Prólogo

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Se acercaba el amanecer. El presidente estaba sentado a solas en su escritorio leyendo los informes que los ministros le habían enviado esa misma tarde iluminado por una lámpara de mercurio que le daba al lugar una enfermiza apariencia mortecina.  Quizás solo se debía a que el presidente había estado demasiado cerca de cadáveres la última semana. Aun no se acostumbraba a ensuciarse las manos, prefería esperar en su despacho los informes de sus subordinados y regodearse en saber que uno a uno sus enemigos estaban desapareciendo, sin embargo eran tiempos difíciles y a nadie podía negar que él estaba a cargo; continuó divagando sobre el asunto mientras esperaba la llegada del teniente Wells ¿Cuánto tiempo podía tardar el muy desgraciado en conducir hasta el palacio?.

-Señor Presidente, el teniente Wells quiere verlo-Le comunico su secretaria rompiendo el hilo de sus pensamientos.

-Hágalo pasar-El presidente giro su silla de frente a la puerta y unos segundos después un despeinado y ojeroso Wells cruzo la puerta; llevaba la corbata floja y el sudor en su huesudo rostro denotaba su nerviosismo.

-Buenos días Señor Presidente-La voz de Wells era profunda y agotada, debía ser difícil encargarse siempre del trabajo sucio-¿Algún problema Señor?

-Sí que lo hay teniente-El presidente disfrutaba en darle al ambiente el suspenso adecuado-Tome asiento.

Wells intento disimular el involuntario acto de tragar saliva para no demostrar lo preocupado que estaba. Siempre había odiado que lo despertaran, pasaba la mayoría de sus días eliminando opositores o planeando como ocultar sus desapariciones y la noche era el único momento en que podía olvidarse de su delicada situación, pero falló estrepitosamente aquella tarde; era la primera vez que cometía un error en seis años de servicio intachable y el presidente no pudo esperar al amanecer para llamarlo. Sacudió la cabeza y decidió sentarse de inmediato.

-No puedo dejar que el fantasma de un grupo de mutantes atente contra mi imperio Teniente Wells.

-Entiendo, señor Presidente.

-¿Entiendes? ¡Caminan entre nosotros siendo veinte veces más poderosos! ¡No lo permitiré si no es a mi favor!

-Nos estamos encargando del asunto Señor, he dispuesto un equipo de búsqueda...

-No seas imbécil Wells ¡tenemos que encontrar su escondite! destruirlos desde dentro.

-No tenemos evidencia cierta de donde se esconden Señor, hace décadas...

-Tú y yo sabemos que todo comenzó con Mengele y debió terminar con él, sin embargo cientos de descendientes de sus creaciones se reúnen clandestinamente para sabotearnos.

-No hay pruebas de que...

-En 1945 desapareció el primer avión, tú y yo sabemos que desde entonces esos asquerosos fenómenos se ocultan en algún lugar que no detectan nuestros radares.

-Estamos mejorando, hemos eliminado a varios miembros...

-¡No necesito que sean varios! ¡Necesito las cabezas de todos esos imbéciles en mi puerta antes de las elecciones Wells!

-El objetivo era eliminarlos en secreto...

-¡Doce años! ¿Cuánto tiempo más se llevara el fulano objetivo en funcionar? -Lo mutantes son astutos señor, si los eliminamos como usted ordena tendremos en nuestras manos un incidente que no podremos ocultar; el pueblo comenzará a sospechar...

-El pueblo tendrá conocimiento de lo que le informen nuestros medios de comunicación.

-Señor, hay informantes que están propagando que ocultamos información a los medios de comunicación, dicen que es como si fueran controlados por el Poder Ejecutivo, pequeños grupos opositores al régimen se están reuniendo para acabar con usted.

-Como si no fuera suficiente con los mutantes.

-Si al menos pudiésemos publicar sus fotos señor, ofrecer recompensa por información...

-Me encargaré de que ellos mismos se expongan Wells, no hay necesidad de alarmar al pueblo.

-Los opositores sospechan que algo sucede señor, quieren divulgarlo antes de las elecciones para desacreditar su candidatura.

-Pues entonces encárguese de ellos también Teniente.

-Hacemos lo que podemos señor ¿Cómo espera justificar tantas muertes?

-¡Invéntese algo! Y si no puede, hágalo saber y será reemplazado.

Wells asintió y se puso de pie mientras veía como el sol comenzaba a iluminar la sala presidencial de un pálido color rosa. Quería salir de ahí de inmediato y un llamado por el intercomunicador del presidente le dio la excusa que necesitaba.

-Señor presidente, Krein solicitó reunirse con usted-La voz de Nancy, generalmente gélida estaba cargada de nerviosismo por interrumpir. -Nuestro asunto tendrá que esperar Wells-El presidente no pareció notar nada diferente en el tono de su secretaria- He encontrado a alguien que ésta dispuesto a colaborar- Wells no tardó en abandonar la enorme sala cuyos muros llenos de fotografías y reconocimientos de logros pasados intentaba eclipsar los tiempos oscuros que se avecinaban.

TraidorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora