Capitulo 7

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Aarón Sorensen

Me senté en silencio durante mis clases al día siguiente. Mis viejos amigos todavía me hablaban pero desde que yo no salía de noche, me habían más o menos tachado como una causa pérdida. Ahora mirando a los muchachos de la escuela al otro lado de la cerca, me di cuenta de que había muchos otros muchachos que estaban sentados solos y nadie se daba cuenta. Me recuerda a los muchachos en el retiro. Aquellos con quien no se me permitió hablar, aquellos que pasaban en los pasillos y me senté al lado mientras comíamos. Una de las cosas que me volvía loco allí era el silencio. Pudieron haber sido 17 muchachos allí conmigo, pero nunca supe sus nombres o hablé con ellos para nada. Yo deseaba tanto saber por qué estaban allí. ¿Eran como yo o habían hecho algunos otros pecados innombrables y horribles?


Mientras estaba sentado en la cafetería mirando a los otros muchachos, me pregunté qué secretos tenían y si estaban tan confundidos como yo. Contuve la risa al pensar que todos deberíamos unirnos y formar un club. Los inadaptados. Los que nadie quiere. Los desechables.

A medida que se acercaba la hora de clase de psicología, me sentí anticipando y aterrado al mismo tiempo. ¿Y qué si había pensado en esto y decidió pensar que soy un monstruo? ¿Y qué si no me miraba, avergonzado de conocerme? Me di cuenta que yo quería su amistad. La necesitaba. No podía decirle mi secreto. Yo no quería que me diera la espalda como todos los demás, todas las personas en las que he creído que nunca me darían la espalda.

Yo quería ver a Billy, ver si me aceptaba. Quería huir y esconderme por temor a que el no había. Entré por la puerta del salón de clases del Maestro Cantor, mis ojos mirando abajo, desplomé pesadamente en mi pupitre junto a la puerta. Yo automáticamente miré el reloj. Me senté por un par de minutos y luego no pude soportarlo. Infiernos, todo lo que pudo hacer era mirar hacia otro lado. Yo estaba acostumbrado a la gente a mí alrededor evitándome. ¿Qué era una más?

Volteé la cabeza y miré por la ventana, poco a poco cambiando mis ojos atrás donde sabía que Billy se sentaba. Él estaba mirando directo hacia mí y cuando mi mirada se cruzó con la suya, sonrió abiertamente. Vi el destello de sus dientes blancos y ese pequeño hoyuelo. Hizo un movimiento hacia arriba con la cabeza y sonreí. Volviendo a la cara del Maestro Cantor, sentí que me relaje. Ya yo tenía un amigo. Me prometí a mí mismo en ese mismo instante que ya no haría lo que hice ayer por la noche otra vez. Ya no usaría Billy en mi fantasía en la noche. No era justo para él. Estaba tratando de ser mi amigo y no traicionaría su confianza. Él me ofreció su mano y eso es en todo en lo que me iba a concentrar.

Después de clase, esperé afuera junto a la puerta. Billy salió precipitadamente, chocando contra mí. Riéndose, lo estabilicé mientras enderezó sus libros.

-¿Quieres venir a ayudarme a la tienda?-.Preguntó.

-Hombre, quieres estar recibiendo mano de obra gratis en este acuerdo- me reí-¿Nunca dejas de trabajar?-.

Sus ojos se oscurecieron por un instante y me di cuenta que yo lo había golpeado en un punto sensible.

-En realidad no. Casi trabajo todo el tiempo-Él vio que yo estaba incómodo y agregó-Pero estoy seguro de que me gustaría tu compañía-.

Yo no estaba seguro de cómo iba a explicar a mis padres donde estuve después de la escuela. Ayer, mi mamá había salido cuando llegué de ayudar a Billy, entonces el tema no había surgido todavía. Tenía que figurarme la manera de poder ver a Billy. No era justo que yo no pudiera ni siquiera tener un amigo.

Esta vez, me fui de aventón con Billy en su estropeado camión viejo. Los cubre asientos estaban remendados con cinta adhesiva y la tela que cubría el techo interior se había ido, pero él estaba feliz, y eso era lo único que importaba.

Yo estaba ayudando a crear una exposición de alimentadores para vacas, cuando el Sr. Strickland se acercó para supervisarnos.

-¿Regresaste otra vez, Aarón?-.sonrió.

-Sí-.dije con timidez, esperando que no fuera a decir lárgate. Yo no sabía cuando más podría hablar con Billy.

-Si sigues ayudando a Billy, yo voy a tener que comenzar a pagarte la mitad de su salario-dijo el hombre.

Billy frunció el ceño. Me di cuenta de que esto no le cayó nada bien, incluso si se trataba de una broma.

El Sr. Strickland vio el ceño y dio una palmada en el hombro de Billy.

Mas allá de la TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora