Poemas de Guerra

La paz en la guerra

I

El día iluminó todo
en un haz abrumador,
expectante un árbol yacía
mientras marchaban codo a codo,
siguiendo a su señor
y contando cada día.

II

Un ave voló sobre ellos,
girando sin cesar,
pues sólo algo significaría aquello:
que alguien no iba a llegar.

III

Y la suerte puede ser traicionera
para todos sin excepción
pues sus tiempos de paz ahora eran
una simple ilusión,
que con mucha devoción
todos ellos persiguieran
hasta el fin de la creación;
surcando cielos y mares,
enfrentando al Creador,
derribando murallas enteras;
su ejército no tuvo similares
ni por el más devastador
conocido por todas las eras.

IV

Su canto retumbó
en todo sitio que cruzó,
concediendo dicha eterna
a todos los que escucharan
la canción que las linternas
con mucha luz alumbraran
la noche en que todo comenzó.

V

Y el destino, como un as,
llevó a aquella tierra,
que por siempre vivió en paz,
a librar aquella guerra.

VI

Las espadas chocaban,
la sangre corría,
los cañones retumbaban,
la gente moría.

VII

Trescientos cincuenta y nueve grados de muerte y destrucción,
y uno de una canción.

VIII

Un guerrero letal cantaba,
mientras con hachazos quebraba
el hierro, la carne y el hueso
de los que le atacaban.

IX

«La paz lo encontró»,
dijo un viejo luchador,
«En esta guerra lo encontró.
En medio de las matanzas
que la Madre Tierra
nos dio en sus esperanzas».

X

El meditante luchador
cantó a todo pulmón
como su compañero cantor
y siguió como un cañón.

XI

Al cabo de un segundo
el campo de batalla
recitaba todo junto
la canción de Atalalla.

XII

Ya las espadas no sonaban,
ni los cañones se oían,
pues mientras luchaban,
cantaban hasta los que morían.

XIII

Y la nación que perdía
se alzaba victoriosa sobre aquella que vencía.