Eres mía.

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Salí disparada hacia la casa de Bulma tan feliz que ni siquiera me cabía en el pecho la felicidad. Era temprano y sabia que Trunks estaría en la escuela y que Bulma lo mas seguro seguía con Dilan o se había ido para su compañía. La verdad me importaba muy poco que estuviera en la casa de lo que si estaría segura es que Vegeta estaría hay como siempre entrenando en la cámara de gravedad. Toque la puerta fuertemente de la capsula pero nadie contesto asi que asumí que ya había salido. Toque la puerta de la casa y una de las sirvientas abrió entre sin permiso esta no me dijo nada ya que estaba acostumbrada a que me la pasara hay. Busque en cada rincón de la casa, la cocina, sala, su cuarto el mió no lo encontraba por ninguna parte. Luego pensé ¿Dónde se metería ese sayayin orgullo? Luego pensé ¿no podía ser? Baje rápidamente las escaleras para ir hacia fuera al único lugar que tal vez Vegeta. Al único lugar que nadie iva al gimnasio.

Hay estaba frente a la puerta del gym muy nerviosa y emocionada sin parar de reir. Me acomode un poco la falta que tenia y la camisa blanca de botones, me solté el cabello para lucir mas atractiva pero al mismo tiempo tenia miedo y una voz interna me dio el valor para hacerlo. Al abrir la puerta baje mi Ki para que este no se diera de cuenta de mi presencia. Hay estaba sentado en una de las maquinas mirando el saco a espaldas de mi con su habitual camisilla negra y unos jeans desgastados. Por Kami ese hombre era sexy de todas las maneras que lo viera. No pude evitar sonreír y morderme el labio al verlo.

"Veo que al sayayin orgulloso le gusta entrenar." Le grite desde la puerta y cerrándola, recordando la primera vez que se acerco a mí y que me vio con ojos diferentes, la primera vez que me vio como a una mujer.

Este se quedo paralizado al parecer no esperaba que yo lo buscara se levanto y me miro con rostro de impresión al verlo me acerque a el cruzando mis manos en el pecho viendo lo a el y al saco, recordando ese dia que jamás olvidare. El silencio se apodero de nosotros y mis tacones sonaban en el suelo formando un eco. Vegeta no dijo nada cuando me pare a su lado aun mirándome impresionado.

"¿Que...que haces aquí mujer?" tartamudeo aun sin poder creerlo.

Suspire serrando mis ojos luego lo mire y le sonreí feliz.

"Vine a buscar lo que me pertenece." Le dije mirando al saco nuevamente sonriendo.

Este se sentó nuevamente en la maquina cruzando sus brazos en su pecho curvando una sonrisa.

"Te recuerdo mujer que ese saco no te pertenece, yo lo compre así que es mió." Me dijo como burlándose de mi.

No pude evitar estallar en risa al verme se molesto un poco. Se quedo callado serrando sus ojos un molesto. Yo me acerque a el viendo su mirada de indiferencia. Sabia que aun estaba un poco herido por lo que le había hecho y mas escapándome de el esa noche. Me subí un poco la falta para poder sentarme en sima de el mirándolo a la cara. Al ver lo que hize se puso nervioso muy sonrojado.

"Pero que diablos..." comenzó este muy alarmado y sonrojado.

Rose mis labios con los suyos suspirando y extrañando esa piel bronceada de Vegeta. Rodee mis manos alrededor de su pecho subiéndolas por atrás hacia sus hombros. Pegando mi cuerpo mas a el de el. Me acerque a su oído respirando con dificultad.

"Vine a buscar al hombre que amo." Le susurre al oído sintiendo como su ki se elevaba, como sus manos subían poco a poco mi falda pegada. "A ese hombre que de tan solo decir su nombre me vuelve loca."

"Mujer no sabes lo que estas diciendo..." me dijo con esa voz que me fascinaba que me encantaba. "Créeme no deberías amar a un hombre como yo"

Ignore lo que decía y lo bese con tanta pasión y deseo, introduciendo mi lengua dentro de su boca gimiendo con intensidad. Este subió mas mi falta llegando a mis glúteos sin dejar de besarme agarrándolos con fuerza. Gemi aun mas por su brusquedad, pero  no me importaba eso era lo que deseaba. Pude sentir su erección rozando mi vagina. Este comenzó a moverme con violencia haciendo fricción sobre su sexo y el mió. Tome su camisa y la rasgue con toda mi fuerza dejando libre ese cuerpo perfecto ni tan delgado ni tan musculoso de el. Abandone sus labios para besar su pecho subiendo hasta su cuello para atrapar su boca nuevamente. Estábamos desesperados como cuando necesitas agua en un desierto que llevas días, semanas y a~os.

Mis memorias IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora