Dieciocho

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No había forma de bajar al jardín desde el balcón, debía haber unos veinte metros hasta el suelo; sin embargo un desagüe del tejado pasaba junto a la ventana y la distancia hasta el techo no llegaba al metro y medio,

trepé a la baranda blanca del balcón y de allí al tubo de desagüe, trepando hasta el tejado y evitando ver hacia abajo. Una vez en el tejado comencé a caminar en dirección a la entrada en busca de algo que me ayudara a bajar.

-No puede ser-Me sorprendió encontrar en la esquina una enredadera gruesa que crecía enrollada a una de las enormes columnas de la casa y descendía hasta el jardín, me colgué de ella para iniciar el descenso manteniendo la vista fija en mis manos. Bajar fue más fácil de lo que pensé y en poco tiempo mis pies tocaron la grama de la entrada, me agaché hasta asegurarme que nadie me veía e inicie mi caminata hasta el portón de hierro.

Cuando llegue al portón me acerqué con precaución por si se encendía alguna alarma pero nada sucedió; si la entrada estaba programada para detectar algo no parecía tener efectos desde dentro. Subí un pie y luego otro, trepando por la reja como si se tratara de una escalera.

-¡¿Qué crees que haces?!-Reconocí la voz en el mismo instante en que una de sus manos me tomó por la espalda y me desequilibro lanzándome al suelo, el golpe me dejo sin aire y cuando me enderecé Adam me miraba con enojo. Llevaba una chaqueta roja, bajo ésta una franela blanca mojada, unos Jeans oscuros con las rodillas sucias y unas botas de punta de metal cubiertas de barro-Contesta Charlie-Dijo un poco más calmado tendiéndome la mano-La esquivé y me levanté por mi propia cuenta retomando el paso hacia el portón-Charlie...

-No tengo porque darte explicaciones-Le dije mientras sentía un sabor amargo dentro de la boca y una ligera llovizna me comenzaba a mojar el rostro.

-¿A dónde vas?-Me preguntó siguiéndome y aceleré sin volverme a mirarlo.

-No lo sé-Odiaba admitirlo, sin embargo sabía que cada paso que daba me costaba más que el siguiente- Ya no quiero estar más aquí.

-¿Por qué?-Podía sentir en su voz como se contenía de decir o hacer demasiadas cosas así que decidí dejar de imitarlo y me volví a verlo.

-Porque estoy harta de vivir bajo tú mismo techo Adam-Decir aquello mirándolo a los ojos mientras mi dedo índice apuntaba el centro de su pecho fue tan impresionante que yo misma me quede muda, jamás había mentido de aquella forma. Por unos segundos creí ver como mis palabras lo herían pero de inmediato su rostro volvió a ser la máscara inexpresiva de todos los días-No puedo-Continué y mi voz se quebró-Aquí estoy, bajo la lluvia a las tres de la madrugada de un domingo congelándome de frio porque tome una decisión y tú...

-¿Yo que?-Su voz sonó tan desesperada que me hizo apretar los dientes, una conducta aprendida de él.

-Tú sigues siendo tu-No tenía otra forma de explicarme así que tomé aire y volví a mirarlo a los ojos- No puedo quedarme Adam-Vi en sus ojos que me comprendía y también supe que no cambiaría nada- No si quiero evitar que sigan muriendo-Me di la vuelta para continuar hacia el portón pero su mano atrapó mi brazo y me obligó a devolverle la mirada. Me quedé muda en medio de un insulto al verlo, todo su rostro reflejaba desesperación y sus ojos brillaban más de lo que jamás lo habían hecho.

-No lo hagas Charlie-Su tono de voz era aún más desesperado que su cara y el agarré de su mano se volvió más firme-No te vayas-Continuó y sacudí la cabeza para despejas mis ideas.

-Adiós Adam-Comencé a subir el pie de nuevo en el portón –Si los cazadores me encuentran terminaré con esto de una vez por todas- Entonces el cambio de su tono de voz me hizo detenerme.

TraidorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora