Nueva en el condominio

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Mi nombre es Jane, me cambié a ésta ciudad, es linda pero extraña. Veo gente rondando, no de mala forma sino con la intención de conocernos a mí y a mis padres.

Llegué ayer en la noche y hoy llega la mudanza, de hecho, va llegando y ya empezaron a desempacar, quiero salir a conocer mi nuevo condominio, es algo habitual en alguien que constantemente se cambia de casa. Bajé las escaleras corriendo, esquivando a los trabajadores con los muebles en el camino a la cochera para avisar

-Voy a dar la vuelta, quiero conocer aquí-. Le dije a mi madre mientras estaba indicando donde poner los muebles y cajas.
-Ándate con cuidado y llega antes de cenar-. Dijo sin voltearme a ver completamente.

Asentí con la cabeza y salí de la casa, había mucha gente que observaba como descargaban, los ignoré y fui rumbo a la caseta de vigilancia, a un lado había juegos, estaban solos, por lo que decidí verlos más de cerca.

-Nueva, ¿cierto?

De una esquina se levantó un chico con sudadera gris, pantalón de mezclilla y tenis blancos, su cabello parecía ser gris o plateado, muy poco natural.

-Sí, soy nueva...- Dije un poco tímida -¿Tú quién eres?- reafirmé mi posición. Soltó una leve risa, parecía burlase.

-Mi nombre no importa, eres muy linda, ¿Cómo te llamas?-. Puso su mano en mi mejilla derecha y se acercó de a poco a mi cara

JACK!-. Una voz de mujer se distinguió con perfecta claridad, una chica de falda negra, tenis y chaqueta golpeó a Jack, haciéndolo retroceder en un momento.

-¡Eres un maldito degenerado, ella es nueva y tus tratos son de lo peor!

Se percató de que también había sido grosera y se volteó de inmediato hacia mí.

-Perdona, soy Katherine, la hermana de Jack, espero no haberte causado problemas con él.

-No hay problema, soy Jane, un gusto.

Jack se acercó un poco y con algo de precaución.

-Como ya te dijo la tarada, perdón, mi hermana soy Jack y tú pronto serás mía.

Katherine le soltó otro golpe más ligero que el primero.

-Bueno Jane, un gusto, me tengo que ir y el tarado se va conmigo, te dejamos que sigas viendo el condominio, vivímos en la casa número siete y por lo que veo, tú vives en la tres así que nos veremos a menudo.

-¡Claro! Los veo luego, un gusto

Nos despedimos con las manos, ellos se fueron a su casa, me dirigía a los columpios cuando mis padres se acercaron a mí en el carro.

-No hay más comida, en el camino se golpearon las latas que teníamos para estos días en los que nos íbamos a dedicar a desempacar y tendremos que surtir, ¿Nos acompañas o te quedas?

-Me quedo, gracias-.

Subió de nuevo al carro y se fueron.

Mi psicólogo es un psicópataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora