Capítulo 19:

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Era por la tarde, aun no había oscurecido. Yo seguía sin comer nada. No quería separarme de mis padres ni un segundo. Tenía el movil petado de mensaje y llamadas de Lisa, de las chicas y de mi mejor amiga. No quería contestar a nadie, no tenía fuerzas ni para eso.

Me quedé dormida y me desperté a las ocho debido a que alguien entró en la habitación.

-¡Álex! No creerias que ibas a pasar el día entero sola ¿no?- Me giré al escuchar esa voz que me resultaba familiar, era mi mejor amiga. No la veía desde la fiesta en casa. Se acercó a mi y me abrazó. No pude evitar las lágrimas y acabe mojando su sudadera, intentó tranquilizarme acariciándome la espalda.-Pero no he venido sola eh.

Se apartó de delante de mi y vi a las chicas. Se acercaron todas y me abrazaron una por una. Intentaban animarme con alguna frase tipo "todo estará bien, van a salir de esta", yo no tenía esperanzas de eso después de lo que me dijo el doctor pero no quería asumirlo.

Me di cuenta de que faltaba alguien. Lisa.

-¿No ha venido Lisa?- Pregunté cabizbaja.
-"Nunca te dejaré sola ¿vale"- Apareció en la habitación repitiendo mis palabras de aquel día. Me alegraba que al final hubiera venido, en este momento la necesitaba. Vi que llevaba algo en sus manos. Chocolate. Era de mi preferido, ella lo sabe practicamente desde que nos conocemos.- Te he traido tu chocolate favorito, sabía que no habías comido nada en todo el día así que...

Me acerqué a ella y la abracé fuerte. No pude evitar llorar y ella me secó las lágrimas.

Pasé unas horas con ellas, las suficientes para despejarme un poco de todo. Incluso me sacaban una pequeña sonrisa de vez en cuando, me costaba bastante sonreir con esto pero ellas lo consiguieron. Se fueron todas menos Lisa que insistió en quedarse a dormir conmigo. Me despedí de las chicas y de mi mejor amiga, me dieron ánimos y se fueron.

Ya era tarde cuando se fueron así que Lisa se tumbó en un pequeño sofá doble que había. Yo me tumbé encima suya con mi cabeza en su hombro y nada mas cerrar los ojos me dormí.

Durante la noche entraron varias enfermeras en la habitacióm a ver el estado de mis padres pero no les di mucha importancia.

Por la mañana me despertó un pitido. Abrí los ojos lentamente y me di cuenta de que era mi madre. No entendía mucho de medicina pero estaba segura de que se le había parado el corazón, por eso la máquina pitaba.

No podía ser, tenía que ser un sueño y me despertaría y todo se quedaría en eso: un sueño. Pero no fue así. Me levanté de encima de Lisa, abrí la puerta y grité:

-¡¡Enfermera!! ¡¡Un médico por favor!!- Desperté a Lisa con mis gritos y justo aparecieron dos doctores con un aparato muy extraño, supongo que sería para reanimarla. Una enfermera nos echó de la habitación.

Yo no paraba de llorar abrazada a Lisa. Le agradecía que en esos momentos estuviera aquí conmigo. La necesitaba.

A los cinco minutos apareció el doctor.

-No hemos podido reanimar a su madre, lo siento...

Te quiero, ¿sabías? (Lisa Cimorelli)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora