Capítulo 26: Maldita bruja

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KATNIS POV

Al día siguiente esperaba que papá se quedara en casa, era domingo. Pero salió temprano. Siempre sus negocios eran más importantes.

Aproveché para buscar las joyas que la noche anterior no encontré. Saqué todos los joyeros y cajitas que tenía. El brazalete y la gargantilla no aparecían.

Contra mi voluntad reuní a los empleados, no quería hacer esto tan grande pero casi estaba segura que Clove lo había robado, y si a vista de todo el mundo lo comprobaba, cualquier cosa que ella dijera en contra sería tomado como revancha por haberla despedido. La tenía acorralada.

—Los he reunido porque se me han perdido dos joyas muy costosas y de un gran valor sentimental. Nunca he querido dudar de ustedes pero no tengo otra opción que revisar en sus habitaciones— Madge me miró sorprendida, la señora de la limpieza me volteó la cara. ¡Que mujercita tan odiosa! Sólo la teníamos aquí porque era más vieja que Matusalén, nadie más le daría trabajo. La señora Sae me miró extrañada. Mama confiaba en ella pero yo no tanto. Nunca fue cariñosa conmigo, se encargaba de la casa pero nada más.

—Está bien señorita Katniss— contestó el ama de llaves.

Buscamos de arriba abajo las cuatro habitaciones y no pudimos hallar mis cosas. Estaba segura que esa víbora intrigante lo había escondido bien y sólo me las devolvería si le daba los cinco mil dólares que pedía. En realidad no era mucho pero me fastidiaba que me chantajeara.

Creo que iba a acceder solo para que se vaya y no volver a ver su horrible cara. Odio sus gestos y su nariz respingada.

— ¿Katniss que es todo esto?— papá me encontró terminando de buscar otras habitaciones de empleados que no estaban ocupadas.

—Papá, se me han perdido la gargantilla y el brazalete de mamá. Estoy revisando las pertenencias de los empleados— le dije intentando parecer segura de lo que hacía.

— ¿En serio? Esas joyas se las di para nuestro primer aniversario de bodas, tienen que aparecer— dijo molesto.

—Ya revisé todas las habitaciones, de los empleados, me falta la cochera, la cocina y la despensa— le respondí.

—Pero no hemos revisado todas las habitaciones de servicio, falta la del jardinero— dijo la intrigante de Clove, ojala algún día pueda retorcerle el pescuezo.

—Peeta nunca entra en la casa, son ustedes las que tienen acceso a mi habitación— dije furiosa.

—Pero tienen razón, si mandas revisar las habitaciones de los empleados deben ser todas. Yo me encargaré— dijo papá.

Al menos estaría fuera un rato, suficiente para poder reprender a Clove. La llevé a mi habitación.

— ¿Qué es lo que quieres?— le pregunté.

— ¿Yo señorita? Yo no he tomado esas joyas, yo no sería capaz, puedo ser muchas cosas pero ladrona no soy— parecía muy seria pero no me engañaba con esa carita de mosquita muerta.

—Ya deja de fingir, si tanto quieres dinero, te doy los cinco mil, me devuelves mis joyas y te largas de una vez por todas, no quiero seguir viéndote la cara— ella sólo sonrió.

—Está bien señorita, cuando me dé el dinero saldré de aquí y no volverá a verme, se lo prometo— eso era lo único que quería, dinero.

Fui hasta mi ropero donde tenía una pequeña caja con llave, dentro guardaba documentos y dinero, allí debí haber puesto esas joyas costosas, que bruta soy. Tenía casi ocho mil dólares. Tomé cinco y se los di.

Historia de un Jardinero - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora