12- Siempre Cerca.

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Nos tenemos que mudar. Mi padre ha cambiado de trabajo y ya que yo estoy en peligro con Shibazaki me obligan a irme con ellos para que no me pase nada malo.
Les he insistido, no puedo dejar a Twelve solo pero ellos pasan de Twelve. No entiendo nada. Twelve tampoco está contento y Five aún no lo sabe. Estamos de camino al hospital, Twelve, Lisa y yo. Twelve tiene mi mano cogida y Lisa me mira de vez en cuando con una sonrisa lastimera. Yo le devuelvo la sonrisa, pero no estoy para nada feliz. Quiero matar a alguien, romper cosas. Quiero coger a Shibazaki y partirle la puta boca. Quiero matar a mis padres por incomprensivos.

Quiero quedarme aquí con mi novio. Quiero quedarme aquí con mi pequeño e indefenso Twelve. Sé que él es fuerte y sabrá cuidarse solito, pero ¿Sibazaki sabrá que me mudo? Sí, lo sabrá. Shibazaki no se dará por vencido hasta que no tenga a Twelve en sus manos otra vez. Y ahora que no voy a estar yo tiene vía libre. Porque ¿qué van a hacer Lisa, la indefensa y Five la hospitalizada? Nada. No pueden protegerlo. No puedo protegerlo.

Llegamos al hospital y nos dijeron que no podíamos decir nada que afectara a la salud mental de Five porque hoy no estaba bien. Así que decidimos no decir nada y que cuando estuviese mejor Lisa se lo contaría. Yo solo entré en la habitación con una sonrisa en la cara, igual que los demás y pasamos la tarde juntos hablando de planes que no sabía si podría realizar puesto que no sé cuánto tiempo estaría fuera. La hora de visita se acabó y recibí una llamada de mi madre, en una hora nos iríamos.

Lisa nos miró a Twelve y a mí y sonrió.

-Twelve, vente a cenar hoy a mi casa. Te espero allí.
-Está bien... -Dijo él desganado.

Agarré la mano de Twelve y salimos corriendo dejando a Lisa yéndose por otro lado. Le iba a llevar al sitio donde por primera vez lo vi y me llamó la atención.

Twelve pedía por favor que parásemos pero me gustaba correr. Era mejor correr que estar mal. Me gustaba que el viento me diese en la cara, disfrutar de cómo se me movían mis pelos cuando el viento jugaba con ellos y mirar atrás y ver como Twelve sonreía también feliz.

-¿Dónde vamos, Nine? -Gritó.
-Al instituto.
-¿Por qué? -Le costaba hablar.
-No lo sé, allí te vi por primera vez.

Él me soltó y empezó a correr más rápido. ¿Una carrera? Maldita seas Twelve, ahora no puedo competir, ya he quemado todas mis fuerzas. Pero está bien, tú lo has querido. Empecé a correr más rápido para poder alcanzarlo. Me estaba dejando los pulmones y las piernas en poder alcanzarlo, pero valió la pena. Llegué hasta él y agarré su mano. Llegamos al instituto. Ambos paramos de correr y decidimos ir hasta la parte de atrás andando y recuperando el aire que habíamos gastado haciendo aquella tontería que sirvió para ponerme mejor.

-¿Y ahora qué, Nine? -Me preguntó sentándose en el suelo a mi lado.

No le contesté, solo seguí recuperando el aire y agarré su mano. Él respondió bien y mantuvo el agarre. No tardé mucho en girarme para mirarlo cuando lo vi llorar. Sabía por qué lo hacía y sabía que yo no podía remediarlo. Apreté su mano y él se acercó a mí. Puso si cabeza en mi hombro y secó sus lágrimas.

-No tardes en volver, ¿sí? -Dijo pasando su brazo por sus ojos.
-Tranquilo, pequeño.

Le miré y sonreí. Quería verle feliz, quería ver su sonrisa. Quería ver al verdadero Twelve, él que siempre sonríe sin importar nada. Cogí su mejilla y mordí mi labio inferior viendo como aun él seguía mirando al suelo.

-Prométeme que no lloraras. -Dije.
-Nine... -Me miró. Aun tenía los ojos llorosos.

No esperaría más, le besé antes de que sus ojos soltaran esas lágrimas que luchaban por salir y agarré su cintura con la otra mano. No quería que acabara nunca. No lo podría soportar. Menos sin saber cuánto tiempo estaré fuera. Mi móvil comenzó a vibrar.

Boom (Nine y Twelve - Zankyou)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora