Golpes

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Ya había pasado varios días y la fiesta de Bulma estaba muy cerca. Ella no quería que me fuera de su casa aun que me sentía muy incómoda por Vegeta. Él no me dirigía mucho la palabra, pero así las cosas eran mejor. Bulma estaba feliz de tenerme en la casa, decía que necesitaba compañía agradable porque su esposo no lo era. La verdad no sé por qué se quejaba tanto de él, si era algo molesto y gruñón, pero al menos estaba hay para ella. En muchas ocasiones me daban ganas de decírselo, pero no me atrevía, no era mi asunto. Al menos Vegeta estaría hay para su hijo, no como Goku que siempre buscara una excusa para escapar de sus obligaciones como un niño pequeño.

Habían pasado muchos días desde que no entrenaba y me sentía que me hacía falta. Así que esa mañana un día antes de la fiesta, me levante temprano hacia el gimnasio que tenía Bulma que nadie usaba. No podía entender como la gente rica tenia tantas cosas sin uso solo por pura vanidad. Me solté el moño y me hice una cola de caballo poniéndome una camisilla y un pantalón de ejercicio negro. No solía ponerme así para entrenar, pero quería dar cambios desde ese día.

Había un espejo enorme en una de las paredes y sonreí, sintiéndome un poco mejor pensando que no me veía nada mal, sin parecer de mi edad. Comencé a practicar rápidamente dándole a un saco que había en el lugar. No sé cuánto tiempo estuve golpeando al saco, pero imaginaba que era Goku cosa que me producía placer. Cada vez que veía la cara de mi ex esposo me daba rabia y tristeza al mismo tiempo golpeando más fuerte que la primera vez.

― ¡Maldito hijo de perra cómo pudiste dejarme sola! ― espete de mala gana aun dándole con fuerza.

― No sabía que a la arpía le gustaba entrenar ― dijo la voz de Vegeta desde la entrada del gym.

Lo mire aguantando el saco que se movía mucho. Curvando esa sonrisa burlona que siempre tenía. Maldito sayayin orgulloso de mierda- pensé. Mirándolo de mala gana. Me miraba de arriba a bajo algo extrañado, sonrojarme un poco, pero sin dejar mi postura agresiva.

― Te vez muy diferente mujer, Casi no te reconocí ― observo seriamente.

No le conteste ignorándolo, volviendo a darle al saco lo más fuerte que podía. Comencé a dar patadas y luego puños creyendo que Vegeta ya se había ido, pero no. Estaba aún parado a mi lado analizando cada movimiento.

― Te puedes ir, necesito estar sola ―le pedí muy incómoda jadiando algo cansada.

― No, porque esta es mi casa no la tuya ― me contesto mordazmente curvando una sonrisa.

― Con lo poco que llevo aquí jamás usan este lugar― le dije dando puños rápidos al saco.

Vegeta saco un rayo de energía de sus dedos rompiendo el saco en pedazos. Yo me quede perpleja mirando como los pedazos caían en el suelo. Algo asustada, Comencé a respirar con dificultad ¿Qué demonios le pasaba a ese loco?

― Necesitas un mejor contrincante que esa basura― dijo poniéndose en posición de pelea ―. Veamos como peleas.

Me puse en la misma posición sin tenerle miedo. Goku sin medir su fuerza abecés me daba golpes y los aguantaba con facilidad, por nada me categorizan como la mujer más fuerte del planeta.

Comencé a atacarlo, pero todos mis ataques eran inútiles ante él. Los esquivaba con rapidez. Parecía algo emocionado cada vez que lograba golpearme y al mismo tiempo impresionado por aguantar sus golpes. Le trate de dar un puño en la cara, pero agarro mi mano con fuerza apretando haciendo que doliera. Al ver que me arrodillaba del dolor me soltó.

― Dime algo mujer ¿Imaginabas que el saco era el idiota de Kakaroto? ― pregunto con curiosidad ayudándome a levantar del suelo.

Le asentí seriamente, al hacerlo curvo una sonrisa.

―Eso imagine. ―Contesto cruzando sus brazos ― Mañana ven a la misma hora de hoy, te entrenare.

― ¿Por qué? ― le pregunte sorprendida mirando como salía del gym. Al preguntarle se paró en la entrada sin mirarme.

― A pesar de que eres terrícola tienes potencial ― explico sin dar la vuelta ―, además me encanta hacer trabajos de caridad ―dijo al final riendo en son de burla.

Bah idiota- pensé de reojo viéndolo salir de gym aun riéndose. Aun así, curve una sonrisa, no estaría mal ser entrenada por uno de los hombres más fuertes del planeta y no quería perder esa oportunidad.

Mis memorias IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora