Capítulo 25:

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Al salir del hotel me dirigí al muelle en el cual tenía que coger un ferri para ir a la isla donde se encontraba la estatua.

Una vez en la isla me paré a observar mi alrededor. Era precioso ver como las farolas iluminaban aquel lugar.

Cuando giré la cabeza hacia mi derecha la vi. Y con... ¡¿UN CHICO?! Estaban muy pegados riéndose y abrazándose. Mi corazón se rompió en mil pedazos. Me sentí verdaderamente fatal y quería irme por donde había venido, de vuelta a Malibú.

Seguí observándoles un rato más hasta que vi a Lisa coger de la mano al chico. Una lágrima resbaló por mi mejilla, me giré y salí corriendo hacia el muelle. Por suerte veía que el ferri estaba llegando al muelle.

Me monté. Mil cosas pasaron por mi cabeza, entre ellas que Lisa me engañaba. En realidad no sabía si aun seguíamos siendo pareja desde la noche en la playa pero me sentía engañada. Muy engañada.

Al llegar a la otra orilla me bajé y me dirigí al hotel. Mientras caminaba comenzó a llover pero no hice nada por evitar mojarme, dejé que las gotas empaparan mi ropa, mi pelo. Lo único que me pasaba por la cabeza era Lisa con aquel chico, besándose o diciéndose "te quiero" al oído.

Cuando por fin llegué al hotel estaba emapapada y muerta de frío pero era el menor de mis problemas. Me dio por mirar a mi derecha, hacia la recepción.

-Señorita, despierte hombre. Está en hora de trabajo.- Le dije a aquella chica que dormía como una marmota. Verla me saco de mis pensamientos y también me sacó una sonrisa. Ella se despertó dando un salto y se puso de pie medio dormida.
-Joder, ya te vale eh. Estaba soñando con que mañana venías a comer conmigo y me contabas.- Yvette bromeó. Pensé en aceptar su petición de ir con ella a comer.
-Está bien... Comeré contigo pero no quiero hablar de ese tema por favor.

Se subió al mostrador de recepción y se sentó en él.

-Tú mandas, eso sí; te obligo a pasar toda la mañana conmigo y luego iremos a comer.- Me cogió de la mano, lo cual me hizo saber que quería que me sentara con ella en el mostrador y eso hice.
-Trato hecho.
-Por cierto, estás un poco mojada ¿no? Por tu culpa tendré que limpiar el mostrador.- Me colocó un mechón de pelo que me caía por la cara y me ruboricé.
-Idiota, me ha llovido encima.
-Iré a por una toalla anda.

Vi como se bajaba de allí y entraba en una puerta con un cartel que ponía "No pasar, solo personal autorizado.". Volvió a los dos minutos con un abrigo marrón, de esos con pelitos en el gorro.

-Será mejor que te quites la sudadera y el abrigo y te pongas este.- Me ruboricé cuando dijo eso y ella lo notó. Yo solo agaché la cabeza por la vergüenza.

Me giré y me quité la parte de arriba que estaba mojada y me puse el abrigo de la morena con mechas rojas. Cuando terminé me giré y me di cuenta de que tenía los ojos cerrados para no verme nada. Me empecé a reír.

Nos tiramos hablando hasta las 12 de la noche. Me lo estaba pasando genial, hasta que decidí irme a dormir. Ella me acompañó a la puerta de mi habitación.

-Mañana a las 9 me paso por tu habitación y nos vamos. Espero que estés lista.- Yo asentí y le sonreí. Ella hizo lo mismo pero con la diferencia de que su sonrisa hizo que muriera de amor.

Se fue y cerré la puerta.

Te quiero, ¿sabías? (Lisa Cimorelli)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora