Palmadas en la cabeza

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–Ya, pero esto no tiene sentido...– Gumball despegó la vista del libro.

–Es patriotismo, ¿qué esperabas?– el pelinegro rodó los ojos.

–¿Qué tiene? Entiendo que si esta sociedad se siente superior, busca conquistar nuevos territorios, pero lo último no me queda claro...

Marshall Lee soltó un bufido. De verdad se estaba desesperando.

–¿Por qué... Por qué te enfocaste tanto en otras materias?– dijo con frustración, poniendo su cara entre sus manos.

–Porque tenía potencial en otras cosas, había que desarrollarlo.– respondió con simpleza. –Además, es eso último del párrafo lo que no entiendo, no todo el tema.

–Léelo hasta que lo comprendas.

–¿Sabes la respuesta?

–Sí.

–Entonces explícame. Se supone que para eso estás.– el más pequeño lo miró con un ligero puchero en sus labios.

–No sé explicarlo, cambiemos de tema.– Marshall tomó el libro del suelo y se puso a buscar en el índice otro tema que estuviera en la lista de temas del príncipe.

Ya habían abarcado otros dos temas, y era verdad que el príncipe los dominaba bastante bien, pocas cosas las había tenido que explicar Marshall.

Se encontraban sentados en el piso alfombrado, había libros, hojas de libreta y libretas por todos lados. El pelirosa siempre se acababa las libretas muy rápido y tenía muchísimas de ellas. Aunque le había dicho a Marshall que solía anotar las ideas brillantes para nuevos experimentos que se le ocurrían en clase, la verdad es que la mayoría estaban garabateadas, y entre esos dibujos había varios del vampiro.

Tras haber estado unas horas ahí, Marshall Lee se sentía cómodo, no estaba precisamente feliz, pero no estaba molesto. Entonces se dio cuenta de eso. No estaba molesto, ni harto. Las veces que había molestado al pelirosa habían sido pocas y no eran insultos como los que había pensado en darle antes. Se estaba comportando muy amigable.

Oh no.

La mirada relajada que tenía cambio abruptamente, cerró el libro aún de forma tranquila y se puso de pie, causando que Gumball lo hiciera también.

–¿S-Sucede algo?– preguntó alejándose un poco, de forma disimulada.

–Yo me voy.

–¿Qué? ¿Se te hizo tarde?

–No, me aburrí. Y no pusiste un horario, así que me puedo ir ahora si quiero.– caminó hacia la ventana, seguido de Gumball.

–No lo puse, pero...

–No nos quedamos a la mitad de una lección ni tema, así que no hay problema.- se sentó en el marco de la ventana.

–S-Supongo que no... ¿Podríamos ir mañana a la biblioteca de la escuela? Después de clases si quieres.– el príncipe comenzó a jugar con sus manos, esforzándose por mantener el contacto visual en una situación tan bochornosa.

–¿Y por qué a esa?

–Hay libros que usan los maestros, pueden servirme.

–Hmm... Pues no. Después de clase se quedarán otros, y habrá gente por ahí, y no quiero que pienses que somos amigos o algo así. Podrías ir por los libros, pedirlos prestados y usarlos acá mañana.

Gumball suspiró decepcionado, también sintiéndose insultado. Nadie le decía cosas así, después de todo casi siempre querían pasar tiempo con él las demás personas. Asintió derrotado. No sabía por qué se esforzaba tanto. Podía pedirle a cualquiera que fuera tu tutor y que no tendría problema en ir allá. Le hubiera pedido ayuda a Ken de no ser porque estaba perdiendo clases gracias a la enfermedad que Pine le contagió.

–Bien, entonces... Consigues los libros y nos vemos aquí. Pero más tarde.– estaba dispuesto a salir por la ventana pero la voz del pelirosa se hizo presente.

–¿Por qué no... Me das tu número de teléfono para poder acordar la hora?

Marshall negó con la cabeza. –Yo vengo, si no estás en el cuarto, me voy y ya.

–¿Y si tan sólo salí a ver por otra ventana?

El vampiro lo miró con el ceño levemente fruncido. -Yo vengo y busco la forma de que sepas que estoy aquí.

–Suena mejor.

Marshall no quería irse así sin despedirse, pero tampoco quería decirle algo como "Nos vemos mañana" o "Que te vaya bien". Se le quedó viendo al príncipe unos segundos, pensando qué hacer.

Mientras tanto, la mirada del vampiro sobre él lo estaba poniendo muy nervioso. Ya sea que estuviera pensando o realmente lo estuviera viendo, se sentía nervioso. Gumball sólo esperaba que sus mejillas no se pusieran rojas.

Aunque pareció mucho tiempo, Marshall Lee realmente sólo pensó durante unos 7 segundos. Se inclinó para acercarse al pelirosa y, vacilando antes de hacerlo, palmeó su cabeza unas cuantas veces. Luego intentó sonreírle sin verse muy amable y salió de allí.

Gumball se quedó viéndolo alejarse, bastante sorprendido de la acción del más alto. Para empezar las personas no palmeaban su cabeza, por lo general no tenían mucho contacto físico con él a menos que fueran sus amigos. Además, palmear la cabeza de alguien era como hacerlo sentir una mascota. Y no le dijo nada después, sólo se fue.

A pesar de todo, a Gumball le pareció un gesto tierno, pues él esperaba que Marshall sólo saliera por la ventana, pero en su lugar dio unas palmadas en su cabeza, viéndose incómodo al hacerlo, pero causándole gracia al príncipe por haberse despedido.

Definitivamente le habían gustado. Le gustaría recibir más.

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Siempre que escribo son como las 2am y tengo 20% de pila

Le quería dar shotout a algunas personas para agradecerles pero no he leído la notificaciones anteriores así que básicamente no sé nada de nadie ni qué hizo.

Perdón si hay faltas de ortografía, sólo lo subí ):

Pero de nuevo, gracias gracias gracias a todos. 💓☀️ (Excepto a ti Malena, ahre)

Marcas de amor ✧ GumshallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora