Carta de un suicidio

126 7 1
                                    

¿Cómo sabrá
el beso de la Muerte?
¿Lo resistirá
el de espíritu más fuerte?
¿Cómo se sentirá
el abrazo de la Parca?
Esos gélidos brazos
que con fuerza te atrapan.
¿Cómo será
el coito con tal musa?
¿Oleadas de éxtasis
como sentidas nunca?

Enamorado estoy
de una encapuchada dama
que conmigo juega
como el viento con las llamas.
Añorando su piel ceniza,
¿será áspera o será lisa?;
fantaseando con sus labios,
¿serán dulces o serán amargos?;
soñando con su pasión,
¿cuánto más resistiré la tentación?
Ya sea su piel,
ya sean sus labios,
ya sea su pasión,
la musa de mis pensamientos
no tiene comparación.

El reflejo brillante
del metal entristecido
refleja a mi musa
con sus ojos adoloridos.
¿Por qué mi musa no sonríe?
¿Por qué no me mira con dulzura?
¿Por qué no está ella feliz
de que la busque con premura?
¿Por qué su brazo no me extiende,
dándome la espalda?
¿Por qué se aleja lentamente?
¿Por qué no me ama mi amada?

Mi musa no me llama,
no me sonríe ni me mira,
sólo de mis brazos escapa,
causando en mi alma la ira.
Me rehúso a alejarme
de mi añorada doncella,
a quien he de regalarle
esta noche llena de estrellas.
Consumido por la nostalgia,
mis ojos han de llorar.
¿Por qué mi musa escapa?
Junto al metal la iré a encontrar.

Poemas de GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora