El centro

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Al otro día me levante temprano como Vegeta me lo había pedido. Poniéndome la misma ropa que ayer para entrenar. No sé por qué demonios estaba tan emocionada pero así parecía. Cuando llegué me encontré con impresión que había un nuevo saco mucho más grande y más moderno, parecía costoso.

―Lo compre para que practicaras mujer― dijo Vegeta acercándose a mi vestido como un sayajin.

Lo mire con los ojos como platos. ¿Vegeta había comprado un saco para que yo practicara? Pero qué demonios pasaba con ese orgulloso loco. Me quede sorprendida por el detalle, aunque el saco no fuera mió si no de su esposa. Al ver mi rostro se sonrojo un poco mirando hacia el suelo.

― ¡Ya mujer! empieza a darle al saco antes de que cambie de opinión ―dijo de mala gana.

Yo obedecí. Comencé a golpearlo lo más que pude, él solo se quedaba mirando y analizando mis técnicas. Luego poco a poco comenzó a corregir mi postura, la manera en que lanzaba los puños, las patadas. Vegeta era demasiado exigente, pero eso no me molestaba. Me recordaba a mi padre cuando me entrenaba siempre queriendo que sacara el máximo de mi potencial. Pero ahí estaba Vegeta el esposo de mi mejor amiga sacando de su tiempo para entrenarme, lo que nunca hizo mi esposo.

Al principio de nuestro matrimonio entrenábamos, pero luego cuando Goku se hizo más fuerte perdió el interés. Imaginaba porque ya no era tan fuerte como él.

Al finalizar el entrenamiento me sentía agotada. Vegeta no me dejaba ni siquiera tiempo para respirar. Comencé a jadiar poniendo mis manos en mis rodillas. Cansada, me lanzo una toalla que atrape con agilidad.

―Esto ha sido solo lo básico mujer, poco a poco los entrenamientos se harán más fuertes― explico Vegeta con mirada maliciosa.

― ¿Me seguirás entrenando? ― pregunte algo sorprendida ―, pensé que solo sería por hoy.

―Por lo que veo no quieres que te entrene, me lo hubieras dicho antes para no perder mi tiempo contigo arpía ― contesto este dándome la espalda.

Seré los ojos enfurecidas odiaba de me llamara "arpía" le tire la toalla en sima cosa que lo enfureció.

― Sí, quiero que me sigas entrenando ― explique cruzando mis brazos con seriedad.

― De acuerdo mujer, pero si me vuelves a tirar algo en sima te romperé el brazo― contesto de mala gana amenazante, saliendo del gym y tirando la toalla al suelo.

Sonreí de nuevo tomando la toalla de suelo. Tenía que admitir que Vegeta me impresionaba cada día, incluso comenzaba a caerme mejor.

Salí del gym sintiéndome un poco mejor conmigo misma. Sabía que si Vegeta quería entrenarme era por que verdaderamente tenia potencial. No lo conocía bastante bien, pero él no perdía su tiempo en estupideces. Llegue a la habitación para darme un baño. Sabía que Trunks y Goten estarían jugando en algún lugar de la casa así que no me preocupaba. Me encantaba que esos dos fueran inseparables.

Mientras me bañaba suspire un poco llena de amargura pensando en la fiesta de Bulma. No quería asistir, pero era una gran oportunidad de conocer gente nueva.

Goku mi amor si estuvieras aquí- pensé derramando un poco de lágrimas, luego la furia me invadió y por poco rompo un poco la pared de la ducha molesta. Ya había pasado tanto tiempo y aun no podía sacármelo de la cabeza.

Ya es tiempo Milk, es tiempo de que lo dejes ir- dijo una parte de mi muy decidida y fuerte. No lo podrás arrancar de raíz, pero si poco a poco ten paciencia. - me dijo de nuevo la voz.

Suspire sintiéndome más tranquila. Pensando que ponerme para la maldita fiesta de Bulma. No tenía nada que ponerme, así que pensé que luego de ducharme iría al centro a buscar algo al menos para lucir esa noche.

Al terminar de bañarme reuní fuerzas para llamar a Videl para que me acompañara, prefería ir con la esposa de mi hijo que con Bulma, ella y yo no teníamos los mismos gustos. Videl accedió felizmente.

Me puse lo primero que vi y me dirigí hacia el auto para buscar a Videl e ir al centro. Dejando a los niños con Vegeta que seguía encerrado en la cámara de gravedad, aunque sabía que esos dos no necesitaban quien los cuidaran siendo unos niños muy poderosos.

Cuando Videl me miro sonrió muy sorprendida, había decidido dejarme el cabello suelto y no hacerme el moño que siempre me hacía. Me dijo que me veía muy hermosa y joven. Al decirlo me sonroje como nunca en la vida.

Caminamos por el centro mirando algunas tiendas, pero ninguna me llamaba la atención. La mayoría vendía ropa muy escotada. En uno de los aparadores había un vestido negro hermoso y elegante, al verlo me enamore de el completamente. Entre a la tienda muy emocionada para comprarlo, pero al ver el costo por poco me da un infarto. No tenía el dinero para comprarlo y era el único que había visto en todo el centro que me había gustado.

―Señora Son, pero si quiere puedo comprárselo― se ofreció el ángel de Videl sonriendo.

― No Videl es muy costoso, mejor vámonos ― le dije decidida conociendo bien a mi nuera, sabía que si no me iba rápido terminaría por comprarlo y no querría eso.

En ese momento cuando nos íbamos choque con un hombre dejándole caer su billetera y algunas cajas de compras. Comencé a ayudarlo muy apenada.

―Que torpeza la mía disculpé... ― comencé tan sonrojada levantando sus cajas.

― La culpa es mía debí poner más atención ― dijo más apenado que yo, pero riendo un poco.

Al verlo me sorprendí. Había visto hombres atractivos en mi vida, pero no como ese. Tenía el cabello largo, lacio negro y facciones finas vestía de traje como si trabajaba en una oficina o era de dinero. Me recordó mucho al hijo de Bulma del futuro sacándome una sonrisa, recordando la primera vez que hable con él, cuando Goku estaba enfermo. Me miro y me sonrió al igual que a Videl. Al verlo Videl estaba más sonrojada que yo.

― ¿Qué situación más incómoda no? ―comenzó curvando una sonrisa ― ¿Viene seguido a comprar en la tienda?

― No la verdad es que yo y mi suegra solo pasábamos por aquí, viendo unos vestidos― se apresuró Videl sonrojada mirando al suelo.

El tipo miro a Videl con cara de asombro y luego me miro a mí, pestañeando mucho como sin poder entender.

―Un segundo ¿Ella es tu suegra? ¡Por Kamisama! pensé que era tu hermana ― dijo sin salir de su asombro.

Al decir esto yo me puse más roja de Videl.

―Bueno aquí tiene sus cosas...ya nos vamos, que tenga linda tarde ― dije rápidamente muy avergonzada, saliendo de la tienda dejando a ese hombre parado hay con cara de perplejidad.


Mis memorias IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora