Carga de Marte (Poema 910)

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Todos saben de mí,
pues todos me han vivido.
Claro, ¿cómo decir que no?
La paz es un sinsentido.

El sonido del acero y los cañones es mi himno
y los gritos de dolor y tortura son mis alabanzas;
el fresco aroma de la polvora y la sangre mi perfume,
¡ay, qué divertidas son las matanzas!
La historia es mi prostituta y el Diablo mi señor,
la vida es mi enemiga y mi amada es la muerte,
¡el hombre cree que de mí es vencedor!
¡Qué risa! ¡En mí no vive ni el más fuerte!

Yo siempre estoy allí, oculto entre la materia,
tramando hábilmente las estrategias a seguir.
¿Paz? ¡Qué absurda palabra es ésa!
¡Yo soy la única verdad en el mundo del vivir!
No puedo ser vencido, ¡cansado siquiera!
Mis energías siempre están en su máximo nivel,
¡aunque no me veas, frente a ti siempre estoy!
¡El destino de los cuerpos es en mis manos perecer!

Muchos nombres he tenido,
pero sólo uno es la verdad más cierta.
¿Que quién soy yo, he oído?
¡Yo soy la crueldad! ¡Soy la guerra!
Nunca abandonaré este pequeño universo,
¿cómo, pues siempre encanto con mi carisma?
¡Siempre estaré entre los pueblos,
pues la humanidad nunca está en paz consigo misma!

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