Capitulo 8

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¿Cómo rayos paso?

Mérida

Definitivamente tengo que alejarme de él.

-No. No lo harás- negó con la cabeza.

¡¿Qué ahora me lee la mente?!

-Siento no poder complacerte- reí burlonamente.

Baje del auto esquivándolo, pero el imbécil me sujeto antes de siquiera poder alejarme de él, ¡Rayos! no quería noquearlo pero si no me deja de otra. 

Quite uno de sus fuertes brazos que me sujetaba de mi cintura, tome impulso con mi pierna y barrí una de las suyas, no lo espero todo fue rápido y solo vi como callo al suelo con un ruido sordo. Yo estaba inclinada al suelo casi pierdo el equilibrio, sin duda su cuerpo pesaba demasiado menudo mastodonte ahora se porque lo eligieron capitán del equipo. Corregí mi postura y lista para huir, cuando de repente todo el peso del mundo callo en mi espalda.

-¡¡Desgraciado, cabrón de mierda!!- chille con el poco oxigeno que me restaba en mis pobres pulmones.

El desgraciado me había tacleado ¡Joder! como dolió la caída y ahora yo estaba bocabajo contra el mugroso suelo y el imbécil me impedía respirar por su peso. ¡Maldición!

NO, NO y NO.

-Levántate imbécil no me dejas respirar- susurre empezaba a marearme y el no haber probado bocado esta mañana me estaba pasando la factura, debí haberme quedado a comer la mierda de torta.

Sentí su respiración cerca de mi oído -No. Ahora te tengo- fue lo ultimo que escuche.

********

Un hormigueo viajo de mi rostro hasta mi cuello, cuando fui mas consiente recordé lo sucedido y abrí de golpe los ojos, me había desmayado.

-Al fin despiertas- susurro sobre mis labios.

¡Maldición! estaba desnuda, quise quitarme de encima al maldito de Maximiliano pero mis manos estaban atadas sobre mi cabeza a los barrotes de la cama ¡Que mierda! mire en todas direcciones estaba en un lugar particular mente conocido.

-¡¿Que rayos hago en tu habitación y por que mierda estoy así?!- grite.

-No grites cariño- sentí los ojos salirse de mi cara, dispuesta a decirle donde se podía meter su cariño, me callo besándome.

-Mi Mérida- susurro lento sobre mis labios, el coraje salto por mi boca mordiéndolo, este se alejo rápido mientras un hilo rojo goteaba de su labio inferior.  

-¡Suéltame maldito bastardo!- estaba muy enojada, nadie me hacia esto, nadie.

Sus ojos estaban oscuros, no sabia descifrarlos había algo que no podía reconocer en ellos y eso por un momento me asusto. ¿Asustada Yo?  Nunca, Yo soy Mérida Robles una perra desgraciada, jale fuerte mis manos intentando liberarme pataleé con mis piernas pero estas también estaban atadas.

-¡Te aras daño!- grito pero yo no lo escuche seguía haciendo lo mismo -¡Maldición! Dije que basta- volvió a gritar y se tiro sobre mi.

-Quítate Maximiliano si no quieres quedarte sin labios- hable llena de veneno.

-¿Quieres que te amordace?-pregunto mientras se limpiaba la sangre. Hay rayos ahora que hago no soy Houdini, no me podía liberar y las manos me empezaban a  picar, lo mas probable es que estuvieran muy rojas por el metal de las esposas, ¿Esposas? maldito degenerado ¿A quien mas habrá esposado?

-Son nuevas, solo en ti las he usado, nunca había hecho algo igual nunca, por lo general son siempre las chicas quienes se meten en mi cama sin chistar- cabrón.

Mia para Siempre. (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora