Capítulo 33: ¿Qué mas pedirle a la vida?

2.3K 135 27
                                    

KATNISS POV

Cuando empezó diciembre, podría decirse que ya estaba acostumbrada a mi nuevo hogar. Me levantaba más temprano, no tanto como Peeta, a eso de las siete de la mañana ya había tomado algo y me vestía con un grueso overol para salir a trabajar con la señora Egeria y otras vecinas que necesitaban ayuda. Según me aconsejan, debería aprovechar las tierras alrededor de mi casa para plantar algunos vegetales la próxima primavera. No sabía si nos íbamos a quedar tanto. Este lugar me gustaba, era tranquilo, lleno de paz. Y aunque ya casi empezaba el invierno tenía unas macetas con flores, cortesía de mi querido novio jardinero. Sin él yo no sabría diferenciar los tipos de flores o de los vegetales.

Los primeros días me desesperaba no tener tele o wifi. Tampoco es que tuviera en que entrar a revisar mis redes sociales.

Ahora ya no los extraño tanto, pienso en papá mientras trabajo. Me pregunto qué estará haciendo, si sus negocios van bien. Sé que tenía problemas con sus minas de carbón. Con lo del calentamiento global y esas cosas, las industrias no son bien vistas. Por eso estaba cambiando a la importación de vinos, espero no haber arruinado su negocio con mi malogrado romance con el hijo de Seneca Crane.

¿Qué estará haciendo Frank ahora? ¿Y Johana? Iba a irse a la universidad de Indiana a vivir allí. Finnick ya estudia en esa misma universidad pero no vive dentro. Me hubiera gustado a mí también poder estudiar algo, ahora que sé que no podré hacerlo me pregunto qué escogería.

Si ahora pudiera estudiar escogería algo que me permita ayudar a generar dinero o a colocar todo lo que cosechamos. Muchos frutos se están echando a perder y no los pueden vender fuera de aquí porque son cultivos pequeños no tienen licencia para llevarlo a los grandes mercados de la ciudad. Pero son más sanos que los que se consiguen en súper mercados. Estos no son fumigados, no se cultivan a gran escala. Creo que en algunas tiendas en Indiana les decían cultivos orgánicos.

También se me ocurren muchas cosas para que el orfanato produzca más y los niños que llegan a la mayoría de edad no tengan que irse. Quitando lo malas que son algunas muchachas creo que podrían abrir una peluquería importante. También una pastelería. Peeta es muy bueno en su trabajo, ahora no sólo hornea panes sino que también hacen pasteles y reciben pedidos de aperitivos para fiestas. Siempre voy a ayudarlo cuando tiene esos pedidos. Porque aunque él sea muy bueno no ha ido a tantas fiestas como yo.

— ¡Amor!— me llama Peeta desde el patio. Lo miro recelosa, es sábado día de hacer la colada y como no tenemos lavadora aun, todo es a mano. Peeta lava y yo enjuago. Entre la cosecha, lavar mis bragas y limpiar la casa mis uñas y manos están hechas un asco. Necesito una manicura con urgencia. Pienso en la manicurista de Finnick, seguro que me haría las uñas con esas flores cursis.

Salgo a cumplir con mi deber, aunque no lo hago muy a gusto. Me la paso reclamando que necesitamos una lavadora porque nos enfermaremos si seguimos haciéndolo a mano. No quiero pensar cuanto tardara la ropa en secarse cuando caigan las nevadas si ahora ya tardan dos o tres días. En las tardes, apenas siento que empieza a llover salgo corriendo al patio a recoger la ropa.

—Ve calentando un poco de agua amor y pica unas verduras— pide Peeta cuando he terminado de enjuagar y él se dispone a tender las sábanas.

Me gusta verlo en la cocina, es muy sexy. Voy corriendo a hacer lo que me pide porque se me ha ocurrido una idea. Quito de la mesa algunos servicios que dejé sin lavar, la cubro con una manta y me desnudo. Sólo me quito los pantalones vaqueros y las bragas. Lo espero descalza con una camiseta suya, abierta. Sólo con eso.

Al entrar, Peeta se me queda viendo. Abre los ojos de una manera descarada.

— ¿Y si me calientas un poco?— sonrío descarada.

Historia de un Jardinero - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora