CAPÍTULO 9: LA HISTORIA DE ESME

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Capítulo 9: La historia de Esme.

Pov Bella

—Tu disertación ha estado muy acertada Garrett, mi padre será frio y calculador, pero nunca se opondría a la felicidad de una hija. Por otro lado, no me extraña Bella que tengas esas dudas y muy bien fundadas porque Elizabeth Vulturi... no es vuestra madre –dijo dirigiéndose directamente a Alice y Edward –todos ahogamos una exclamación de sorpresa aunque si soy sincera me lo estaba figurando. A mi lado Edward continuó impasible, no habíamos hablado sobre ello pero le conocía lo suficiente para saber que ya...se lo veía venir.

Esme empezó su relato

—Solo tenía quince años cuando vi por primera vez a Carlisle Cullen y me bastaron cinco minutos para saber que estaría enamorada de él toda mi vida. Tan alto, tan guapo, tan imponente. Todo él irradiaba sexualidad, hombría y al mismo tiempo cordialidad, amabilidad, simpatía... en fin que me enamoré como una tonta de él en ese mismo instante pero... era para mi hermana no para mí, y parecía que ella no se mostraba tan...digamos... atraída por él como yo.

—Unos días antes Marco había estado hablando con Elizabeth sobre la posibilidad de que contrajese matrimonio con el hijo de Edward Cullen, dueño del único periódico que les hacia competencia a los Vulturi por aquel entonces y una de las familias mas prestigiosas de Chicago, una fusión con ella, según palabras de mi padre, era adquirir prestigio y poder. Mi hermana y yo éramos las mejores amigas por aquel entonces, nos los contábamos todo y, aunque sabía perfectamente como era ella de práctica, calculadora y fría, lo cierto es que no entendía como, estando enamorada de otro hombre, estuvo de acuerdo en aceptar la propuesta que mi padre le había hecho. Cierto que amaba a un hombre casado y esa relación no podía traer nada bueno, era todo un hecho que con ese otro hombre no tenia oportunidad, él amaba a su mujer y mi hermana solo fue una aventura acaecida en un momento de crisis en su matrimonio pero... yo no podría aceptar algo así sin amor... no lo comprendía.

—Cuatro días más tarde mi padre nos presentó a Carlisle y a su padre en una cena que celebró en nuestra casa. Como ya digo la atracción fue mutua, aunque al principio yo pensé que solo fue por parte mía y como ya digo...era para mi hermana, la cual no parecía sentirse atraída por él ni una cuarta parte de lo que yo me sentía. Pero aun así no dejó de coquetear con él ni un solo instante y en ese momento y a pesar de lo mucho que quería a mi hermana...sentí nauseas.

—Cuando nos retiramos a dormir me confirmó esta sospecha al decirme que era mono y aunque no estuviera enamorada un matrimonio con él representaba glamur, dinero, más del que los Vulturi teníamos, poder, prestigio y que estaba decidida a hacerlo pues su relación con ese otro hombre no tenía ningún futuro ya que él estaba casado y en cuanto a riqueza, prestigio y poder no le llegaba ni a la suela de los zapatos. Yo la dije, como muchas veces antes había hecho, que tenía que olvidarse de ese amor pero que no debía embarcarse en un matrimonio sin estar enamorada y ella contesto como siempre cariño en el corazón no se manda y muy pronto comprendí la veracidad de esas palabras aunque en ese momento lo que sentí fue una incomprensión total hacia la actitud frívola de mi hermana. Esa noche me fui a dormir sintiendo pena por Carlisle, pues embarcarse en un matrimonio así verdaderamente debería ser una autentica tortura. Aguantar a una persona toda tu vida, con sus defectos, su carácter su... todo...sin amarla... no se...yo nunca podría.

—Cuál fue mi sorpresa cuando días después mi padre me llamó a su despacho y me dijo que Carlisle había mostrado más interés por mí que por Elizabeth y él había aceptado la posibilidad de que me cortejara siempre dentro de unas normas que mi padre mismo había impuesto, la más importante, yo tenía que consentir en el matrimonio ya que mi felicidad y la de mi hermana estaban por encima de todo. También debería terminar mis estudios y Carlisle tendría obligación de financiarme la universidad si yo quería estudiar una carrera. Me dijo que me lo tomara con calma, que no corría prisa, que le conociera, le dejara cortejarme y... sin al final yo aceptaba nos casaríamos cuando cumpliera dieciocho años. No tengo que deciros que acepté encantada, aunque algo temerosa de la reacción de mi hermana. Pero Elizabeth como siempre me sorprendió, se alegró por mí, nos ayudó, alentó y se convirtió en la mejor amiga de Carlisle pues mía ya lo era.

UNA CITA CASI A CIEGASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora