Veinte

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-¿Por qué la apagas?-Me preguntó desviando de la carretera a la radio que acababa de apagar. Adam debía tener unos veintialgo, lo sabía por su forma de hablar, llevaba el cabello incorregiblemente despeinado y tenía pequeñas líneas de expresión en el borde de sus ojos azules, tenía una barba de varios días y la apariencia de haber dormido poco últimamente.

-No creí que quisieras escuchar música- Dije encogiéndome de hombros y él se inclinó y encendió la radio, había pasado los últimos días encerrada en una habitación sin televisor ni radio

-Si quiero- en ese momento Elliot Smith cantaba en la radio y yo tarareaba la letra-¿Qué rayos es eso?-Dijo mirando la radio con una ceja levantada mientras cruzaba en el desvío y subía a la autopista.

-Música-Le contesté fingiendo estar ofendida y él sonrió-¿Por qué tardaste tanto?-Le pregunté y la sonrisa del chico casi se sale de su rostro.

-Estaba comprometido con una loca-Me contestó y de pronto su mirada se opacó un poco.

-Odié la primera vez que te fuiste-Le dije y el negó con la cabeza.

-Lo siento-El tono de su voz era bajo-Sé que debiste pasarla terrible,

viéndome con ella...

-Está bien-No quería verlo triste, así que volví la mirada a la ventanilla, él debía estarla pasando peor que ella, después de todo se había encargado de ayudar a Víctor con el funeral y pensé en la preparación del cuerpo y me estremecí.

-Necesitas un teléfono-Dijo como si acabara de recordar un producto olvidado de su lista de compras-El tuyo quedo destruido en la casa del terror - Señaló una pequeña bolsa negra en la alfombra y me incliné para tomarla, en su interior había una caja-Ábrela-Dijo y lo hice para ver un pequeño teléfono blanco en su interior-Recupere lo que quedaba de tu viejo teléfono, éste tiene la misma memoria, espero que conserves tus cosas-Le sonreí y el dejo de arrugar las cejas, para Adam aquello era una sonrisa.

-Gracias-Le dije encendiéndolo y conectándolo a la radio-Me alegra que estés aquí.

-Siempre estaré aquí-Dijo apretando mi mano.

-Adam quiero ir a mi viejo departamento- Entonces mi frase borró la sonrisa del rostro del chico.

Llegamos frente al edificio a las cuatro y cincuenta de la tarde, me baje y subí las escaleras feliz de nunca haber socializado con ningún vecino. Mi auto estaba en la entrada y una vez dentro del departamento sentí que volvía atrás en el tiempo. Todo estaba exactamente como lo había dejado la noche en que me fui a la feria, entonces entre a mi habitación y tomé una mochila donde guardé mi portátil, mis audífonos y varias franelas viejas.

-Creí que sería suficiente para que no volvieras aquí-Me dijo Adam desde el marco de la puerta mirando mis viejas camisetas y su presencia en mi desordenada habitación me pareció fuera de contexto, como pintarle un bigote a La Gioconda.

-¿De qué hablas?-Entonces me detuve al comprender a que se refería y me volví para mirarlo con mi mejor intento de enojo-¡Tu compraste todo eso!-Le grité y el asintió confundido por mi reacción.

-¿No te gustó?-Entonces no pude evitar reírme de la conclusión a la que había llegado y le lance una almohada.

-Estúpido italiano controlador-Le dije cerrando mi mochila y su carcajada inundó la habitación-Soy Adam Brunet y puedo comprar el mundo- Dije con enojo y me di la vuelta para verlo a solo centímetros de mí con una expresión indescifrable.

-Lo peor de todo eso es que lo que quiero no puedo comprarlo-Dijo obstaculizándome la salida de la habitación y haciéndome sonrojar.

-Tienes que ganártelo siendo un caballero-Le respondí con suficiencia y me acarició la mejilla.

-No te quedes aquí Charlie-Entonces comprendí su expresión, tenía miedo de que decidiera quedarme sola en mi departamento, de volver sin mí a la academia-Haré que trasladen todas tus cosas a la academia si quieres, enviaré a alguien a por tu auto pero no te quedes aquí-Lo miré y negué con la cabeza asombrada por lo inseguro que a veces demostraba ser.

-Adam...-Me detuve para pensar en una forma de decirlo que le diera seguridad absoluta-No voy a separarme de ti-Menos de un segundo después sus labios estaban entre los míos y mis manos se enrollaban en su cabello atrayéndolo hacia mí mientras mi metro cincuenta y cinco me frustraba las intenciones, entonces él me levanto por la cintura y enrollé mis piernas en la suya riendo entre sus labios, su mano se deslizó hasta mi nuca y luego por mi hombro, atrapé su labio inferior entre mis dientes y lo estiré haciéndolo

jadear y abrió sus ojos para dejarme ver que la tormenta comenzaba a relampaguear.

-Charlie...-Susurró antes de que lo besara de nuevo y su mano se deslizara un poco más abajo.

-¿Mmm?-Le pregunté y el estruendo que siguió a mi pregunta me dejo sin aliento-¿Qué fue eso?-Le pregunté y en un segundo estaba de nuevo en suelo, detrás de su espalda y él estaba frente a la puerta con un arma preparada; entones escuche voces en la sala y pasos hacia la habitación-Adam...-Supe que era el fin, cada hueso de mi cuerpo se sintió tan preparado para morir como determinado a salvar a Adam y segundos después la puerta de mi habitación cayó al suelo

La figura entro recibiendo los disparos de Adam sin vacilar ni un segundo, escuche sus pasos retumbar en la habitación, como si sus botas oscuras fueran de metal, su boca era una fina línea de crueldad, su nariz un ángulo recto de superioridad, sus cejas unas líneas gruesas de color castaño, el mismo color de su cabello revuelto. Podía escuchar el sonido de mi respiración mi pulso acelerarse mientras Nikolaus Krein estaba cada vez más cerca, su traje era negro, y a esa distancia podía apreciar las manchas de sangre que lo oscurecían aún más en ciertos lugares, desde luego eso no lo detuvo ni un segundo, él estaba programado para buscarme, encontrarme, capturarme y destruirme, y sabía que no le importaría acabar con Adam para conseguirlo.

Mi último minuto había llegado, Nick me miró, directamente a los ojos y la comisura de su boca se levantó mientras me apuntó con el arma, no intenté huir, me adelanté frente a Adam quien pretendía interponerse entre mi cuerpo y el asesino y lo encaré con decisión.

-No me opondré si lo dejas vivir-Le dije y Nick sonrió sin emoción como un hombre de concreto, levanto la quijada y le devolví la mirada mientras escuché un clic y todo se volvió negro.

FIN.


TraidorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora