiera voltear a verla, él iba enfocado en el alto e imponente muro metros adelante de él.
Tuvo que caminar fuera de lo que era el centro de la cuidad y de cualquier persona cercana, hasta quedar del lado del bosque, donde nadie andaría a esta hora, pues ya estaba oscureciendo.

Revisó sus alrededores una cuántas veces antes de alzar vuelo cuidadosamente, asegurándose de que no hubiera nadie cercano. Pasar la barda le costó más trabajo, así que lo hizo agachado, para evitar que los comensales nocturnos lo vieran.

Ya estaba del otro lado, y descendió donde no hubiera guardias, volando a baja altura hasta la torre del príncipe pelirosa.

Miró el lugar donde por primera vez había visto a los amigos de Gumball, y una mueca se hizo presente en sus labios. Estaba celoso. Y tenía razón para estarlo. Ellos tenían a Gumball todo el tiempo que quisieran, podían abrazarlo siempre y dejar besos en sus mejillas cuando les apeteciera, sin olvidar que podían jugar con él, claro. Marshall apenas tenía derecho a verlo unas cuantas horas y no todos los días.

Despejó su mente elevando vuelo hasta la ventana, con mucha cautela y lentamente se asoma, agarrándose del borde de la elegante y grande ventana.

Llega a tiempo para presenciar al pequeño Gumball entrar a su habitación, la cuál se encontraba a oscuras y era apenas iluminada por la lampara en el buró, con una almohada bajo el brazo y la mirada al piso.