six

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Una.

Unas carcajadas.

Dos.

Risas.

Tres

Más risas.

Cuatro, cuatro patadas en el estomago de Michael de parte de uno de esos chicos de su escuela.

Un puñetazo por parte de otro mientras sus estruendosas risas seguían taladrándole la cabeza.

A lo que se da cuenta ya está tendido en el suelo por un fuerte empujón.

Y ya estaba llorando desde que los vio acercándose hacía él.

Las lágrimas salían de sus ojos sin poder evitarlo, y tampoco es que lo intentase. Michael solía llorar mucho, cosa que era un motivo más de burla de esos estúpidos abusones.

– Estúpido imbécil – Murmuraba un niño

– Maricón – reía una voz femenina

– ¿por qué siempre te vistes como una chica? – preguntaba otro abusón – hey, mariquita te hablo a ti, responde

Michael sólo cerraba los ojos con fuerza, aun cuando sus lágrimas no paraban de salir. Se callaba sabiendo que si lo hacía esos desgraciados se irían pronto, como siempre. Y es que esto pasaba a menudo.

Michael solía ser insultado en la escuela, o incluso por chicos del barrio cuyos nombres ni si quiera sabía. Se reían de él, de sus cambios de color de cabello, de lo femenino, ridículo y patético que era, del hecho que tuviese la mentalidad de un niño y de lo mucho que lloraba. Muchas veces acababa siendo golpeado o humillado, como está vez en la que se había ganado una paliza por tropezarse en las salida del colegio, tirando los libros de uno de esos idiotas.

¿Qué hacía Michael ante tal situación? Llorar, nada más aparte de eso.

No tenía la confianza con su madre para decirle algo, además que todo lo que podía hacer su madre era llevarlo a otra escuela, donde era casi seguro que el panorama sería el mismo.

– Bebé llorón – Dijo el chico al que le había tirado los libros mientras lo contemplaba tirado en el suelo junto a sus amigos para después marcharse, dejándolo allí solo.

Michael ni si quiera se movió, ni si quiera abrió los ojos. Le dolía el estomago, algunas partes de la cara, y la espalda del golpe que se había dado contra el suelo cuando se cayó. Y el dolor no era lo que más le afectaba, si no el hecho de ser tan menospreciado.

Aunque poco a poco, Michael empezaba a creerse todas las cosas que le decían. Quizá era un estúpido imbécil. Quizá era un 'maricón'. Pero eso sí, estaba seguro de que era todo un bebé llorón.

***

cada vez recibo menos votos, no les voy a pedir que voten, pero me encantaría que comentasen que es eso que no les convence o no les gusta que les hace no votar. Osea que critiquéis la historia o simplemente decirme las cosas que debería mejorar. 

Se lo agradecería la vida, en serio. Gracias por leer.

happy bday cry baby; muke auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora