15- Five.

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Volví a llamar yo pero no lo cogía, ninguna de las cuatro veces que lo hice. Solo me quedaba esperar a que una llamada suya llegara. Solo podía rezar por que la llamada llegara. Cinco minutos más tarde, mi móvil sonó.

-Soy Five. Necesito que escuches atentamente y no hables. -Hizo una pausa en la que no respondí.- Tienes que enviar tu móvil a casa de Twelve, vamos, a tu casa. Si no lo envías ya moriré. Eso es todo. Adiós Nine. -La llamada se cortó.

Five estaba en peligro de muerte. Después de lo que le pasó, después de salir del hospital, otra vez van por ella. No tengo noticias de Twelve. Quizás ya lo tengan. Five no podría decirme nada y encima ahora tengo que dar mi móvil. ¿Pero cómo? Correos ahora está cerrado, es muy tarde. Tengo que esperar hasta mañana por la mañana que abran, pero quizás es demasiado tarde. No, joder. ¿Por qué no ha podido llamar en otro momento del día? ¿Qué hago? ¿Qué se supone que debo hacer cuando a tu mejor amiga la amenazan de muerte? Me tiré en la cama y cerré los ojos. Tenía ganas de llorar y notaba como si me faltara el aire. Sentía una impotencia que no sabía cómo parar. No sabía qué hacer para calmarme y pensar con claridad. Five, Twelve, Lisa. Al final venirme aquí y atraer a Shibazaki no ha servido para nada. Necesito volver. Entregar el teléfono en mano si es necesario. Pero no puedo dejar a los chicos allí, solos.

Y pensar que esto empezó a principios de curso cuando un idiota me provocó hasta que me expulsaran y luego me convenció para hablar con su jefe. Esto parecía una película de mafias y adolescentes. Ni si quiera sé si hay películas así.

Miré el teléfono. Tendría que hacerlo mañana por la mañana, en cuanto abran estaré allí y rezaré porque no le haya pasado nada aún a Five. Espero que entiendan que no eran horas de llamar, que incluso allí estarían correos cerrados. Lo siento Five, no puedo hacer otra cosa. Puse la alarma del móvil temprano y me fui a dormir.

Mi madre entró un poco después a mi cuarto, aún no me había dormido.

-¿Cómo estás, Nine? -Dijo ella sentándose en la cama.
-Déjame, mamá.
-Nine, por favor. Te hemos traído para que estés mejor.
-¿Mejor? -Le miré.- Ha muerto Mei y su familia por mi culpa. Five está en peligro de muerte y no sé nada de Twelve y menos de Lisa. -Volví a darle la espalda.- Estoy muchísimo mejor, sí.
-Nine...
-No sirve de nada. No podéis hacer nada. Eso ya lo sé...

Mi madre me tapó con la sábana y salió de mi cuarto cerrando la puerta despacio, como si no quisiera despertarme aunque no estuviera dormido. Como si no quisiera molestar.

Five. Estaba muy preocupado por Five. Tanto que después de dos horas tirado en la cama no podía dormir. Me levanté y miré por la ventana. Hacía frío. Se notaba por el ambiente y los árboles moviéndose. Tenía ganas de salir. Pero mis padres me matarían si escuchaban la puerta de la calle. Y ya no solo porque esté saliendo, sino porque se asustarían. Saqué el ajedrez del cajón del escritorio y me senté en el suelo a ordenar las fichas para empezar una partida conmigo mismo.

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Desperté con el ruido de la alarma y en el suelo. Me dolía la cara y el estómago. Y con razón. Me estaba clavando las fichas de ajedrez en ambos sitios y en la cara me dejaría señal. Me duché y vestí lo más rápido que pude y salí de casa. Mis padres aun seguían dormidos a esa hora, pero no me importaba hacer ruido y la puerta la cerré de un fuerte portazo.

Tenía razón, hacía frío. Bastante. Empecé a correr, ya no solo porque se me quitara el frío si no porque quería llegar lo antes posible. No sabía si sería tarde o no, pero si no llegaba a tiempo no me lo permitiría.

La chica de correos estaba abriendo cuando llegué y decidí esperar, no quería ser pesado o parecer desesperado. Al fin y al cabo no quería entablar conversación con nadie que pudiese salir herido, con nadie al fin y al cabo. La chica me dijo que pasara y eso hice. Diez minutos más tarde mi móvil se había enviado a mi dirección de la otra ciudad. Ahora solo quedaba esperar. No podía saber si le había llegado, no podía saber nada.

Fui andando tranquilamente a mi casa, seguía haciendo frío pero me acabé acostumbrando. Pasé por una cafetería y decidí pararme a tomar algo caliente. Me atendió una chica joven a la que le evité la mirada y me dediqué a mirar la carta y pedir chocolate caliente. El dinero me alcanzaba a cualquier cosa, realmente, pero un chocolate me apetecía mucho más que cualquier otra cosa. La chica dijo que no tardaría mucho en traerlo y me dejó solo. Estaba mirando la ventana cuando el olor de chocolate caliente llegó a mí, miré a la mesa de nuevo y la chica estaba dejando un vaso y un trozo de pastel.

-Perdona, yo no pedí pastel. -Dije sin dejar de mirar la mesa.
-Es un regalo.

No dije nada y ella se fue poco después. No iba a comerlo. Shibazaki podría estar mirando y a lo mejor por solo aceptar el regalo puede atacar a la cafetería. No, no lo permitiría. Iba a quedar mal yo, por no aceptarlo, pero no iba a permitir que nadie más muriera por mi culpa, bastante tengo con la familia Kirigaya.

Terminé mi chocolate y dejé el dinero de éste en la mesa. Me levanté y salí de allí. Me di media vuelta para cerrar la puerta con cuidado cuando vi a la chica que me atendió sentándose en la misma mesa en la que yo me encontraba y, triste, se comía el trozo de pastel que yo había dejado intacto.

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El timbre sonó y me desperté. Ayer el día fue aburrido y me fui a dormir temprano después de jugar unas treinta veces al ajedrez. Era temprano para que alguien llamara al timbre, temprano para recibir visitas. Me puse una camiseta y bajé a abrir con cara de dormido y sin saber muy bien que hacía.

-Paquete para Nine Kokonoe. Firme aquí por favor.

Un hombre con un casco y una moto aparcada en la puerta me dio un paquete, una caja marrón. Firmé en un papel y el hombre se marchó. Corrí a mi habitación con el paquete. Venía una carta en la que ponía que Five estaba bien. Que yo había cumplido. También ponía la dirección de Shibazaki aquí. ¿Para qué la quiero? Abrí el paquete y descubrí para qué la quería, aunque no tenía mucho sentido que me dieran la dirección de Shibazaki y una pistola, sí, una pistola, los mismos que están de parte de Shibazaki. Lo importante es que tenía algo con lo que atacar a ese hijo de puta.

Boom (Nine y Twelve - Zankyou)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora