Cap. 5

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Reí una vez mientras un profundo hoyo se formaba en mi interior. Rowell Bryce no estaba interesado en mí como una chica y ahora ni siquiera podía ser considerada su amiga. 

Yo sabía que no me debía importar y que en realidad era mejor estar lejos de él pero no podía evitar sentirme decepcionada, patético.

-¡Tus deseos son ór-de-nes!-Dije con sarcasmo.

El sonrió-Así me gusta.

-Perfecto, adiós.

-¿A dónde vas?

Cielos, él jamás dejaría de desconcertarme.

-Si no quieres que sea tu amiga, lo único que somos es desconocidos ¡No hables conmigo!

Lo miré una última vez y luego seguí mi camino, adelantándome al grupo de gente que iba por mi lado.





- ¡Deborowsky! ¿Cómo está la niña más linda de toda la gran manzana?

Paciencia...

-Es increíble cómo pasa el tiempo-Continuó y luego agregó su inconfundible risita ronca.

-Al igual de increíble que sigas llamándome niña, abuelo.

-Déjala en paz Tommas ¡Debi, hija!

-Hola abuela. Janne... -Agregué al verla sentada en el sofá con su taza de té en las manos.

-Te dije que teníamos una grata sorpresa- Ella sonrió y luego rodó los ojos.

De haber sabido que eran los abuelos la razón por la que Janne quería que regresara pronto a casa me habría ahorrado algunas molestias, entre ellas descubrir que Rowell no me quería ni siquiera como amiga. 

Intenté alejar rápidamente ese pensamiento de mi mente y me centré en quienes tenía al frente.

Los abuelos eran realmente maravillosos y llevaba sin verlos todo un mes desde que se fueron de vacaciones a Londres, donde teníamos algunos parientes. 

-Tu mamá dice que estabas con un muchacho...-Dijo la abuela sonriendo.

Yo miré a Janne y ella habló- Mamá...

-¿Acaso mi niña ya está incursionando en el mundo de las citas?-Dijo el abuelo.

Oh no. Afortunadamente tenía a la abuela de mi parte.

-¿Y se puede saber quién es el apuesto príncipe?-Agregó ella.

No hablaba en serio... Rodé los ojos.

-Cielos abuela, no sabía que te habías quedado en la era medieval.

-Siento mucho que los hombres como yo estén en extinción-Quiso bromear el abuelo... y no le salió.

-Cuando yo era joven...

-Venías a mí...

-Sentí tus latidos...

-Miraste a mí... Corazoooón.

Sí, esto iba a ser divertido, los abuelos habían comenzado su hora de canto.

Janne se ocultó bajo la revista que tenía en el regazo y yo me senté junto a ellos en la mesa.

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-¡Tenemos exactamente una hora para organizarlo todo!-Dijo Nessa.

Trágate tus floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora