Diecisiete

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-¡¿En qué rayos estaban pensando?!-Gritó Víctor luego de salir de la habitación en donde tenían a Jared-¡La playa!

Yo estaba sentada en las escaleras junto a Adam, abrigada por un enorme suéter gris que me había dado, Dina salía y entraba de la habitación para conseguirle al médico que habían llamado todo lo que le pedía y Víctor iba y venía de la habitación a su despacho gritándonos cada vez que pasaba por la escalera.

Cada vez que la puerta de la habitación se abría podía ver a Jason sentado en la butaca frente a la cama como congelado en la misma posición sosteniendo la mano de Jared (la única parte de su cuerpo que podía ver desde la escalera) Jerry se había ido a eso de las dos de la tarde sin decir una palabra y volvió dos horas más tarde con varias bolsas de papel, le entregó una a Adam antes de caminar hacia Dina y luego de insistir varios minutos irse con ella a la sala.

-Charlie...-Comenzó a decir Adam dándome una pequeña hamburguesa envuelta en papel y yo negué con la cabeza-Tienes que comer algo-Protestó aunque sin mucho esfuerzo y le devolví la hamburguesa sin destapar; entonces se levantó y volvió unos minutos después con un Brownie y un café, los acepté en silencio y sonreí ante el alivio de su mirada al verme comer.

A las once de la noche los gritos de Jason me sobresaltaron, me había quedado dormida en los brazos de Adam y ahora éste me apretaba a su costado en un intento porque dejara de temblar. Dina se levantó del sofá donde había estado durmiendo junto a Jerry, y Víctor le obstaculizó la entrada a la habitación donde estaba Jared y le ordenó a Jerry que nos llevara a nuestra propia habitación, Adam asintió en mi dirección y seguí a una desesperada Dina y a un cansado Jerry escaleras arriba. Una vez dentro Dina subió a su cama y cerró las cortinas, gesto que supe interpretar bien; me lancé en la mía sin poder cerrar los ojos sin que la imagen de Jared cayendo de rodillas en la arena con la mirada perdida y el pecho ensangrentado reviviese detrás de mis parpados.

A las dos de la madrugada Dina salió de la habitación sin mediar palabra y yo me senté en el balcón ignorando la brisa helada que traspasaba mis huesos. El cielo estaba lleno de nubes que tapaban la luna y las estrellas como si él también lamentara la muerte de Jared. Me dolía como si se tratara de mi misma porque era a mí a quien pretendían matar, era yo la que debía estar en esa habitación junto al despacho de Víctor, no Jared. Entonces la verdad me golpeó junto a otra ráfaga de viento helado Julian, Jared... y quien sabe cuántos más morirían en mi intento de salir indemne de éste mal entendido, por otro lado estaba segura de que tras mi muerte las personas a mi alrededor volverían a estar a salvo.

Si la puerta de la academia solo se abría a guardianes tenía que encontrar otra forma de salir de allí, no podía permitir que nadie más muriera por mí.

TraidorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora