Poema 130

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Divagaba mi espíritu en la noche,
viajando suavemente por los cielos;
sumido en el ensueño de las luces
que disipaban a las sombras de mi miedo.

Mi mirada se perdía entre las estrellas,
distantes faros que iluminan al alma;
flotando, inmóvil, en el empíreo negruzco,
escuchando los planes que el viento trama.

Volaba entre nubes opacas
cargadas de llanto divino,
dulce néctar de vida y esperanza,
pensando en la proximidad de mi destino.

Brazos suaves que me tomaban en lo alto,
pálidos, fríos y amigables;
un abrazo de secos sentimientos
que me llevaba a recuerdos celestiales.

Y allí, en lo alto de la noche,
me fundía lentamente con el viento.
Un mutuo acuerdo firmado con mi alma
y un abrazo de secos sentimientos.

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